Fotografía: Veikko Somerpuro
JOHN DURHAM PETERS es profesor de estudios de comunicación en la Universidad de
Iowa y autor de diversos libros y ensayos en los que analiza el concepto de comunicación
en su contexto histórico, filosófico, legal, religioso y tec nológico, cuestionando las ideas que se han planteado a su alrededor. Algunas de sus obras más relevantes son CanonicTexts in Media Research: Are There Any? Should There Be? How About These? (2003) y Courting the Abyss: Free Speech and the Liberal Tradition (2005). Hablar al aire es su primera obra traducida al español.
HABLAR AL AIRE
Una hi s to r i a d e l a i d e a d e c o muni c a c i ó n
JOHN DURHAM PETERS
Hablar al aire
UNA HISTORIA DE LA IDEA
DE COMUNICACIÓN
Primera edición en inglés, 1999
Primera edición en español, 2014
Primera edición electrónica, 2017
Traducción
José María Ímaz
Título original: Speaking into the Air. A History of the Idea of Communication
Licensed by The University of Chicago Press, Chicago, Illinois
© 1999 by The University of Chicago. All rights reserved
Diseño de la colección: María Luisa Passarge
D. R. © 2014, Fondo de Cultura Económica
Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 Ciudad de México
Comentarios:
Tel. (55) 5227-4672
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ISBN 978-607-16-4893-8 (mobi)
Hecho en México - Made in Mexico
ÍNDICE
PRÓLOGO A LA EDICIÓN EN ESPAÑOL
Me emociona profundamente que este libro haya sido traducido a un idioma que estimo
tanto. Estoy enormemente agradecido con el Fondo de Cultura Económica, en particular
con José María Ímaz por su traducción fluida y precisa. Si bien Hablar al aire no hace
hincapié en el mundo hispanohablante, me parece que puede ofrecer mucho a una
civilización que, como este texto, no ha olvidado que nuestra historia intelectual
comienza con Sócrates y Jesús, y atraviesa las turbulencias y las agitaciones del mundo moderno.
Desde que escribí el libro he visitado México y España varias veces, encontrando
viejos amigos y haciendo nuevos entre estudiantes y colegas. A través de estas visitas y nuevas lecturas he logrado ver con mayor claridad cuán intensamente comprometidos
están los pensadores y los escritores de lengua española con explorar el problema de la comunicación.
Este compromiso es evidente en la investigación sobre la comunicación y los medios
en lengua española. Durante más de cinco décadas España ha tenido una viva tradición
de investigación sobre la prensa y la opinión pública, y América Latina ha mantenido
tradiciones de investigación acerca del poder y la ideología, la economía política, el
imperialismo cultural y la cultura popular. Pero este libro toma un camino diferente al de
la mayoría de las investigaciones en comunicación, ya sean sobre el mundo
angloamericano o el de habla hispana, pues contempla el problema de la comunicación
como algo más fundamental que la prensa, el poder o la comunicación de masas: estudia
la comunicación como parte del ser humano o, al menos, como parte del ser humano en
el mundo moderno.
En cierto sentido, el problema de la comunicación fue inventado en España en el siglo
XVI, y el legado de ese siglo turbulento continúa. En palabras de Octavio Paz, “el
experimento, la prueba, comenzó en el siglo XVI y aún no termina”. De acuerdo con
Hans Ulrich Gumbrecht, la España de ese siglo produjo una gran ansiedad en sus más
reflexivos habitantes, lo que dio como resultado formas literarias como el testimonio y la
confesión, que expresaban tanto la duda de sí mismos como la autocreación. Gumbrecht
ve surgir en la España del siglo XVI la estructura intelectual fundamental de la
modernidad.
Bernhard Siegert también ha mostrado que en el siglo XVI España fue un verdadero
laboratorio de medios de comunicación, medios que constituían tanto al imperio como a
sus súbditos. Analiza la explosión obsesiva de la recopilación de datos, haciéndonos
recordar que la “Inquisición” no sólo era una sádica búsqueda de la desviación doctrinal o étnica, sino también un hambre insaciable de información obtenida a través de
“averiguaciones” y “recopilaciones” realizadas en los dominios reales de ultramar. El
imperio de alcance global presentaba una totalidad imposible de conocer, e instituciones
como el Consejo de Indias y la Casa de la Contratación de Sevilla tuvieron la tarea de elaborar lo que ahora llamaríamos las bases de datos del universo español, conformadas
por mapas, catálogos y narraciones que abarcaban tanto a los territorios como a sus
poblaciones. A Felipe II, a veces llamado “el rey papelero”, le gustaba decir: Quod nonest in actis, non est in mundo. Es decir: “Lo que no está en actas, no existe en el mundo”, un dicho que se relaciona sorprendentemente con la era de Google. Surgieron
nuevas profesiones definidas por el poder de la escritura y sus máquinas para reproducir
en papel, tales como escribanos, contadores, cosmógrafos, oidores y cronistas. Pero
también surgieron nuevas identidades para la gente común: soldados, estudiantes,
peregrinos, vagabundos, viajeros, refugiados, pícaros. Siegert concluye que un
subproducto de la Inquisición, con su insistencia en interrogar a las personas para que proporcionaran un “discurso de su vida”, fue el yo moderno. El yo como sujeto fijo
nació como un acto de registro literario-burocrático. Aquí, Siegert se basa en el trabajo de Gumbrecht, Michel Foucault y Roberto González Echevarría. En Hablar al aire
analizo el yo amurallado del interior burgués, o bien homo clausus, como lo llamaba Norbert Elias, como un origen histórico del problema de la comunicación, aunque los
trastornos de España en el siglo XVI son otro origen posible.
En un mundo definido por los actos, aparecen preguntas difíciles sobre la realidad y
la realidad de otras mentes. Por ejemplo, en el Quijote nunca es claro exactamente lo que es real. ¿Quién está loco: don Quijote con sus fantasías caballerescas o las personas
que detentan el poder?
Los cortesanos —dice el Quijote—, sin salir de sus aposentos ni de los umbrales de la corte, se pasean por todo el mundo mirando una mapa, sin costarles blanca, ni padecer calor ni frío, hambre ni sed; pero nosotros, los caballeros andantes verdaderos, al sol, al frío, al aire, a las inclemencias del cielo, de noche y de día, a pie y a caballo, medimos toda la tierra con nuestros mismos pies.
Éste es un mundo al revés, en el que el caballero andante tiene una comprensión más
clara de la realidad que el cortesano, que vive en el ámbito de una corte mediada por el
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