LO QUE LA BIBLIA NO CUENTA
Desde hace años, los estudios arqueológicos en Palestina y Medio Oriente vienen aportando datos importantes y útiles para una mejor comprensión del mundo bíblico y, en particular, de los Evangelios.
El autor, licenciado en Teología Bíblica por el Estudio Bíblico Franciscano de Jerusalén, pone al alcance del público los últimos descubrimientos realizados en Cafarnaúm (la ciudad donde viviera Pedro y donde transcurrió gran parte de la vida pública de Jesús), los estudios realizados acerca de la tumba de la Virgen María en Jerusalén, las reveladoras excavaciones en la fortaleza de Maqueronte (donde fue degollado Juan el Bautista), y los hallazgos realizados en Éfeso (la antigua ciudad tan vinculada a la vida apostólica y al cristianismo primitivo).
Este texto, didácticamente ilustrado con fotografías y mapas (colocados al final del libro), se apoya en la arqueología para facilitar el acceso a ciertos pasajes aparentemente enigmáticos de los Evangelios e introducirnos en los usos y costumbres de la vida cotidiana en tiempos de Jesús.
Autor: Alvarez Valdes, Ariel
ISBN: 5705547533428
Generado con: QualityEbook v0.54
INDICE
P RÓLOGO
La casa que san Pedro le prestó a Jesús
De desconocido a famoso
La casa de Simón
Una extraña habitación.
Un pueblo con funcionarios públicos
La vida en el patio
Igual que las del barrio
La tan mencionada puerta
Todo quedaba en familia
Un techo que aclara poco
La sinagoga del Pan de Vida
Otros hombres. Otras casas
Lecciones privadas de teología
Una amarga despedida
Recuerdos que no se olvidan
Devolviendo los regalos
La fortaleza que vio morir a Juan el Bautista
La Perea, gloria y vergüenza
Un peligroso orador
El escándalo que nadie denunciaba
Por la mujer de su hermano
Capturado con traición
Las fortalezas del desierto
Evangelio y arqueología
Una ambigua posición
Escuchando con gusto a su acusador
Prisionero de fáciles relaciones
Ella entraba y salía con motivos
El por qué de un "qué cosa"
Los últimos días de Maqueronte
Un gigante entre ruinas
La tumba de la Virgen María ¿está en Jerusalén?
El valle del fin del mundo
¿La Virgen tuvo una tumba?
Cuando callan los evangelios
Apócrifos, pero no tanto
Lo que escuché del Apóstol Juan
Los últimos funerales
Un final inesperado: la asunción
Creer o no creer
La arqueología que nos hacía falta
El aporte de la ciencia
Aquel ominoso silencio
Se explica el misterio
Varios siglos más de estadía
Dos iglesias para un sepulcro
Lo que todo peregrino puede ver
¡Levantemos el corazón!
Éfeso, donde vivió Pablo y murió Juan
La ciudad de los dos Titanes
El día que Pablo la conoció
¿Quién fundó la Iglesia de Éfeso?
Los doce semicristianos
La primera cátedra popular de cristianismo
Guerra a la magia
Cuatro templos de una diosa
El templo de Pablo
La rebelión del teatro
No todo fue un adefesio
Los últimos desvelos por sus "santos"
La tumba de san Juan de Éfeso
La Iglesia de la Madre de Dios
Esperando otros apóstoles
PRÓLOGO
D ESDE hace años, los estudios arqueológicos en Palestina y Oriente Medio vienen aportando datos importantes y útiles para una mejor comprensión del mundo bíblico y, en particular, de los Evangelios.
El presente libro recoge cuatro artículos, escritos con el fin de mostrar de qué manera los aportes realizados por las excavaciones pueden resultar reveladores para acercarnos a algunas páginas del Nuevo Testamento.
En realidad debería haberse titulado Arqueología y Nuevo Testamento, pero los editores han optado por el más sugestivo Lo que la Biblia no cuenta.
Los descubrimientos en Cafarnaúm (la ciudad donde vivió Jesús durante gran parte de su vida pública), las excavaciones en la fortaleza de Maqueronte (donde Flavio Josefo nos dice que fue degollado Juan el Bautista), los estudios realizados en la tumba de la Virgen María en Jerusalén, así como los hallazgos en la antigua ciudad de Éfeso, de tantas resonancias bíblicas, aparecen aquí sintetizados y enmarcados en sus respectivos episodios bíblicos.
Los cuatro capítulos de esta obra pretenden mostrar, de manera amena y divulgativa, cómo una ciencia aparentemente árida y exclusiva para iniciados, como la arqueología, puede aportar interesantes datos para una mejor lectura de la Biblia por parte de los lectores más sencillos.
LA CASA QUE SAN PEDRO LE PRESTÓ A JESÚS
C UANDO Jesús empezó su vida pública, abandonó Nazaret, donde se había criado, y se instaló en Cafarnaúm.
Simón, un pescador de la villa, le ofreció su casa para vivir, y Jesús hizo de ella el centro de su actividad en Galilea.
Hoy los arqueólogos han descubierto esta casa. Y los detalles que han revelado permiten entender mejor muchas páginas de los Evangelios.
De desconocido a famoso
E N la región de Galilea, sobre la orilla norte del lago de Tiberíades, a 4 km de la desembocadura del río Jordán, yacía hace dos mil años un pequeño pueblito. Su nombre era Cafarnaúm, que significa "ciudad de la consolación".
A pesar de su gran antigüedad, puesto que ya era habitada desde hacía mil quinientos años, de su posición estratégica junto al lago, y de hallarse ubicado sobre una ruta comercial importante, nunca logró adquirir notoriedad alguna. Al punto tal de que jamás aparece nombrado en el Antiguo Testamento.
Pero repentinamente el pueblito se volvió célebre. Fue a partir del día en que Jesús decidió abandonar su ciudad natal. Nazaret, ubicada 34 km al sudoeste, e instalarse en él (cf. Mt 4, 13). Simón el pescador le prestó su casa, y desde entonces esta villa se convirtió en el centro de sus actividades en Galilea, y en el punto focal de las miradas de los pueblos vecinos. Al radicarse Jesús en ella, la humilde villa pasó a ser la capital del anuncio evangélico. Y a tal punto quedaron ambos ligados, que pasará a llamarse "la ciudad de Jesús" (cf. Mt 9, 1) a pesar de que Él no habla nacido en Cafarnaúm sino en Belén, ni se había criado allí sino en Nazaret.
Jesús la prefirió, pues el pueblo de Nazaret, donde había vivido toda su vida, estaba demasiado aislado en medio de las montañas de Galilea. En cambio Cafarnaúm, por su posición privilegiada sobre un cruce importante de caminos le otorgaba más posibilidades para el anuncio de su mensaje del Reino de Dios.
La casa de Simón
Y A antiguos peregrinos que visitaban Tierra Santa en los primeros siglos contaban que, al pasar por Cafarnaúm habían podido ver la casa de Simón Pedro todavía en pie. Así, la española Egeria, que vino a Palestina en el año 381, dice que en esa época había podido tocar con sus manos las mismas paredes de la casa. Un poco más tarde, en el año 570, otro peregrino, procedente de Piacenza, dejó escrito en su diario que había podido estar en la casa del príncipe de los apóstoles, ahora convertida en iglesia.
Pero, ¿dónde hallar hoy esta casa, se preguntaban a comienzos del siglo XX los arqueólogos, entre tantas ruinas y escombros? Todo lo que quedaba en el lugar donde un día se alzara el antiguo pueblo, o "ciudad" como lo llaman los evangelios, eran restos de casas de piedras destruidas, en una extensión de 60000 m2. El pueblo entero estaba allí, pero dormía bajo los restos semiderruidos de sus edificios y los bloques de piedra caídos. Y la famosa casa admirada por los antiguos peregrinos se escondía en alguna parte, sepultada por el amontonamiento de tierra y la devastación de los años. ¿Su memoria se había perdido para siempre?