Primera edición electrónica en epub: 2016, de acuerdo con la primera edición en papel de 2009
DR © 2016. Universidad Nacional Autónoma de México
Circuito Mtro. Mario de la Cueva s/n, Ciudad Universitaria
Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación ni de la UNAM. Prohibida la reproducción total o parcial de los textos aquí publicados, por cualquier medio sin la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales.
PRESENTACIÓN
El primer siglo de la expansión colonial española hacia el subcontinente de América del Norte; la diferenciación regional manifiesta en los regímenes de trabajo implantados en un principio en el centro, el occidente y el norte de la Nueva España; la paradójica situación de que, en zonas productoras de plata y oro, como lo fueron varias de las del norte novohispano, la moneda escaseara invariablemente y aun llegara a desaparecer casi por completo de la circulación de manera cíclica; la relación viciosa entre la minería de metales preciosos y el sistema monopólico de comercio, y la vulnerabilidad de los territorios fronterizos del norte del país en las primeras décadas del siglo XIX, ejemplificada con el caso de las Californias, son los temas sobre los que versan los cinco estudios históricos que forman la parte medular de este volumen. Tres de estos estudios habían sido publicados previamente, en tanto que los otros dos se encontraban inéditos hasta ahora.
Siendo estudios particulares, todos ellos unitarios en sí mismos y elaborados separadamente, su conjunto tiene sin embargo una cualidad agregada: son trabajos que, por haber resultado de una serie de hipótesis comunes y coherentes, vienen a ser de algún modo complementarios unos con otros. Podrá constatar fácilmente el lector que los procesos fácticos examinados en cada uno de los estudios cobran una significación más rica considerados en el marco del conjunto de los referidos estudios. Por eso, y por los referentes histórico-geográficos de estos trabajos, parece justificado afirmar que se trata de estudios que ayudan a comprender los procesos de formación del norte de México, región vastísima, como todos sabemos; diversificada internamente en cuanto a sus procesos históricos formativos, pero sin duda contrastante en muchos aspectos con las realidades sociales, económicas e institucionales desarrolladas desde el siglo XVI en los espacios correspondientes a lo que fue el antiguo mundo mesoamericano. Precisemos, para no incurrir en excesos, que se ofrecen aquí algunas claves de comprensión, que seguramente dejan más preguntas abiertas que las que logran responder de manera más o menos plausible.
A este material al que aludimos se han agregado, para integrar el volumen, cuatro textos de una distinta naturaleza. Se trata de escritos, algunos de ellos muy breves, en los que se reflexiona sobre ciertos tópicos relacionados con el pensar y el hacer de los historiadores, así como con lo que el autor concibe como la dimensión ética del trabajo de investigación. Han sido incluidos aquí, aun a riesgo de fracturar la unidad del contenido del libro, en razón de que su lectura y consideración ayudarán a entender las preocupaciones teórico-metodológicas y las convicciones más sentidas que subyacen en el trabajo del historiador. Es indudable que la posible originalidad y los sesgos de un estudio histórico derivan más de lo que se ha configurado en la cabeza del investigador y alienta el ánimo de éste que de la información que se pueda recopilar sobre los procesos fácticos analizados.
Se decidió preparar este volumen en un momento en que vino a menos la salud del autor. En esas circunstancias, fue necesario recurrir a la ayuda de tres técnicos bien calificados en cuestiones editoriales, que lo fueron Javier Manríquez, Juan Domingo Vidargas e Israel Rodríguez, los que se hicieron cargo de capturar los textos que no se habían preservado en medios electrónicos, de uniformar formatos y notas y de preparar todo el material de conformidad con las reglas editoriales establecidas. A ellos tres, el cumplido agradecimiento del autor.
I.
Introducción
Desde el punto de vista geográfico, el ámbito al que vamos a referirnos aquí se corresponde más o menos con lo que la opinión común considera que es el subcontinente de Norteamérica. Es necesario precisar, sin embargo, que de ese ámbito quedará excluido lo que era el mundo mesoamericano. Dentro del marco cronológico del siglo XVI nos ocuparemos primero en reseñar los movimientos de avance hacia el septentrión americano que no cristalizaron en un inmediato y estable poblamiento, para después pasar a examinar lo que fue el desarrollo de los procesos de colonización. Con aquéllos, los contactos de los españoles con las tierras y los pueblos de Norteamérica fueron efímeros o marginales y, en tanto experiencias colectivas, trascendieron básicamente a través de los registros de los mismos españoles, lo que no significa que en cada situación particular de contacto interétnico no haya habido, junto a la experiencia española, una contraparte indígena. Las sociedades de origen europeo ya implantadas en suelo americano tuvieron obviamente otras formas de relación con el medio geográfico y con las sociedades autóctonas. Podemos decir que, con la colonización, la historia de los españoles en América se vuelve ya historia americana.
Descubrimiento de una frontera cultural
La frontera entre los cultivadores mesoamericanos y los cazadores-recolectores de las partes septentrionales corría, como sabemos, de uno a otro océanos. De la región del río Pánuco, en la vertiente del golfo de México, descendía hacia el sur, para luego seguir aproximadamente por el curso del río Lerma-Santiago, prolongándose hacia el norte hasta la altura del río Sinaloa o Petatlán, que desemboca en el golfo de California. Empeñados desde el año de 1519 en la ocupación del mundo de alta cultura que ha sido llamado Mesoamérica, los españoles no tardaron en acceder por muy distintos puntos a esa larga línea de demarcación que arriba describimos, la que, en un principio por lo menos, hubo de obrar como una barrera que detuvo allí los movimientos de expansión colonial.