ESCRITOS DE JUVENTUD
1923-1942
Título original: Frühe Schriften. 1923-1942
Traducción: Roberto H. Bernet
Edición digital: Grammata.es
© 2005, Verlag für medizinische Wissenschaften Wilhelm Maudrich, Viena
© 2007, Herder Editorial, S.L., Barcelona
© IMAGNO /Viktor FranklInstitut (por las imágenes)
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I.S.B.N. digital: 978-84-254-2704-6
Más información: sitio del libro
Herder
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En la publicación de estos escritos de juventud hemos querido respetar la forma en que Viktor Frankl indicó su nombre o firmó sus escritos, documentando de ese modo su propio desarrollo.
Ilustración 1:
Viktor Frankl en 1928.
PREFACIO DE LA EDITORA
Durante los preparativos para la edición de este libro he llegado a conocer a mi padre desde una faceta totalmente nueva. Ha sido una vivencia singular leer los escritos que compuso cuando era alumno de instituto, estudiante universitario o joven médico. Hasta el momento sólo conocía el estilo de Viktor Frankl como escritor maduro y experimentado que había encontrado ya hacía mucho tiempo su propio camino y que trabajaba incansablemente para proseguir la formulación de su planteamiento humanístico de la psicoterapia. Aquí, en cambio, me encontré con un hombre joven todavía en búsqueda, que con corazón ardiente pero con la mente lúcida entraba en diálogo con las corrientes intelectuales de su tiempo, para dejarlas por fin atrás.
Entre estos escritos se cuentan los breves textos expresionistas que Frankl publicó en el periódico Der Tag a los diecisiete años, siendo todavía alumno de enseñanza secundaria. Están después los escritos de Frankl de cuando era estudiante universitario, marcados por la psicología individual y el espíritu socialista. Más tarde nos encontramos con las páginas comprometidas y animadas de profunda compasión en las que llama a la creación de los centros de asesoramiento juvenil. Después vienen los informes y las descripciones de casos provenientes de la labor de consultorio en los ya instituidos centros de asesoramiento, escritos en un lenguaje sobrio y objetivo. En la década de 1930 se modifica nuevamente el tono: el joven médico refiere en un estilo profesional clínico las observaciones que realiza en pacientes y sus experiencias con medicaciones novedosas, aunque esboza también en el marco de esos informes el emotivo cuadro de una celebración religiosa llevada a cabo en la clínica psiquiátrica Steinhof. Por último, ya hacia fines de la década de 1930, se anuncia en concisas investigaciones filosóficas el surgimiento de la nueva psicoterapia orientada hacia la pregunta por el sentido, que hallará después difusión en todo el mundo bajo el binomio de «logoterapia y análisis existencial».
Es comprensible que mi acercamiento a estos textos tenga un tono sumamente personal. Sin embargo, en ellos se refleja también el clima espiritual con que un joven despierto se encontró en la Viena de la época de entre guerras. Al leer estos escritos se va formando así un cuadro fascinante de los desarrollos políticos, sociales y de cosmovisión que se produjeron en la primera mitad del siglo XX.
Muchos de los textos publicados en este volumen fueron reunidos por Eugenio Fizzotti durante un período de estudios de un semestre con mi padre en el año 1969. Dos décadas después, mi hija Katja pudo sacar a la luz otros escritos de la primera época. Los huecos restantes pudieron llenarse gracias a la ayuda que me prestaron los colaboradores de la Biblioteca central de Física de la Universidad de Viena y mi amiga Judy Ingram, de Londres. A todos ellos quisiera expresar aquí mi gratitud.
Viena, octubre de 2004
INVITACIÓN A LA LECTURA DE LOS ESCRITOS DE JUVENTUD DE VIKTOR FRANKL
por EUGENIO FIZZOTTI
FRANKL, PIONERO DE LOS CENTROS DE ASESORAMIENTO JUVENIL
Ya a fines de 1914, el encargado del archivo del Dresdner Bank en Berlín, Hugo Sauer, expuso la importancia que tenía la creación de centros de asesoramiento para jóvenes necesitados de ayuda en los aspectos psíquicos y morales. Y realmente, había en ese entonces entre los jóvenes numerosos casos de intento de suicidio, de fuga y de depresión con importantes consecuencias en el rendimiento escolar, en las relaciones sociales y familiares, así como en la capacidad de responder adecuadamente a las propuestas hechas por el contexto ambiental. Hugo Sauer no se quedó en las palabras: llevó a la práctica sus ideas organizando centros de ayuda psicológica en Berlín, Núremberg, Breslau y Magdeburgo, y en 1923 ilustró los resultados positivos de su actividad en una breve publicación que suscitó mucho interés tanto en los lectores como en las autoridades políticas.
Entre los que seguían con entusiasmo y atención particular la iniciativa de Hugo Sauer había un joven vienés estudiante de medicina, Viktor E. Frankl, hijo de un director del Ministerio de Asuntos Sociales. Políticamente comprometido, jefe administrativo de los estudiantes socialistas de toda Austria, miembro de la Sociedad de Psicología Individual -fundada en 1912 por Alfred Adler, después de su clamorosa separación de Sigmund Freud en 1907-, Frankl leía con perplejidad las alarmantes noticias de la prensa austríaca y veía confirmada también en Viena la precaria situación en que se encontraba la juventud: carente de intereses, presa del vacío existencial, más orientada a «dar al traste con todo» que hacia una toma de conciencia de la propia responsabilidad.
Con fervor, Frankl hizo propia la propuesta de Hugo Sauer y, sirviéndose de las páginas de varios periódicos y, sobre todo, de la revista DerMensch im Alltag, de la cual fue director en 1927, no vaciló en presentar largas listas de episodios de jóvenes decepcionados y marginados que habían elegido el suicidio como solución radical a las difíciles situaciones en que se encontraban.
Al hacerlo, Frankl despertó la atención de las autoridades competentes y de los responsables del movimiento psicológico al que pertenecía, ofreciéndoles un vasto campo de trabajo con un resultado seguramente positivo. Poco después de la apertura del primer centro de asesoramiento en Viena escribía Frankl: «La referencia a la necesidad general de una institución de este tipo se hace superflua si se tiene en cuenta, por una parte, la acumulación de tragedias juveniles y del cansancio de la vida entre los jóvenes y, por la otra, el fracaso de los padres o de la escuela en muchos de estos casos. Preguntar en este contexto dónde han de buscarse las verdaderas causas es irrelevante, puesto que lo único que aquí interesa o, por lo menos, lo que no puede descartarse, es la posibilidad de acudir en ayuda». Y concluye: «Habrá que coincidir con la opinión de que es imposible pensar la vida pública de una gran ciudad del futuro con una asistencia social completa sin que posea también un asesoramiento juvenil organizado» (Frankl 1928, 194, véase más abajo, pág. 146).
La plena adhesión de algunos grandes estudiosos de la psicología como Charlotte Bühler, Oswald Schwarz y Rudolf Allers convenció cada vez más al joven Frankl de la bondad de la iniciativa. Como es obvio, no faltaron las oposiciones: por ejemplo, Heinrich Soffner, persuadido de que el origen de las perturbaciones juveniles debía señalarse sobre todo en situaciones de carencia social y económica, prefería intervenciones rotundas en el campo de las estructuras organizativas, familiares y escolares.