Martin Gardner
Crónicas marcianas
y otros ensayos
sobre fantasía y ciencia
Título original: Gardner’s Whys and Wherefores
Publicado en inglés por University of Chicago Press, Chicago y Londres
Traducción de Marco Aurelio Galmarini
Cubierta de Mario Eskenazi y Asociados
Edición digital: Sargont (2019)
a edición, 1992
© 1989 by The University of Chicago Press, Chicago
© de todas las ediciones en castellano,
Ediciones Paidós Ibérica, S.A., - Barcelona
Editorial Paidós, SAICF, - Buenos Aires
ISBN: 84-7509-809-6
Depósito legal: B - 19.199/1992
Impreso en España - Printed in Spain
SUMARIO
1. LAS FANTASIAS DE H. G. WELLS
Este artículo apareció originariamente en Supernatural Fiction Writers: Fantasy and Horror, vol. 1, editado por E. F. Bleiler. © 1985, Charles Scribner’s Sons.
Humanista mundano, crítico social, novelista, H. G. Wells produjo obras voluminosas que reflejaron la apasionada lucha de toda su vida contra la injusticia y por la construcción de un mundo mejor. Para Wells, la razón y la ciencia eran herramientas con las cuales la especie humana, a medida que, lenta y penosamente, emerge de su pasado animal, construye una cultura mundial libre de superstición, guerra, pobreza y enfermedad. A este movimiento le llamó «conspiración abierta», para distinguirla de las conspiraciones cerradas, clandestinas, de los movimientos radicales inspirados por Karl Marx. Men Like Gods (1923), la más grandiosa de sus novelas utópicas, utiliza el recurso de un «mundo paralelo» para describir un cuadro brillante de lo que podría ser el futuro de la Tierra. Pero Wells también tuvo momentos de desánimo en los que describió utopías negativas que podían ser resultado del fracaso de la conspiración, sobre todo si el progreso de las armas modernas hace perder a la humanidad lo que Wells llamaba, en una frase que se cita muy a menudo, «la carrera entre la cultura y la catástrofe».
Herbert George Wells (1866-1946) nació el 21 de septiembre en Bromley, Kent. El padre era tendero y jugador semiprofesional de cricket; la madre había sido doncella de una dama. Tras graduarse en biología, se dedicó a la enseñanza una breve temporada antes de comenzar su destacada carrera de escritor. Su primer gran éxito, La máquina del tiempo , de 1895, se convirtió en un clásico de la ciencia-ficción. Aunque Wells fue objeto de gran admiración como autor de novelas realistas, tales como Kipps: The Story of a Simple Soul (1905), Tono- Bungay (1909), y su monumental trilogía de conocimiento The Outline of the History (1920), The Science of Life (1930) y The Work, Wealth and Happiness of Mankind (1931), hoy se le lee principalmente por sus fantasías científicas.
La reputación de Wells como padre de la ciencia-ficción moderna se apoya no sólo en la cantidad y la calidad de su obra en este género, sino también en el asombroso número de recursos básicos de ciencia-ficción que fue el primero en emplear con notable originalidad. En casi todas las obras de ficción, incluso las de ciencia-ficción y las fantásticas, Wells persiguió algo más que el mero entretenimiento. Sus novelas y sus narraciones breves contienen por lo general mensajes de índole filosófica y política, a menudo en la forma de amarga sátira de las costumbres y las instituciones sociales con las que no simpatizaba.
Wells sólo escribió cinco novelas cortas que podrían llamarse fantasías, aunque, naturalmente, la ciencia-ficción está impregnada de fantasía. The Wonderful Visit (1895) le fue sugerida por una observación de John Ruskin, según la cual, en caso de que apareciera un ángel en la Tierra, seguro que alguien le dispararía. La novela se inicia en un pequeño suburbio londinense donde un pastor protestante dispara a lo que él toma por un flamenco, pero que resulta ser un hermoso ángel macho, no del cielo cristiano, sino de un mundo del hiperespacio, donde no hay mal, ni enfermedad, ni envejecimiento. Mientras el pastor, de mentalidad liberal, cuida del inmortal hasta que recobra la salud, las mezquinas y desagradables reacciones de la gente del pueblo proporcionan a Wells abundante material para atacar la cultura británica y compararla con la visión socialista utópica simbolizada por el mundo del cual ha venido el ángel.
Los dulces y torpes intentos del ángel por comprender la sociedad humana y adaptarse a ella crean muchos problemas, de los cuales no es precisamente el menor su romance con Delia, la bonita criada del pastor. Aunque para el ángel resulta difícil comer con cuchillo y tenedor y dormir en una cama, demuestra ser un consumado violinista. La música que toca despierta una visión de belleza tan extraña y sobrenatural en el pastor que éste promete no volver a tocar dicho instrumento.
Una noche, por descuido, tras encender una lámpara, el pastor deja caer en la papelera el fósforo aún sin apagar. La vicaría arde. Delia se lanza a las llamas para salvar el violín del pastor, y el ángel la sigue. Tras morir en el incendio, ambos son trasladados a otro mundo. El pastor, a quien el ángel ha hecho tomar conciencia de las estupideces del mundo, muere poco después. Wells colaboró con St. John Ervine en una versión teatral de The Wonderful Visit para una producción del St. Martin’s Theatre en 1921. Hoy, la novela está olvidada casi por completo.
Igualmente olvidada está la más larga de las fantasías de Wells, The Sea Lady: A Tissue of Moonshine, de 1902. Cuenta la historia de otro ser inmortal, pero esta vez no del cielo, sino del mar: una sirena de pelo dorado que sale del océano en la playa de Sandgate para investigar la vida humana, particularmente la vida de Harry Charteris, por quien se siente atraída. Charteris tiene ante sí la prometedora perspectiva de un matrimonio convencional y una carrera política. Sin embargo, se siente sensualmente arrastrado hacia la dama del mar y sus promesas de «mejores sueños» y de una región misteriosa que trasciende el mundo por él conocido. En la descripción anterior de Wells de una «visita maravillosa», el pastor oculta las alas del ángel con un abrigo que da a éste para que lo use. Charteris hace pasar a su «ángel» por la señorita Doris Thalassia Waters, cuya cola de pez va siempre oculta cuando la llevan a la playa en una silla de ruedas.
La señorita Waters, naturalmente, es un símbolo, la contrapartida femenina del marino por el que se siente atraída la heroína de Henrik Ibsen en su pieza titulada La dama del mar. En ambas obras, el tema es el conflicto entre una vida segura, aburrida, predecible, y los sueños salvajes, sin ley, los cantos de sirena, el amor sexual y la aventura. Es un conflicto que Wells vuelve a explorar en The New Machiavelli, de 1911, y en otras novelas realistas. The Sea Lady termina cuando Charteris, con la sirena en brazos, entra en el mar, bajo la brillante luz de la luna, «y en él se hunde, dejando atrás esta vida nuestra en pos de cosas ignotas e inconcebibles».
Si bien la novela de Wells titulada The Undying Fire, de 1919, tiene como modelo el Libro de Job y se inicia con un prólogo en el que Dios y Satanás razonan acerca del bien y del mal y del futuro de la humanidad, en esencia es una novela realista: la historia de un educador consagrado a la «llama inmortal» del conocimiento que las generaciones mayores deben transmitir a las más jóvenes. Sin embargo, el prólogo del libro, considerado por sí mismo, es una joya de la fantasía filosófica.
Tres de las novelas breves de Wells, publicadas cada una como librito independiente, podrían calificarse de fantasías. The Croquet Player, de 1936, presenta el familiar tema wellsiano del hombre todavía como animal con gran capacidad de autodestrucción. La narración de la historia corre a cargo de George Frobisher, un inglés indolente, conservador, de clase alta, que no tiene el menor interés en la «conspiración abierta». Un médico jubilado lo persuade a medias de que una región cercana llamada Cainsmarsh está poblada de fantasmas del hombre de Neanderthal. En cierto sentido, la historia no es una fantasía, porque entra en escena un psiquiatra, que comparte los puntos de vista de Wells, y dice a Frobisher que Cainsmarsh no existe. Es una alucinación del inconsciente del médico, que así puede hacer frente a su idea de que el mundo está enloqueciendo. Y en verdad el mundo está al borde de la destrucción (Wells escribe a la ominosa sombra de la segunda guerra mundial, ya inminente). «Sólo los gigantes pueden salvar el mundo», exclama el psiquiatra a Frobisher. «Tenemos que forjar en todo el mundo una civilización más dura, más fuerte, como el acero. Tenemos que hacer un esfuerzo mental mayor del que las estrellas jamás hayan presenciado hasta ahora. ¡Oh, Mente del Hombre, despierta!»