BI BLI OT ECA AMERI CANA
P royectada por P edr o Henr íquez Ur eña
y publicada en memoria suya
Serie
VI AJ ES AL S I GLO XI X
Asesoría
JOSÉ EMILIO PACHECO
VICENTE QUIRARTE
Coordinación académica
EDITH NEGRÍN
LA REVOLUCIÓN Y LA FE
FRAY SERVANDO TERESA DE MIER
LA REVOLUCIÓN
Y LA FE
Una antología general
Selección y estudio preliminar
Begoña Pulido Herráez
Ensayos críticos
Cristina Gómez Álvarez
Mariana Ozuna Castañeda
José Javier Villarreal
Cronología
Héctor Fernando Vizcarra
Begoña Pulido Herráez
FONDO DE CULTURA ECONÓMICA
FUNDACIÓN PARA LAS LETRAS MEXICANAS
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
Primera edición FCE/FLM/UNAM, 2013
Primera edición electrónica, 2016
Enlace editorial: Eduardo Langagne
Diseño de portada: Luis Rodríguez / Mayanín Ángeles
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ISBN 978-607-16-4625-5 (mobi-FCE)
ISBN 978-607-02-8646-9 (mobi-UNAM)
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ÍNDICE
ESTUDIO PRELIMINAR
ENTRE LO FESTIVO Y LO TRÁGICO
BEGOÑA PULIDO HERRÁEZ
TODO COMENZÓ CON EL SERMÓN
Poderosos y pecadores son sinónimos en el lenguaje de las Escrituras, porque el poder los llena de orgullo y envidia, les facilita los medios de oprimir, y les asegura la impunidad.
FRAY SERVANDO TERESA DE MIER
Sintiendo la proximidad de su muerte, fray Servando Teresa de Mier tuvo la idea de invitar a sus amigos, a los miembros de las comunidades, colegios y cofradías, a la ceremonia de administración de los santos óleos. Era el 16 de noviembre de 1827 y los invitados acudieron al Palacio Nacional, lugar donde vivía el famoso dominico. Su amigo
el Chato embrollón, don Miguel Ramos Arizpe (en ese entonces ministro de justicia y negocios eclesiásticos), era el encargado de dar la extremaunción. Estaban presentes, entre otras personalidades ilustres, Guadalupe Victoria, presidente de la república, y Nicolás Bravo, vicepresidente. Una vez más, como sucedía periódicamente al atravesar distintas encrucijadas de su vida, Servando Teresa de Mier pronunció un discurso donde
resumía su vida llena de avatares, cárceles, fugas, donde volvía a referirse al famoso sermón que había pronunciado en 1794 y donde se reconocía de nuevo como un
luchador por la libertad y por la causa independentista. Este gesto evidenciaba una vez más el carácter histriónico y un tanto exhibicionista del fraile. Sellaba asimismo con un acto público una vida que nunca había dejado de estar en el huracán de los acontecimientos más importantes desde que subiera al púlpito aquel famoso diciembre de
1794 y pronunciara el sermón que habría de ser un parteaguas en su vida. Días después,
el 3 de diciembre de 1827, moría fray Servando Teresa de Mier en Palacio Nacional.
Luis G. Urbina, en el estudio que precede a la selección de textos de la Antología delCentenario, enclava la vida de Mier entre dos actos públicos, uno de carácter sagrado y otro de orden profano: “Mier dio principio a su dramática celebridad con un discurso sagrado; la selló con otro discurso profano. Y aun pudiera afirmarse que la famosa oración que niega la aparición de la Virgen de Guadalupe es un discurso tan político como el que combate la federación mexicana. Uno en 1794, otro en 1823, son
elocuentes gritos de libertad. En el púlpito y en la tribuna parlamentaria, este ingenio fue todo sinceridad, todo verdad. La luz de su honrada conciencia se filtra por la urdimbre teológica, apretada como una reja claustral, en 1794, y se expande, como una aurora, en
1823”. Aun cuando desde una tribuna menos pública, su última invitación cierra el círculo de su vida sumando lo religioso y lo profano: la administración de un sacramento 11
y el discurso republicano.
José Servando de Santa Teresa Mier, Guerra, Buentello e Iglesias nació en
Monterrey, Nuevo León, el 18 de octubre de 1763 y murió en la ciudad de México el día
que hemos mencionado, el 3 de diciembre de 1827. “Noble y caballero”, dice acerca de
sí mismo, no sólo por su grado de doctor mexicano en teología, conforme a la ley de Indias, o porque su origen se remonte a la más realzada nobleza española (los duques de
Granada y Altamira, así como la casa de Mioño), sino fundamentalmente porque en América es descendiente de los primeros conquistadores del Nuevo Reino de León y, por
consiguiente, “caballero hijodalgo de casa y solar conocido con todos los fueros anexos a este título en los reinos de España”. Aun cuando en el texto conocido como la Apología exhibe varias veces sus pretensiones aristocráticas, el historiador David Brading opina que Mier perteneció a lo que se podría llamar la alta burguesía fronteriza. Su abuelo paterno, Francisco de Mier y Noriega, asturiano de Llanes, se había establecido en Monterrey en 1710 y había sido escribano público. Su hijo Joaquín de Mier y Noriega fue regidor y alcalde ordinario, así como gobernador interino de la provincia del Nuevo Reino de León. Un hermano de Mier fue gobernador de la provincia, y dos de sus hermanas se casaron con los directores locales del monopolio real del tabaco y de la oficina de alcabalas. Entre los parientes influyentes se cuentan don Juan de Mier y Vilar, canónigo de la catedral metropolitana y rector de la Inquisición, y don Cosme Mier y Trespalacios, oidor y más tarde regente de la Audiencia de México.
En la partida de bautismo del 28 de octubre de 1863 se dice que el infante José Servando de Santa Teresa era “de nueve días de nacido, español, hijo legítimo de D.
Joaquín Mier y Noriega y de Da. Antonia Guerra, españoles y vecinos de esta ciudad”.
Era común en los registros de nacimiento de los americanos mencionar su calidad de
“españoles e hijos de españoles”. No hay que olvidar que las listas de agravios que los criollos hacían llegar a la corona española estaban encabezadas por la queja en contra de la discriminación secular de que eran objeto los españoles americanos para ocupar altos cargos civiles y eclesiásticos. Se trata de uno de los puntos fundamentales en las “quejas de los americanos”, junto con otra cuestión que asimismo hería el orgullo de los nacidos en este lado del Atlántico: la defensa de las antigüedades americanas, de la tierra, de los habitantes y de su ilustración, como refutación a los detractores del Nuevo Mundo que habían poblado el siglo XVIII. Ambas cuestiones van a ser retomadas por Mier a lo largo del proceso que lo convertirá en un defensor y un ideólogo de la independencia.
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