El Mensajero de Dios: Muhammad
M. Fethullah Gülen
Introducción General
Me gustaría presentar al lector la vida ejemplar del bendito Profeta Muhammad [1] y su personalidad distinguida y excepcional. “El agua de la vida” para la salvación de la humanidad debería ser conocida por todo el mundo.
El Profeta Muhammad es la gloria de la humanidad. Durante los catorce siglos pasados, muchos pensadores, filósofos, científicos y eruditos, cada uno una estrella radiante en nuestro mundo intelectual, han permanecido de pie tras él en señal de respeto y admiración, y se han enorgullecido de pertenecer a su comunidad.
Es suficiente para apreciar y entender su grandeza que incluso después de tantos ataques recibidos, todavía oigamos las palabras “atestiguo que Muhammad es el Mensajero de Allah” en los alminares cinco veces al día. Nos alegramos mucho mientras su nombre se proclama desde los minaretes, como hacen los muertos y otros seres espirituales. A pesar de los esfuerzos concertados para corromper a nuestra gente joven y pervertirla, ellos siguen dirigiéndose sin cesar hacia él, aunque no puedan percibir la realidad de Muhammad en su totalidad.
El tiempo no nos ha hecho olvidar su verdad. Está tan claro en mi mente que si menciono su sagrado nombre, es como si estuviera a punto de encontrarme con él. Una vez, mientras iba en peregrinación a su ciudad, la radiante Medina, sentí que estaba a punto de aparecer y darnos la bienvenida. Al pasar el tiempo algunos pensamientos se convierten en obsoletos, pero él permanece tan fresco como un capullo de rosa en nuestros corazones. Además, cuando oímos su nombre desde los alminares, abandonamos nuestro trabajo inmediatamente y, aceptando su invitación, nos apresuramos a la mezquita.
Si hubieran permitido que nosotros lo describiéramos como los otros han sido descritos, si hubiéramos usado las instituciones sociales y educativas como un medio para este fin, entonces, quizás, nuestros jóvenes seguirían su camino. A pesar de nuestros defectos, muchos toman sus cántaros y corren para llenarlos en esta “fuente pura”. En cada lugar del mundo, incluidos los Estados Unidos, Inglaterra, Francia y Alemania, tiene lugar un renacimiento islámico. Los musulmanes siembran estas tierras con las semillas de un futuro feliz. El Islam está sano y florece en todas partes como lo hacía durante la Era de la Felicidad, la época de Muhammad.
Lo mismo ocurre sobre todo en las tierras musulmanas. Aquellos musulmanes cuya devoción al Islam era en gran parte inconsciente y carecían de percepción profunda o de ansia de investigación, han dado paso a una nueva generación que sigue conscientemente a Muhammad, a la luz de la ciencia y con los avances del conocimiento. Aquellos que explotaban la incredulidad en las escuelas y las universidades, corren ahora a él. Incluso gente tan conocida como Maurice Bucaille y Roger Garaudy han reconocido la falsedad de sus sistemas y se apresuran a recibirle. [2]
Muhammad como el más querido de los corazones
Me pregunto si hemos reconocido como se merece al más querido de los corazones. Incluso yo, que he estado realizando cinco salat [3] diarios desde que tenía cinco años, esforzándome por ser un criado en su puerta, me pregunto si puedo reconocerlo. ¿Hemos podido entusiasmar con amor los corazones de nuestras generaciones actuales al describir la última fuente de todo amor y entusiasmo?
Si la humanidad conociera a Muhammad, se habría enamorado de él, como Maynun se enamoró de Layla. [4] Siempre que su nombre fuera mencionado, temblarían de alegría esperando entrar en la atmósfera que le rodea a él y a aquellos que siguen su camino incondicionalmente.
Sólo podemos amar a quienes conocemos, y sólo hasta lo que alcanza nuestro conocimiento. Nuestros enemigos han intentado hacérnoslo olvidar, y asegurarse de que su nombre ya no sea mencionado. Como él es apoyado por Allah, todos los obstáculos han sido derribados y la nueva generación se somete a él tan gozosamente, como el que está muriendose de sed y al final encuentra el agua que tanto buscaba. Su impresionante ternura y su compasión abrazarán a cada persona "sedienta" que se le acerque.
Debéis haberos dado cuenta de que cuando venís al salat del yuma (el salat del viernes), la reunión de los fieles en la mezquita consiste fundamentalmente en jóvenes reunidos. ¿Os habéis preguntado alguna vez, a pesar del predominio de la equivocación y de la rebelión, del frío y otras dificultades, por qué los jóvenes vienen a las mezquitas y permanecen allí? Solamente hay una razón: Muhammad. Tanto si podemos percibirlo como si no, el alma y el corazón corren a él como las mariposas revolotean en torno a una vela. Incluso las ovejas descarriadas que no han tenido tanta suerte volverán a él. Los científicos y los pensadores lo estudiarán. Los que son actualmente sus enemigos, serán sus amigos íntimos y se refugiarán en su calurosa acogida. En su tiempo, hasta sus enemigos le aceptaron.
Una vez, relató un sueño: “Se me puso en una balanza junto a diez personas de mi Umma y yo fui mayor que ellas. Luego, me pesaron con cien y luego mil personas más y yo fui más pesado que todas”. [5] Relató también: “Y al final me pesaron con toda mi Umma y yo los superé a todos en peso”. [6] Él es mayor que toda la gente intelectual, los místicos y gente de espiritualidad, de fe y de conocimiento, ya que todos los otros seres fueron creados debido a él. Sabemos que en una ocasión Allah le dijo: “Si no fuera por ti, no hubiera creado las esferas”. [7]
Muhammad describe el significado de la creación
El universo es un libro. Si Muhammad no hubiera sido creado, este libro no podría haber sido entendido. Crear un libro incomprensible es una pérdida de tiempo y un esfuerzo inútil. Como Allah está más allá de tales cosas, Él creó a Muhammad para describir el significado de la creación. Allah sería su maestro y la Tierra y los firmamentos estarían sometidos a él. Contestaría a todas las preguntas eternas: “¿Quién soy y dónde me hallo?” “¿Por qué fui creado?” “¿Cuál es mi destino final?” y “¿Quién es mi guía durante ese viaje?”
Muhammad da sentido a la creación y da respuesta a tales preguntas. Si hubiera sido reconocido en su totalidad, habría sido realmente querido. Aunque sabemos poco sobre él, seguimos queriéndole.
Dejadme narrar un incidente que ocurrió durante una visita a la santa ciudad del Profeta. La atmósfera era agobiante. Se me ocurrió algo: Suplico a Allah cada mañana diciendo siete veces: “¡Señor Mío! ¡Protégeme del fuego eterno del infierno y hazme entrar en el Paraíso entre Tus siervos devotos!” ¿Puede existir algún creyente que no desee entrar en el paraíso? Sin embargo, en ese ambiente, me pregunté: “Si os invitaran a entrar en el paraíso por cualquiera de sus siete puertas, ¿preferiríais entrar en la Rauda-la zona de la mezquita situada cerca de la tumba del Profeta-o directamente en el paraíso?”. Creedme: Juro por Allah que me dije: “Este lugar es más atractivo para mí. He tenido oportunidad de rozar mi cara con la tierra de mi maestro, donde yo preferiría ser un esclavo encadenado a todas las otras cosas del mundo. No quiero dejar escapar esta oportunidad”.
Creo que es el deseo de todos los creyentes. Cuando tuve esa oportunidad, estaba con un miembro del Parlamento Turco, el señor Arif Hikmet. Me comentó que había prometido revolcarse en la tierra como un asno al entrar en Medina. Ese gran hombre cumplió su promesa. Cuando me acuerdo de ese incidente, no puedo reprimir las lágrimas.
El mensaje de Muhammad abraza a toda la humanidad y los genios
Desde que el Profeta Muhammad vino con una sagrada Ley que nunca será derogada, un Mensaje que abraza a toda la humanidad y los genios, y que tiene cientos de milagros que superan a los de los demás profetas, él es la cabeza de todos los profetas. Por lo tanto, él es el núcleo y la confirmación de todos sus milagros. Es decir, el acuerdo de todos los profetas sobre la misma fe y el testimonio de sus milagros apoyan la honestidad y la veracidad de Muhammad. Al mismo tiempo, él es el maestro y la cabeza de todos los awliya-santos-y los eruditos de pureza y del conocimiento profundo, que han alcanzado la perfección por su enseñanza y orientación, y por la luz de su sagrada Ley.