Christoph Lindenberg
Biografía de Rudolf Steiner
Título Original: Rudolf Steinermit Selbstzeugnissen und Bilddokumenten dargestellt von Christoph Lindenberg
Lindenberg, Cristoph
Biografía de Rudolf Steiner.- 1a ed.- Villa Adelina: Antroposófica, 2012. 160 p. ; 21x14 cm.
Traducido por: Miguel López Manresa
ISBN 978-987-682-041-7
1. Steiner, Rudolf. Biografía. I. López Manresa, Miguel, trad. II. Título. CDD 921.3
© Reservados todos los derechos a favor de Editorial Antroposófica
Impreso en talleres de Antroposófica en abril de 2012
Editorial Antroposófica Buenos Aires, Argentina
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Rudolf Steiner - 1923
El principio del camino
Infancia y juventud
Rudolf Steiner era un niño de extracción humilde. Nunca habló mucho de los escasos recursos de su casa paterna, como máximo menciona de pasada las precarias condiciones en las que creció. No obstante, en el año 1919, cuando en una discusión, alguien que sólo conocía la pobreza de oídas, explicó las condiciones de los pequeños empleados de correos, Steiner exclamó: “aprendí a entender el proletariado porque yo mismo viví con los proletarios, crecí del proletariado y con el proletariado también aprendí a pasar hambre”.[1] Ese origen distingue a Rudolf Steiner de la mayoría de sus contemporáneos famosos o conocidos que, como él, nacieron en torno a 1860 en la monarquía danubiana: Sigmund Freud (1856), Edmund Husserl (1859), Gustav Mahler (1860), Theodor Herzl (1860), Arthur Schnitzer (1862) y Hermann Bahr (1863). Todos ellos procedían de la burguesía o de la gran burguesía, todos ellos crecieron de una manera natural en los mundos artísticos y pedagógicos de las postrimerías de la doble monarquía, algunos asistieron a los institutos vieneses más preeminentes que transmitían a sus alumnos la cultura estética e intelectual de la que luego creció el Modernismo Vienés. En cambio, en la familia Steiner no había ninguna tradición cultural digna de mención, ninguna estantería de libros y mucho menos una biblioteca. La religión tampoco desempeñada ningún papel, pues el padre se consideraba a sí mismo libre pensador. De modo que Rudolf Steiner creció sin haber sido favorecido ni consagrado por influencias culturales.
Hasta los dieciocho años Steiner vivió en el ámbito rural, pero no era un niño del campo. Como su padre, que era funcionario de ferrocarriles, debía trasladarse constantemente y nunca se sintió en casa en ningún pueblo en concreto. Ya cuando tenía diez años tuvo que constatar que era un extranjero en el pueblo2 y que no pertenecía a allí. Los lugares de su niñez fueron las estaciones de tren, y siempre se vio atraído por los intereses de su entorno relacionados con el funcionamiento de los ferrocarriles: “Las estructuras y procedimientos ferroviarios me interesaban mucho. Fue en los telégrafos de las estaciones que aprendí por primera vez a ver en la práctica la teoría de la electricidad. Y como niño también aprendí a telegrafiar.”2 Cuando más tarde asistió a la escuela superior en la vecina ciudad, era considerado un “forastero” y no un miembro de la comunidad de la clase, y al pueblo no pertenecía en absoluto. En su autobiografía El curso de mi vida no se mencionan alegrías juveniles ni travesuras infantiles. Un compañero de clase recuerda: “De hecho, en todas las travesuras que hacíamos y por las que luego éramos castigados él nunca estaba entre los implicados”.3
Ese aislamiento y falta de arraigo comenzó con la decisión del padre Johann Steiner (1829-1910) de dejar su querida profesión de cazador y guardabosque y buscar su suerte en el extranjero, para poder casarse con Franziska Blie (1834-1918). Encontró un puesto de trabajo como telegrafista en el ferrocarril austríaco del sur que, en enero de 1861, le llevó a trasladarse a Kraljevec, en (el extremo norte de) la actual Croacia. Allí, lejos de todos los parientes y amigos de sus padres, nació Rudolf Steiner el 25 de febrero de 1861. Fue bautizado dos días más tarde, el 27 de febrero, que generalmente consta como su fecha de nacimiento. En sus primeros años, el niño estuvo al cuidado casi exclusivo de su madre, que hablaba muy poco, que el padre solía estar de servicio ininterrumpido tres días y tres noches antes de tener una pausa de 24 horas y solía regresar totalmente agotado. En 1862 fue trasladado a Mödling, y a principios de 1863 fue nombrado jefe de estación en Pottschach en la vía de Semmering. Allí en Pottschach, el amistoso valle del Schwarza fue realmente la tierra de infancia de Steiner. Allí nacieron sus hermanos Leopoldina (1864-1927) y Gustavo (1866-1941). Allí los padres establecieron lazos de amistad con los molineros y el vecino párroco de San Valentín. Un hombre original que, como los “dignatarios” de Pottschah, disfrutaba siguiendo la llegada y salida de los trenes. Steiner recuerda con placer el paisaje, la montaña nevada, la cordillera alpina de Rax, y las variaciones que envolvían el valle en sur, oeste y norte. Recuerda los campos, los setos y los bosques que había en el valle que, probablemente,era uno de los lugares más bellos del campo austríaco .4
Estación de Kraljevec - casa natal de Rudolf Steiner
Estación de Pottschach
Franziska Blie (1834-1918)
Johann Steiner (1829-1910)
El feliz período de estancia en Pottschach duró seis años. Y luego el padre fue trasladado a Neudörfl cerca de Wiener Neustadt. Allí la familia volvió a vivir enteramente encerrada en sí misma sin contactos con el entorno del pueblo que fueran dignos de mención. Una agobiante preocupación contribuía a que la familia se mantuviera muy estrechamente unida: el hermano menor de Steiner era sordomudo y psíquicamente disminuido, pues necesitaba constantes cuidados especiales.
1867 - Rudolf Steiner (derecha) con su hermana Leopoldina
En esas circunstancias, el único camino que permitía salir de esa situación era la educación. Allí ya en Pottschach la iniciativa estaba en principio en manos del padre. Mi padre quería que yo aprendiera pronto a leer y a escribir. Y cuando alcancé la edad de asistencia obligatoria a la escuela me envió a la escuela del pueblo.2 Lo único que le preocupaba al padre era el temor a que pudieran deformar al chico: Cuando al cabo de unas semanas de asistir a la escuela Steiner tuvo que ser castigado por un acto que él no había cometido, su padre no vaciló en sacar al niño de la escuela inmediatamente, y empezó a darle clases él mismo, intentando compatibilizar esa actividad con sus obligaciones laborales en el ferrocarril. Una situación semejante se repitió en Neudörfl: Como monaguillo de la iglesia prestaba servicio en las misas, en los servicios vespertinos, en los entierros, en las fiestas del Corpus. Ese servicio tuvo un final brusco. Muchos monaguillos, y entre ellos me encontraba yo, llegamos tarde al servicio matutino. Y normalmente todos los que llegaban tarde tenían que recibir unos azotes en la escuela. Yo sentía un incontenible rechazo a ello y logré siempre evitarlo. Mi padre estaba tan indignado con la idea de que su hijo tuviera que ser castigado corporalmente que me dijo: “Se acabó todo ese servicio servil en la iglesia. Tú no vuelves a ir más
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