Í NDICE
E N EL TOMO ANTERIOR
É RASE UNA VEZ
C APÍTULO
Cuando pase el temblor
Presidente blanco, corazón negro
“No nos falles”
“Estás viendo y no ves”
La Decena Trágica
45 vergonzosos minutos
C APÍTULO
Entenebrecido por el alcohol
Bajo el signo de Venus
El invicto
El Centauro
El Jefe de Jefes
El Caudillo del Sur
Hacia la victoria
C APÍTULO
Lucha de egos
La Convención de Aguascalientes
La silla embrujada
La bola (1915-1916)
C APÍTULO
Para el pueblo pero sin el pueblo
Quien a hierro mata
...a hierro muere
C APÍTULO
Una furtiva lágrima
Ya llegaron las pelonas
A una mano
El otro centenario
La mexicanidad
Cañonazos de cincuenta mil pesos
Fue en un cabaret, donde te encontré …
Reformar, reformar, reformar…
siempre que Obregón pronto pueda regresar
Católicos, apostólicos, mexicanos
Un circo de tres pistas
C APÍTULO
La revolución institucionalizada
“¿Consultó ya al general Calles?”
El hombre de Michoacán
Nacionalismo revolucionario
Frankenstein
Al fin un respiro
Unidad Nacional
Los tres caballeros
Salud y seguridad social
Piden PAN y no les dan
Finalmente el PRI
C APÍTULO
¿Los años maravillosos? (1946-1970)
Aquí sí manda el presidente
México simulado
La nueva modernidad
Austeridad republicana
Entre letras y cine
Carita mata política
La mano dura de Gobernación
Paranoia comunista
López Paseos
El libro de texto gratuito
Noche de ronda
Romper cabezas
El movimiento del 68
El otro México
C APÍTULO
Entre guayaberas y agüita de jamaica
“Ni nos beneficia ni nos perjudica, sino todo lo contrario”
Caudillo del Tercer Mundo
El regreso de Quetzalcóatl
¡Tenemos petróleo!
Administrar la abundancia
La vida en gris
Otras catástrofes
Estados Unidos no tiene amigos
Se nos cayó el sistema
La mentira del Primer Mundo
“Pero te peinas, cuñao ”
“La pobreza es un mito genial”
De cómo fue que volaron los capitales golondrinos
Adiós al PRI
Economía sí, política no
¡Ahí viene la ola... democrática!
C APÍTULO
Lo que el cambio se llevó
Obras son amores, pero
Mal empieza la semana para el que ahorcan en lunes
El amigo americano
De buenas intenciones
Mezquinos
0.56%
El fraude del fraude
Mexicanos al grito de guerra
La guerra del fin del mundo
Bandazos
La sucesión presidencial
C APÍTULO
El nuevo viejo PRI
Luna de miel
La debacle
Cuando todos los días es Día de Muertos
La regañiza
El Chapo del 8
El gobierno que merecemos
F UENTES Y LECTURAS
A CERCA DEL AUTOR
C RÉDITOS
Para Paula y Alfredo Hernández Molina
y Santiago y Natalia Rosas Campuzano,
que alcanzarán a ver un
final distinto para esta historia.
É rase una vez un cura que dio un grito y despertó a todo un pueblo. Lo mataron pronto y le siguió otro cura, varios caudillos y una bola de insurgentes que pelearon durante once años hasta alcanzar la independencia. Los vencedores creyeron que la monarquía era una buena forma de gobierno y establecieron un imperio, pero duró lo que un suspiro y entonces nació la república.
Vinieron décadas de golpes de Estado, levantamientos armados, decenas de presidentes guiados por un caudillo con una pata de palo, guerras con el exterior, pérdida de territorio y la Iglesia que se creía dueña de todo el país. La república aprendió a sobrevivir hasta que llegaron a poner orden un indio zapoteca y sus amigos; derrotaron al caudillo cojo, derrotaron a los conservadores, separaron al Estado y la Iglesia, vencieron a los franceses y fusilaron a un emperador que venía de Austria. Al fin triunfó la república.
Luego de algunos años de paz, un nuevo levantamiento llevó a otro oaxaqueño al poder y llegó con tres obsesiones: orden, paz y progreso. Le agarró gusto a la silla presidencial y no volvió a soltarla. A cambio trajo estabilidad, crecimiento y modernización, pero también desigualdad, injusticia y represión. De pronto surgió un ranchero que hizo del voto su arma, habló de democracia por todo el país; lo encarcelaron, se levantó en armas y acabó con el largo régimen de la paz y el progreso. Con el dictador rumbo al exilio, se dispuso a entrar a la Ciudad de México para instaurar la democracia.
U n presidente que llegó al poder a través del sufragio, dispuesto a instaurar la democracia, pero como no era el tiempo de los votos sino de las balas fue derrocado y asesinado. Inició entonces una larga revolución (1913-1917) en la que un grupo de caudillos se levantó en armas contra el usurpador; cuando lo derrotaron intentaron establecer la paz, pero como aún no era el tiempo de los votos sino de las balas, se pelearon por la silla presidencial hasta liquidarse.
Los vencedores hicieron una nueva Constitución e incluyeron todas las demandas que le dieron forma a la revolución. Comenzó la reconstrucción del país (1917-1929), pero todavía no era tiempo de votos sino de balas y cada sucesión presidencial fue un regadero de sangre: presidentes asesinados, candidatos ejecutados, una revuelta por aquí, otra por allá, y hasta una rebelión con tintes religiosos.
Los que lograron sobrevivir a todo estaban ya muy cansados de tanto desastre, y se les ocurrió crear un partido único, un partido oficial, un partido de Estado para poner orden, garantizar la transmisión pacífica del poder y quedarse en la presidencia para toda la eternidad. Y lo lograron solo durante 71 años (1929-2000) y luego por seis más. Ya no era el tiempo de las balas sino de los votos, pero mal habidos; tiempo en el que el fraude electoral se hizo práctica común y se creó un sistema político autoritario, corrupto e impune sobre el que se construyó el México del siglo XX .
La paz y la estabilidad echaron raíces; del nacionalismo revolucionario con todo y la expropiación petrolera el país transitó a la modernización e industrialización; el caballo fue sustituido por el automóvil y las vías férreas por las autopistas. A la economía en crecimiento, a la inflación controlada y a la estabilidad cambiaria les llamaron el milagro mexicano. La oposición, la disidencia y la crítica fueron reprimidas a sangre y fuego.
Pero se acabó el veinte, se acabó el milagro y se vino el mundo encima. Crisis tras crisis; devaluación tras devaluación; inflación por las nubes; endeudamiento. Para colmo, guerra sucia contra los opositores, torturas y desapariciones, y hasta un terremoto devastador. Llegó el neoliberalismo, se firmó un Tratado de Libre Comercio y volvieron del pasado los zapatistas para declararle la guerra al gobierno. La oposición ganó espacios, impulsó leyes y se presentó al fin la hora de la revancha.
Llegó la alternancia presidencial; se recuperó el valor del voto; aplausos a la democracia. Pero se perdieron 12 años y muchas oportunidades; no hubo cambios sustanciales, solo polarización y más corrupción y más impunidad. Desapareció el fantasma de las crisis económicas pero apareció el fantasma del narcotráfico y la inseguridad, y como corolario, sin decir “agua va”, regresó el partido que en 1929 soñó que tendría el poder para toda la eternidad.
De todo esto trata la última entrega de Érase una vez México . Es un recorrido por el siglo xx y los inicios del XXI ; de la revolución a la reconstrucción; de la estabilidad a las crisis, de la transición democrática al retorno del PRI . Es una historia que cuenta cómo la sociedad se adaptó a un régimen donde todo era simulación y aprendió a vivir con él; cómo se transformó, abrió espacios y recuperó sus libertades públicas. Es una historia que comenzó con una fallida democracia —la de Madero— y termina con otra oportunidad para la democracia que se encuentra al borde del abismo.