SECCIÓN DE OBRAS DE HISTORIA
QUETZALCÓATL Y GUADALUPE
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ABISMO DE CONCEPTOS
Traducción de Quetzalcóatl y Guadalupe:
IDA VITALE y FULGENCIO LÓPEZ VIDARTE
JACQUES LAFAYE
QUETZALCÓATL Y GUADALUPE
LA FORMACIÓN DE LA CONCIENCIA
NACIONAL EN MÉXICO
Prefacio de
OCTAVIO PAZ
ABISMO DE CONCEPTOS
IDENTIDAD, NACIÓN, MEXICANO
MÉXICO
Primera edición en francés, 1974
Primera edición en español, 1977
Segunda edición en español, 1985
Tercera edición en español, 1999
Cuarta edición en español, 2002
Primera edición electrónica, 2015
NOTA: Esta edición ha sido revisada íntegramente por el autor.
El prefacio de Octavio Paz fue escrito expresamente
para la primera edición de esta obra. En consecuencia,
no se refiere a los conceptos vertidos por el autor
en el texto titulado “Abismo de conceptos”.
Título original:
Quetzalcóatl et Guadalupe. La formation de la conscience
nationale au Mexique
D. R. © 1974, Éditions Gallimard
5, rue Sébastien-Bottin, 75007 París
Quetzalcóatl et Guadalupe. Eschatologie et histoire au Mexique
(versión compendiada)
Ed. nationale de thèses. Université de Lille III, 1971 (3 vols.)
D. R. © 1977, Fondo de Cultura Económica
D. R. © 1985, Fondo de Cultura Económica, S. A. de C. V.
D. R. © 1999, 2002, Fondo de Cultura Económica
Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 México, D. F.
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ISBN 978-607-16-3050-6 (mobi)
Hecho en México - Made in Mexico
A la memoria de mi maestro,
MARCEL BATAILLON
Todas esas voces oscuras, de abuelos indios, que lloran en nuestro corazón, no han tenido desahogo.
ALFONSO REYES, “Carta a Mediz Bolio”, 1922
Si se contempla la Revolución mexicana […] se advierte que consiste en un movimiento tendiente a reconquistar nuestro pasado, asimilarlo y hacerlo vivo en el presente.
OCTAVIO PAZ, El laberinto de la soledad, 1950
ENTRE ORFANDAD Y LEGITIMIDAD
La imaginación es la facultad que descubre las relaciones ocultas entre las cosas. Noimporta que en el caso del poeta se trate de fenómenos que pertenecen al mundo de lasensibilidad, en el del hombre de ciencia de hechos y procesos naturales, y en el delhistoriador de acontecimientos y personajes de las sociedades del pasado. En los tresel descubrimiento de las afinidades y repulsiones secretas vuelve visible lo invisible.
Poetas, científicos e historiadores nos muestran el otro lado de las cosas, la fazescondida del lenguaje, la naturaleza o el pasado. Pero los resultados son distintos: elpoeta produce metáforas; el científico leyes naturales, y el historiador —¿qué produceel historiador?
El poeta aspira a una imagen única que resuelva en su unidad y singularidad lariqueza plural del mundo. Las imágenes poéticas son como los ángeles delcatolicismo: cada una es en sí misma una especie. Son universales singulares. En elotro extremo, el científico reduce los individuos a series, los cambios a tendencias ylas tendencias a leyes. Para la poesía, la repetición es degradación; para la ciencia, larepetición es regularidad que confirma las hipótesis. La excepción es el premio delpoeta y el castigo del científico. Entre ambos, el historiador. Su reino, como el delpoeta, es el de los casos particulares y los hechos irrepetibles; al mismo tiempo, comoel científico con los fenómenos naturales, el historiador opera con series deacontecimientos que intenta reducir, ya que no a especies y familias, a tendencias ycorrientes.
Los hechos históricos no están gobernados por leyes o, al menos, esas leyes no hansido descubiertas. Todavía están por nacer los Newton y los Einstein de la historia. Sinembargo, ¿cómo negar que cada sociedad y cada época son algo más que un conjuntode hechos, personas, cosas e ideas dispares? Unidad hecha del choque de tendencias yfuerzas contradictorias, cada época es una comunidad de gustos, necesidades,principios, instituciones y técnicas. El historiador busca la coherencia histórica —
modesto equivalente del orden de la naturaleza— y esa búsqueda lo acerca alcientífico. Pero la forma en que se manifiesta esa coherencia no es la de la ciencia,sino la de la fábula poética: novela, drama, poema épico. Los sucesos históricos riman 10
entre sí y la lógica que rige sus movimientos evoca, más que un sistema de axiomas,un espacio donde se enlazan y desenlazan ecos y correspondencias.
La historia participa de la ciencia por sus métodos y de la poesía por su visión.
Como la ciencia, es un descubrimiento; como la poesía, una recreación. A diferenciade la ciencia y la poesía, la historia no inventa ni explora mundos; reconstruye, rehaceel del pasado. Su saber no es un saber más allá de ella misma; quiero decir: lahistoria no contiene ninguna metahistoria como las que nos ofrecen esos quiméricossistemas que, una y otra vez, conciben algunos hombres de genio, de San Agustín aMarx. Tampoco es un conocimiento, en el sentido riguroso de la palabra. Situada entrela etnología (descripción de sociedades) y la poesía (imaginación) la historia es rigorempírico y simpatía estética, piedad e ironía. Más que un saber es una sabiduría. Ésaes la verdadera tradición histórica de Occidente, de Herodoto a Michelet y de Tácito aHenry Adams. A esa tradición pertenece el notable libro de Jacques Lafaye sobre dosmitos de la Nueva España: Quetzalcóatl/Santo Tomás y Tonantzin/Guadalupe.
La investigación de Lafaye pertenece a la historia de las ideas o, más exactamente,a la de las creencias. Ortega y Gasset pensaba que la sustancia de la historia, sumeollo, no son las ideas sino lo que está debajo de ellas: las creencias. Un hombre sedefine más por lo que cree que por lo que piensa. Otros historiadores prefieren definira las sociedades por sus técnicas. Es legítimo, sólo que tanto las técnicas como lasideas cambian con mayor rapidez que las creencias. El tractor ha sustituido al arado yel marxismo a la escolástica pero la magia del neolítico y la astrología de Babiloniatodavía florecen en Nueva York, París y Moscú. El libro de Jacques Lafaye es unaadmirable pintura de las creencias de Nueva España durante los tres siglos de suexistencia. Creencias complejas en las que se confunden dos sincretismos: elcatolicismo español y la religión azteca. El primero marcado por su coexistencia desiglos con el Islam, religión de cruzada y de fin del mundo; el segundo tambiénreligión militante de pueblo elegido. La masa de los creyentes no era menos compleja
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