EL ESPÍA QUE BURLÓ A MOSCÚ
La Operación Mari (Madolell-Rinaldi) fue una misión de contraespionaje llevada a cabo en el contexto de la Guerra Fría, entre 1964 y 1967, por los servicios secretos españoles, italianos y la CIA, cuyo actor principal fue Joaquín Madolell Estévez, paracaidista español del Ejército de Aire.
Reclutado por el espía comunista italiano Giorgio Rinaldi, Madollel ejerció como agente doble más de tres años en una peligrosa operación que permitió desarticular la mayor red del espionaje militar soviético creada nunca en el sur de Europa.
Las peripecias que vivió el primer espía que España consiguió infiltrar en los temidos servicios secretos de la Unión Soviética, lo condujeron hacia la heroicidad al poner en serio riesgo su vida tras aceptar viajar a Moscú con documentación falsa para recibir formación específica de espía.
©2017, Reig, Claudio
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Generado por: tordon11, 23/04/2017
A mis padres, siempre, por todo.
«No existe un terror tan constante, tan esquivo a la hora de describirlo, como el que acosa a un espía que se encuentra en un país desconocido».
John le Carré
Prólogo
EL 19 de mayo de 1967 la agencia estatal de noticias TASS comunicó el relevo de Vladimir Semichastny por Yuri Andropov al frente de los servicios secretos de la Unión Soviética, la temida KGB. Los analistas de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos apuntaron a «la reciente exposición del espionaje soviético» como la causa más probable del reemplazo. Con la utilización del término «exposición», la CIA hacía referencia, entre otras operaciones, a la identificación y caída de la mayor red del espionaje militar ruso en la Europa mediterránea desde el inicio de la Guerra Fría.
Tan sólo dos meses antes del relevo en la jefatura de la KGB, concretamente el 22 de marzo de 1967, los principales diarios europeos y norteamericanos recogían en páginas destacadas la detención en Turín del matrimonio italiano formado por el as del paracaidismo Giorgio Rinaldi y Angela Maria Antoniola, y de su chófer, Armand Girard. Los tres fueron acusados de traición a la patria al trabajar en labores de información para la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Con el paso de los días, la lista de diplomáticos, agregados y representantes de compañías soviéticas expulsados de países europeos no paró de crecer. El golpe dado desbarató la vasta red creada por el GRU (Servicio de Inteligencia Militar Soviético), cuyo fin principal era la obtención de información sensible de la OTAN, así como de las bases militares norteamericanas de utilización conjunta en suelo europeo.
La bruma que envolvió el caso disparó las especulaciones sobre cómo había sido descubierta la red o por qué no se les detuvo antes. Mientras los parabienes de la operación recayeron en los servicios de inteligencia italianos, Joaquín Jesús Madolell Estévez, militar español perteneciente al Ejército del Aire y actor clave de la operación, regresaba a sus quehaceres habituales tras pasar tres años embarcado en una peligrosa operación de contraespionaje que permitió desarticular la red de infiltrados del GRU.
Reclutado por el agente comunista italiano Giorgio Rinaldi gracias a la amistad que mantenían ambos al practicar paracaidismo, Joaquín Madolell ejerció de agente doble suministrando información no sensible o directamente falsa a Moscú, mientras la sección de información del Alto Estado Mayor y la CIA dirigían sus acciones. Las peripecias que vivió este pionero del paracaidismo en España en el transcurso de la operación Mari (Madolell-Rinaldi), lo condujeron hacia la heroicidad al poner en serio peligro su vida tras aceptar viajar a Moscú, pese a las reticencias de sus mandos. En la capital soviética agentes rusos de inteligencia se encargaron de formarle en técnicas avanzadas de microfilmación, transmisión y recepción de mensajes cifrados, iniciación a la técnica del micropunto, escritura invisible…
La reconstrucción de la operación Mari cuenta con la imposibilidad de acceso al expediente del caso, pues el Estado español carece todavía a día de hoy de una ley de desclasificación de secretos oficiales, hecho cada vez más habitual en la mayoría de democracias occidentales. Sin embargo, el propio Centro Nacional de Inteligencia (CNI), bajo el mandato de Javier Calderón, desveló en el año 2000 parte del expediente en el libro Servicios secretos, de Plaza & Janés. Los datos aquí expuestos amplían y, en algunos aspectos, matizan la verdad ofrecida.
La obra bebe de fuentes de acceso público y privado de archivos militares, judiciales y agencias de inteligencia extranjeras. Para la obtención del expediente militar y hoja de servicios de Joaquín Madolell conté con la autorización expresa de su viuda, Dolores Heredia, y la inestimable complicidad de su hijo Alberto. A ambos debo un agradecimiento público, pues me permitieron bucear en una documentación que por ley está reservada a los familiares. Otra vía de investigación utilizada recaba el testimonio directo de militares que trabajaron con Joaquín Madolell, así como de agentes de los servicios secretos españoles conocedores de la operación Mari. La reserva, en estos casos, implica que no todas las fuentes puedan ser citadas.
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Un superviviente
CUANDO en la década de 1980 el veterano comandante Madolell caminaba por alguno de los corredores del Cuartel General del Ejército del Aire de Moncloa y se cruzaba con algún compañero que se interesaba por su estado, este solía contestar: «Ya ves, soy un superviviente». Con esta lacónica y críptica respuesta José Joaquín Madolell Estévez, natural de Melilla, resumía una vida plagada de vicisitudes, de una valentía rayana en lo temerario, que le llevó a ser divisionario en la II Guerra Mundial, pionero del paracaidismo y el espía doble que consiguió desarticular la mayor red del espionaje militar soviético en el sur de Europa en la década de 1960.
Según recoge el folio 384, del libro 76, de la sección de nacimientos del Registro Civil de Melilla, Joaquín Jesús Madolell Estévez vino al mundo a las once de la mañana de un 21 de abril de 1923, en la calle de Toledo, número 23. Hijo del jornalero ferroviario Juan Madolell Martín, de 42 años y natural de Tabernas (Almería), y de Eloísa Estévez Hernández, de 36 y natural de Fermoselle (Zamora), la desgracia acecharía a Joaquín desde su nacimiento, habida cuenta de que su madre falleció a consecuencia de las secuelas del parto. Ante la imposibilidad de mantenerlo, su progenitor lo entregó a la Asociación General de Caridad, popularmente conocida en Melilla como la Gota de Leche. Esta institución, regentada por monjas de la orden de las Hijas de la Caridad, hacía las veces de escuela y comedor popular, así como de asilo de niños y ancianos. La llegada de Joaquín Madolell a la Gota de Leche coincidió con las postrimerías de la Guerra de África, época plagada de serios reveses para las huestes hispanas, con episodios tan nefastos como el acaecido en julio de 1921 en Annual. De hecho, la crisis política que derivó de tal derrota provocó el alzamiento del general Miguel Primo de Rivera, quien, tras el éxito del mismo, detentó el poder en España de 1923 a 1930.
La estancia de Madolell en el orfanato de las Hijas de la Caridad de Melilla se prolonga hasta los 18 años, edad en la que solicita el ingreso en el Ejército del Aire como soldado voluntario. Pese a que el joven melillense había pasado toda su infancia y adolescencia en la Gota de Leche, existe una autorización fechada en Villa Sanjurjo —hoy día ciudad de Alhucemas— que certifica que el padre de Joaquín Madolell vivía en esta población costera próxima a Melilla y perteneciente al protectorado español de Marruecos hasta 1956. El documento, rubricado por el secretario del Juzgado de Paz de Villa Sanjurjo, dice: