Los personajes más productivos de la historia
Michael Rank
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Traducido por Aurora Ramírez Gago
Por Michael Rank
Traducción: Aurora Ramírez
Edición Digital
Copyright © 2015 Five Minute Books
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“Los personajes más productivos de la historia”
Escrito por Michael Rank
Copyright © 2015 Michael Rank
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Traducido por Aurora Ramírez Gago
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ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
Nadie bebía tanto café como Honoré de Balzac, escritor francés del siglo XIX. Escribía miles de palabras al día mientras bebía hasta 50 tazas de café solo, y normalmente lo bebía con el estómago vacío.
Balzac estaba descontento con el estado de la literatura de su país. Lo rodeaban poetas románticos y dramaturgos que enfatizaban emociones intensas, como la poesía épica y fetichista, y el lenguaje pomposo de Alexandre Dumas, Víctor Hugo y Walter Scott. La prosa acaramelada inundaba las librerías de París. Por lo que a él respecta, Balzac prefería experiencias de seres humanos a lo abstracto. Y prefirió escribir sobre muchos de ellos: escribió sobre todos y todo los detalles de la sociedad francesa desde 1815 en adelante.
Balzac presentó un panorama significativo de la sociedad francesa al reconstruir meticulosamente a la clase obrera de las ciudades francesas y la vida en los pueblos. Desde el punto de vista de un periodista, plasmó detalles de las vidas de miles de personas de todos los gremios, profesiones, orígenes, y niveles de respetabilidad social. Balzac describió a soldados, aristócratas, trabajadores, espías, amantes y bribones. Describió la decoración, las vestimentas y las posesiones. Entre sus contextos se encuentran ciudades, campiñas, puertos, colegios, iglesias y prisiones.
« ¡Si supieras cuánto trabajo!» le escribió a un amigo en 1832, después de acabar otro libro de su análisis descriptivo. «Soy un galeote de la pluma y la tinta, un verdadero comerciante en cuestión de ideas».
El resultado fue La Comédie humaine, una colección de varios tomos de novelas y de historietas interconectadas que describían la sociedad francesa durante la Restauración borbónica y la Monarquía de Julio (1815-1848). La colección total de sus obras cuenta con 140 obras, de las cuales 95 novelas fueron terminadas y 48 están incompletas. Fue el empeño literario más amplio llevado a cabo por una sola persona en toda la historia. Un total de 24 tomos fueron publicados como edición definitiva entre 1869 y 1876.
Y a fin de plasmar todo lo que existía en su mundo, Balzac no le daba descanso alguno a su cafetera. Bebía el café necesario para mantener despiertos a una brigada bomberos de guardia, ya que consumía 50 tazas al día, como ya se ha mencionado antes, e incluso a veces se bebía dos tazas a la vez con el estómago vacío. La cafeína ayudó a Balzac a mantener un ritmo de trabajo legendario. Comía una comida ligera a las 6 de la tarde, dormía hasta medianoche, y a continuación se despertaba y seguía trabajando hasta 15 horas seguidas. Una vez llegó a proclamar que había trabajado 48 horas de forma continuada, con una pausa de tres horas para descansar.
El líquido que inspiraba a Balzac tenía tal importancia en su vida, que escribió un ensayo sobre su complicada relación: Los placeres y los dolores del café . Al comienzo premia al elixir por poner la sangre en movimiento, por espantar el sueño, y por incentivar la capacidad de introducirse en el ejercicio intelectual durante más tiempo. Sin embargo, no era suficiente. Pues Balzac describe los horribles efectos que el café produce en un estómago vacío, el dolor podía hacer que un adicto a drogas intravenosas se encogiera de miedo:
Este café cae en el estómago, un saco aterciopelado por dentro y tapizado de alvéolos chupadores y papilas; el café lo encuentra vacío, ataca ese forro delicado y voluptuoso, se convierte en una especie de alimento que requiere sus jugos; los exprime [...] maltrata esas hermosas paredes como un carretero que brutaliza a sus caballos; los plexos se inflama, queman y lanzan chispas hasta el cerebro. A partir de entonces, todo se agita. Las ideas rápidas se ponen en marcha como los batallones de un gran ejército en el campo de batalla, y se libra la batalla... El papel se llena de tinta, pues empieza el desvelo que terminará en torrentes de agua oscura, como la batalla en pólvora negra.
Balzac murió relativamente joven, probablemente debido a enfermedades producidas por sus malos hábitos de sueños y por la consumición inhumana de café. No obstante, su influencia en la literatura es incuestionable. A pesar de no tener un mecenas, dejó para la posteridad suficientes escritos como para llenar varias estanterías en las librerías. Fuera el café el secreto de su prodigalidad o no, su alto nivel de producción le hizo ganarse la reputación de un gigante literario.
Otro personaje ambicioso proviene de una época y lugar diferente a Balzac, pero su nivel de producción es parecido. Mimar Sinan, el arquitecto imperial del Imperio Otomano durante el siglo XVI, que construyó y supervisó 476 edificios durante toda su vida. En comparación, un gran maestro arquitecto italiano coetáneo habría diseñado sólo algunas basílicas. Sinan fue el dirigente del conjunto de arquitectos de la corte. Pasó 50 años diseñando mezquitas, palacios, tumbas, colegios, harenes, hospicios, madrazas, caravasares, fuentes, silos, acueductos y hospitales. Sus mezquitas dominan todavía en nuestros tiempos la silueta del distrito histórico de Estambul. Las construcciones de Sinan representan el punto culmen de la arquitectura Otomana clásica, gracias a la pureza geométrica y la integridad espacial con que fueron diseñadas.
El edificio más impresionante del legado de Sinan es la mezquita de Suleimán. Se trata de la mezquita imperial construida en honor al Sultán Suleimán. El Sultán le encargó una estructura imperecedera, que fuera mayor que el resto de mezquitas de la ciudad. Suleimán le concedió a Sinan fondos casi ilimitados para construir la mezquita, y decretó que el edificio incluiría servicios para los habitantes de la ciudad, incluyendo cuatro escuelas coránicas, una cocina pública, un hospital, un asilo, un baño turco, e incluso alojamiento para transeúntes. Sinan terminó la inmensa construcción en solo siete años. Su estructura abovedada desafía a la catedral de Santa Sofía por su grandeza, y además sobresale de la silueta de Estambul hasta hoy.
La habilidad de Sinan para diseñar cientos de mezquitas proviene de su capacidad para compatibilizar varios proyectos a la vez. Mientras supervisaba la construcción de la mezquita de Suleimán, se tomaba pequeños descansos en los que diseñaba edificios de menor tamaño. Los arquitectos locales utilizaban sus planos y los llevaban a cabo. Trabajaban con los borradores de Sinan y completaban los planos del diseño con sus elecciones estilísticas propias. Sinan incluso no llego a ver muchos de sus construcciones famosas fuera de Estambul, aunque tuvieran su sello.
Se deja abierto al debate si Sinan fue un supervisor prodigioso de sus subordinados, o si es culpable de atribuirse el mérito del trabajo de otros. No obstante, nadie discute que sus construcciones son la mayor herencia arquitectónica en pie del período Otomano clásico del siglo XVI. Estas cubren los dominios del antiguo Imperio Otomano, que comprendía desde Arabia Saudí y Siria hasta Armenia y Hungría.
Las vidas de Balzac y de Sinan tienen poco en común al margen de su increíble productividad. Sus producciones vitales mejoraron las de otros multiplicándolas por 10 o incluso por 100. Balzac prácticamente definió él solo todo un género de la literatura francesa. Sinan definió la arquitectura otomana y llenó el Imperio de los suficientes monumentos para competir con Europa en grandeza cultural.
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