Introducción
Época de cambios o cambio de época
Vivimos en un mundo presidido por el cambio. Una de las fuerzas principales que lo mueven es el cambio normativo, no tan sencillo de percibir como los cambios técnicos. Pues bien, en el proceso múltiple de cambios en valores y normas, la parte del león se la lleva el monto de cambio e innovación moral introducida por la libertad de las mujeres. Durante un tiempo, estos cambios se restringieron a las sociedades occidentales. Ahora son planetarios y, o se aceptan, o crean severos problemas políticos. Las mujeres se mueven en todo el planeta tierra, se les facilite el camino o no.
La subversión normativa se aprecia mejor en las cuestiones estrictamente sexuales, pero el cambio se incardina en los dos grandes escenarios en que todo se juega: el espacio y el tiempo. El espacio está dejando de clasificarse en función del género: interior para el femenino, exterior para el masculino. Ahora la línea interior-exterior ya no divide en masculino y femenino, como correlatos de privado y público; la separación entre interior y exterior está trazada, por el contrario, para delimitar el derecho a la intimidad.
Los cambios en el tiempo son también de envergadura. Los usos del tiempo tienden a aglutinarse por el dominio completo de la economía industrial. La jornada impone su dinámica a ambos sexos. Si acaso, las mujeres siguen cargando con el plus de tiempo y trabajo no remunerado que les regala la parte viva del sistema antiguo. Las mujeres han trabajado siempre, pero casi nunca han cobrado por ello. Ahora, aunque sea a costa de doblar su jornada, muchas mujeres en el mundo quieren tener su dinero. Y su tiempo cambia: el tiempo del matrimonio, de los nacimientos de los hijos, de la familia y del mundo exterior.
Todas las mujeres del planeta perciben, por alejadas que estén de los focos de innovación, que el orden antiguo se desmorona; que ellas necesitan otro lugar y que podrían lograrlo. Los avances pueden ser imperceptibles, pero significan tanto como tener o no tener oportunidad de programar mínimamente la propia vida.
El feminismo es probablemente uno de los mayores motores de cambio y la única estrategia investigadora y discursiva capaz de dar razón de cómo y por qué se producen. Este libro trata de esos cambios. Los pone en su auténtica dimensión histórica y ayuda, por lo tanto, a comprenderlos y, sólo hasta cierto punto, a preverlos o incluso usarlos como prácticas políticas autoconscientes.
Cada ser humano individual suele imaginar, porque los seres humanos vivimos poco, que cuanto nos ocurre discurre en tres generaciones; es como nuestra amplitud corriente de campo de mirada. Pero somos humanos porque somos capaces de conservar una memoria mucho más extensa, que no es individual. El cambio valorativo introducido por las libertades de las mujeres necesita perspectiva histórica para tener su verdadera medida. La Modernidad abrió un mundo que nos pertenece por derecho de autoría.
Debemos volver a menudo sobre el momento en que la innovación se inició, incluso si queremos conocer mejor nuestro presente. Porque en el planeta viven varios mundos cuya cronología es todavía distinta. El cómo ocurrió nos aclarará cómo ocurre, porque la tierra entera no es un mundo completamente sincronizado. Conviven en ella mundos con fronteras normativas a los que solemos llamar civilizaciones, pero todas las gentes asistimos ahora a un proceso complicado que nombramos como globalización. ¿Qué papel desempeñan en sus tensiones y sus facilidades los cambios normativos?
Huntington afirma que las fronteras de las civilizaciones siempre han sido permeables a las innovaciones técnicas, pero nunca han importado las morales. Pienso seriamente que eso ya no es cierto. La libertad de las mujeres y el que el sexo femenino consiga derechos y proyectos individuales, es una innovación inmensa que está saltando de punta a punta de la tierra. Las mujeres en todas partes están en movimiento. Son una totalidad bullente con autoconciencia cercana de sus fines; a veces los busca por caminos tortuosos, como sucede en el fundamentalismo, pero igualmente se mueve.
En la geografía del mundo global, ninguna identidad puede permanecer separada. Las mujeres las recorren todas. El efecto mariposa, que un aleteo en Oriente desemboque en un tifón en Occidente, se ha hecho realidad; el planeta late por primera vez al unísono y comparte el mismo tiempo; las épocas, las edades confluyen a través de un espacio que se torna más y más pequeño, manejable y conocido. Pero en algunos países ser mujer es muy peligroso.
Es cierto que la globalización está cambiando los recursos y oportunidades de las mujeres en todo el planeta, SIN EMBARGO SUS EFECTOS NO SON UNIDIRECCIONALES . Si, por ejemplo, la energía eléctrica llega a un pueblo del área indochina, puede significar que una lavadora entre en la casa tradicional, hecha de madera y palma; y que una o dos hijas salgan de ella porque han sido vendidas para prostitutas. Que en toda la tierra las mujeres bullen quiere también decir que casi ninguna está haciendo lo que sus madres o sus abuelas; que su vida está cambiando. Pero, justo por eso, debe preocuparnos hacia dónde.
En grandes números, creo que la globalización —este vivir en un mundo hipercomunicado, con flujos económicos planetarios y posibilidad de actuación distante en tiempo real— beneficia a las mujeres. Pero no todo es de color de rosa: la falencia de los estados nacionales, los fundamentalismos y las deslocalizaciones perjudican. Globalizada no está la atención médica, porque todavía más de medio millón de mujeres mueren en el parto al año, pero sí lo está el tráfico y la trata, que trafican con mujeres desde cualquier parte del planeta para ponerlas a disposición allí donde paguen por usarlas. Digamos que la agenda feminista está, además, abierta por páginas diferentes en cada lugar del mundo.
Este libro se propone reflexionar sobre ello y dar alguna de las herramientas que permiten comprender el impulso de cambio que abrió la Modernidad y cómo actualmente se conjuga en los lugares más distantes y dispares. Cómo esa fuerza de cambio está indisolublemente unida con la agenda feminista y sus etapas. De qué forma las libertades ganadas al patriarcado están en la base de la nueva sociedad y cambian desde sus modos morales hasta sus índices de productividad.
La agenda global rebosa de políticas feministas, que van de la escolarización de las niñas o la lucha contra la ablación, hasta las convenciones internacionales y las conferencias sobre mujer o demografía. La mayor parte de las cuestiones que producen debates vivos en la esfera global siguen teniendo que ver con lo que se considera adecuado para las mujeres. Este mundo no sólo disputa por los recursos energéticos, limitados, lo hace también por las ideas de fondo sobre lo correcto y lo incorrecto, sobre lo bueno y lo malo. Y esa línea de fractura está formada por las mujeres y sus derechos.