Eugenio de Nora Días y sueños Obra poética reunida (1939-1992) Edición de Santos Alonso Índice
Eugenio de Nora. Seminario de español. Universidad de Berna. Foto de Ewald Rüfli (1989) Desde la década de 1940, y a lo largo de más de medio siglo, la crítica ha destacado a Eugenio de Nora como uno de los poetas más representativos de la poesía española contemporánea. Antólogos y críticos han reconocido en todo momento su anticipación renovadora en los comienzos de la posguerra, pues fue el primero entre los poetas de su generación en iniciar una tendencia, existencialista y crítica al mismo tiempo, que contrastaba con los contenidos complacientes de gran parte de los libros y revistas de entonces. De igual modo, han subrayado unos caracteres en su poesía que, compaginando el tono enérgico del desarraigo y la intensa voluntad de estilo y de aspiración permanente a la belleza, desenmascaraban unas circunstancias individuales y colectivas que, conflictivas y angustiosas en la realidad, se pretendían presentar como propicias y armoniosas desde las actitudes poéticas oficiales.
No es fruto del azar ni de la casualidad, por tanto, que su obra poética figure con mayor número de páginas en las antologías de poesía española publicadas desde aquellas fechas hasta hoy, junto a las de José Hierro y Blas de Otero. Fue Eugenio de Nora, en efecto, un poeta de avanzada, uno de los pioneros en la renovación poética de posguerra que, como caballo de Troya, abrió brechas entre las apretadas filas de la poesía establecida; fue uno de los primeros en expresar el coraje existencialista y el humanismo desarraigado para desvelar la desorientación y la desesperanza, frente a la complaciencia de los acomodados a la nueva situación política; y fue el primero en responder con una actitud crítica y dialéctica a una situación social sumida en la intransigencia religiosa, ideológica y política, o en la miseria económica, en su libro Pueblo cautivo (publicado en 1946 de forma anónima), lo cual le concede un lugar de privilegio en la que más tarde se llamaría, quizá de modo no muy adecuado, «poesía social». Y todo ello sin bajar la guardia en sus firmes concepciones estéticas y sin ceder terreno a lo que no fuera, por tradición o renovación, la esencia de la poesía lírica. Eugenio de Nora fue también un poeta precoz. Contaba sólo dieciséis años cuando escribió algunos de los poemas que luego recogerían diversas publicaciones. Esta vocación temprana explica su pronta relación y amistad con otros poetas, así como su gran actividad literaria durante el periodo de su formación universitaria.
Era, en efecto, un jovencísimo poeta, estudiante en la Universidad Central de Madrid, cuando fundó en 1944, en León, junto al poeta Victoriano Crémer y el crítico y profesor Antonio G. de Lama, la revista Espadaña, que se convirtió pronto en un medio de expresión y difusión para los nuevos poetas surgidos tras la guerra civil. Un jovencísimo poeta, conocido ya por sus colaboraciones en otras revistas, que, desde la publicación de sus primeros libros, Amor prometido y Cantos al destino (1945), se convertiría en una de las voces imprescindibles de la lírica contemporánea. 1. B REVES APUNTES BIOGRÁFICOS Nacido en 1923, en Zacos, en la comarca de la Cepeda, de la provincia de León, Eugenio de Nora vivió sus primeros nueve años en un ambiente campesino —aunque su padre no fuera labrador, sino propietario de un pequeño taller de carpintería y serrería—, en contacto directo con la naturaleza y un paisaje de gran belleza, ya que el pueblo goza de una situación privilegiada, entre la ribera y la montaña, entre valles y colinas, praderas y huertas regadas con abundante agua, que tanta huella iban a dejar en su poesía. En 1932, un año después de proclamarse la Segunda República, la familia se trasladó a la ciudad de León, donde el poeta pudo comenzar sus estudios de bachillerato en el instituto.
Allí pasó el periodo conflictivo del final de la República y la guerra civil, y fue testigo, con doce años, de sucesos tan dolorosos como la requisa del taller de su padre por los sublevados nacionalistas, el asesinato de vecinos o el encarcelamiento y desaparición de profesores del instituto. En 1942, acabados los estudios de bachillerato, durante los cuales ya había descubierto su vocación literaria y había redactado un abultado número de poemas, se trasladó a Madrid para estudiar en la Universidad Central. Muy pronto entró en contacto con personas y círculos relacionados con la literatura, y sobre todo con las revistas poéticas de entonces —Cisneros, Escorial, Corcel o Entregas de poesía—, en las que publicó sus primeros poemas y sus primeros artículos, tanto de crítica literaria como de opinión sobre la esencia y la función de la poesía, con especial atención al momento histórico concreto que se estaba viviendo. Durante los años de universidad, hasta su finalización en 1947, la actividad de Eugenio de Nora fue intensa. Al tiempo que escribía y publicaba, radicalizaba su actitud social y su compromiso político a través de sus relaciones con alguna organización clandestina, como la F.U.E., y con destacadas personalidades literarias y políticas en España y en Francia. Éste fue el primer paso de su dedicación constante a la enseñanza de la literatura a lo largo de muchos años, una labor que siempre ha compaginado con la poesía y con la investigación, en especial sobre la novela española del siglo XX —recuérdese su estudio en tres volúmenes, ya clásico, La novela española contemporánea. Berna se convirtió en el lugar de residencia habitual del poeta, con la excepción de sus frecuentes viajes a España y otros países por vacaciones o por motivos académicos, y en la universidad de esta ciudad suiza fue nombrado en 1962 profesor extraordinario, y en 1966 catedrático y jefe del departamento de español, cargo en el que permaneció hasta su jubilación. Éste fue el primer paso de su dedicación constante a la enseñanza de la literatura a lo largo de muchos años, una labor que siempre ha compaginado con la poesía y con la investigación, en especial sobre la novela española del siglo XX —recuérdese su estudio en tres volúmenes, ya clásico, La novela española contemporánea. Berna se convirtió en el lugar de residencia habitual del poeta, con la excepción de sus frecuentes viajes a España y otros países por vacaciones o por motivos académicos, y en la universidad de esta ciudad suiza fue nombrado en 1962 profesor extraordinario, y en 1966 catedrático y jefe del departamento de español, cargo en el que permaneció hasta su jubilación.
Estos mínimos apuntes biográficos, en concreto los relativos a la formación personal y al entorno sociopolítico vivido por el poeta durante su infancia y su juventud, son imprescindibles para comprender la forma y la intención de su poesía. Sus primeros años de vida en el ambiente rural rodeado de un paisaje espléndido, su periodo escolar en unas circunstancias históricas conflictivas y sus estudios universitarios en unas condiciones de posguerra que incitaban a la expresa rebeldía contra la situación política, incómoda para cualquier ser humano, y más aún para un poeta como Eugenio de Nora, dotado de una gran sensibilidad y de un enorme deseo de libertad, explican, por un lado, la presencia constante de la naturaleza en su poesía, el ansia por alcanzar la belleza absoluta y buscar soluciones al dolor y la angustia, y por otro, la actitud ética inconformista que se enfrentó con la palabra a los desajustes y las opresiones de la realidad de la época. Es conveniente tener en cuenta, por otro lado, que gran parte de su obra poética fue escrita entre 1939 y 1951 (aunque fuera publicada entre 1945 y 1954), es decir, a lo largo de poco más de una década especialmente difícil para todos, cuando ante los ojos del poeta se encontraba un país destrozado por la guerra civil y la mayoría de los españoles centraba sus esfuerzos en conseguir la supervivencia material y recuperar el aliento moral, tanto individuales como colectivos. Estas circunstancias determinaron, como es lógico, una visión personal angustiosa y dolorida de la vida y de la realidad que echaba sus raíces en lo más profundo del sentimiento sobre la existencia y la condición humana. 2. A PROPÓSITO DE UNA GENERACIÓN Por todo ello, la poesía de Eugenio de Nora, pese a que de forma habitual ha sido situada en la llamada «poesía social», como la de otros poetas del momento, contiene varias direcciones que es oportuno no olvidar: en primer lugar, la constante aspiración del poeta a la belleza absoluta, simbolizada por la vivencia del amor, la contemplación del paisaje y la comunicación con la naturaleza; en segundo lugar, la expresión del desajuste íntimo y existencial del ser humano con unas circunstancias poco propicias para el entusiasmo; en tercer lugar, la respuesta de tipo social, enérgica, desgarrada y dialéctica frente a las agresiones del exterior sobre los derechos elementales de la dignidad humana.