D. R. © 1961, Fondo de Cultura Económica
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PREFACIO
EN EL GRÁVIDO y complejo panorama de la cultura contemporánea es imposible desconocer la trascendencia de la literatura alemana. Por muy alejado que se halle idiomáticamente el lector hispanoamericano —y para él ha sido escrito este libro— de las letras alemanas, se han producido allí hechos fundamentales de repercusión universal. Sin hacer hincapié en periodos remotos, como aquel que produjo esa extraordinaria conjunción de obras maestras a principios del siglo XIII, durante el reinado de Federico II, ¿qué persona medianamente vinculada al fenómeno literario puede dejar de reconocer y valorar el papel desempeñado en últimas centurias por un Schiller, un Hölderlin, un Novalis? Y en el presente, ¿puede acaso ignorarse a Rilke, a Thomas Mann, a Kafka o a Hermann Hesse? Y más aún, rebasando el plano de lo literario, ¿puede una historia de la cultura omitir al máximo de los poetas alemanes, a Goethe?
Todos estos hombres, no obstante, se encuentran imbricados en un proceso evolutivo y no se los concibe desvinculados del conjunto. La presente historia de la literatura alemana, estructurada dentro de los fines perseguidos en los “Breviarios”, pretende, más allá del mero catálogo de títulos y fechas, ofrecer un enfoque, para el lector hispanoamericano, repetimos, en el que lo esencial esté dado en la exposición de las principales corrientes y, en lo posible, según un agrupamiento por géneros. Ningún autor de los considerados aparece aislado del resto y, en lo posible también, se ha tratado de fijar los rasgos distintivos, descartando todo dato anecdótico. Por cierto que habrá omisiones, pero ellas corresponden, en la gran mayoría de los casos, a autores de tercer rango, que carecen de la jerarquía necesaria. En cuanto a los aún jóvenes autores que figuran en los últimos capítulos, la crítica es, por supuesto, ante la falta de decantación que sólo el transcurso del tiempo puede proporcionar, provisoria en una gran medida.
Deseamos subrayar, por último, una insistencia, dentro del equilibrio general, en el tratamiento de la literatura producida durante la primera mitad de nuestro siglo, por lo común reducido a ínfimas proporciones en trabajos de esta naturaleza.
A la doctora Ilse M. de Brugger, profesora titular de literatura alemana en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata, nuestro más agradecido reconocimiento por sus valiosas indicaciones, recogidas en las páginas de este libro.
RODOLFO E. MODERN
PREFACIO A LA TERCERA EDICIÓN
LA FAVORABLE recepción con que público y crítica acogieron la primera edición del presente volumen, que data de 1961, llevó a una posterior, de 1966. Ha transcurrido ya desde el hecho inicial más de una década, y las características didácticas del libro, cuyo objeto lo constituye una información que se pretende equilibrada, de la literatura alemana en lo que va desde sus orígenes hasta nuestros días, hacen aconsejable algunos cambios y adiciones.
Las dificultades, en este sentido, aluden fundamentalmente a nuestra propia época, y para ser más exactos, a las dos o tres últimas décadas. El pasado mediato adquiere cierto carácter de cosa decantada, de recinto difícilmente violable. Pero, en lo que hace a nuestra contemporaneidad, ésta aparece más fluida que nunca, y ciertos ídolos de ayer derriten sus pies de barro en un piso de indiferencia más o menos manifiesta. De todos modos, en los últimos años han surgido acontecimientos literarios cuya omisión no cabe. Algunos autores muy jóvenes, apenas editados o conocidos alrededor de 1960, han avanzado a los primeros planos. Otros, por el contrario, empalidecen cada vez más su imagen, y quizás sea oportuno abstenerse de citarlos.
Entre los problemas que ofrece un manual de historia literaria como el presente, hay tres que brotan prima facie. Uno, su carácter necesariamente sintético, que sirve para introducir autores y tendencias, nunca para una información exhaustiva. Otro, el obligado carácter antológico, que es, quizás, consecuencia del primero. Y el tercero se refiere a las proporciones, al número de páginas o líneas que cada autor tratado merece. El conflicto resulta, en este sentido, insoluble, aunque algo puede ayudar, además del conocimiento del material, el sentido común, el buen gusto, y un juicio histórico-crítico más o menos objetivamente fundado. Desde este punto de vista hemos considerado recomendable insertar en el contexto respectivo un comentario de las obras de Karl Kraus y Joseph Roth, por ejemplo.
Y, por supuesto, hacer conocer o ampliar la información con respecto a aquellos autores que a la época de la primera edición apenas si existían, literariamente hablando. Si este propósito se ha logrado o no, es otra cuestión. Pero la remodelación del último capítulo era impostergable, ahora más que nunca, cuando todo se pone en duda, vacila, cae y vuelve a renacer en las posturas más inesperadas.
RODOLFO E. MODERN
I. DE LOS COMIENZOS AL SIGLO IX
LOS COMIENZOS de la literatura alemana están ligados a la literatura de los pueblos germánicos. Una similitud de contenido, creencias y formas expresivas, lo mismo que el establecimiento de una ascendencia y temas comunes aluden a vínculos obligatorios de consecuencias lejanas. En otras palabras, antes de hablar específicamente de una literatura alemana, enmarcada en lo fundamental dentro de las fronteras de los países alemanes actuales, corresponde una referencia a un mundo más vasto, de una mayor movilidad en sus desplazamientos, con una raíz étnica y lingüística: el de los germanos. Este pueblo había aparecido en la historia de Roma en el siglo II a. C., con motivo de la irrupción de cimbrios y teutones que Mario contuvo victoriosamente, y son los mismos romanos quienes nos han transmitido el nombre de “germanos”. Referencias aisladas de autores clásicos, en gran parte perdidas, se completan más tarde en la famosa Germania de Tácito (55-120 d. C.), quien, al margen de su intención moralizadora al contraponer el mundo fuerte y joven de los germanos al suyo propio, sin ideales ni virtudes, en opinión del autor, ofrece un panorama de las semibárbaras costumbres sociales, políticas y militares del pueblo descrito, y, para lo que interesa directamente al tema, revela la existencia de una poesía germana acentuadamente belicosa, en la que se mezclaba la invocación de dioses y héroes. Entre estas tribus germanas que el azar histórico movía constantemente, destaca su perfil literario el pueblo godo, en el cual se desarrolla la primera manifestación literaria germánica, la traducción de los libros del Nuevo Testamento, por obra del obispo Ulfilas o Wulfila (