INTRODUCCIÓN
Constitucionalismo y democracia de Elster y Slagstad muestra la diversidad de enfoques existentes en las ciencias sociales ante un fenómeno clave en la organización política de los países occidentales, sobre todo a partir de los últimos 20 años y que se reforzó con la caída del muro de Berlín en 1989: Además, otra idea va de la mano de la democracia occidental: el constitucionalismo. Éste ha sido una de las herencias de la vieja república romana con su sistema de cónsules, Senado y tribunos del pueblo, pasando por la Constitución británica, que buscaba un equilibrio del poder, el cual después fue desarrollado por Montesquieu hasta llegar a John Adams y Thomas Jefferson en los Estados Unidos. En este sentido, el constitucionalismo se ha visto como el marco jurídico obligado que limita y crea a la vez el poder en sus distintas vertientes, con un sistema de pesos y contrapesos. Sin embargo, por su influencia en el mundo occidental, la Constitución de los Estados Unidos es la que mayor interés genera en el texto de Elster y Slagstad.
Podría señalar sin temor a equivocarme que tanto Elster como Przeworski son los dos autores más leídos en la academia de nuestro país que están incluidos en esta obra, sobre todo desde la perspectiva de la metodología de las ciencias sociales y de la ciencia política, respectivamente. Sin embargo, poco sabemos de la tradición intelectual en los países escandinavos, en especial en Noruega. Más aún, poco se ha escrito en torno a los valores fundamentales del liberalismo (libertad, igualdad, propiedad, derechos, entre otros) desde la óptica escandinava para el mundo americano (en el más amplio sentido de la palabra) radicado en los Estados Unidos. En este sentido, gran parte de los escritos hacen una referencia directa a los Estados Unidos, tanto de manera implícita como explícita. Por tanto, este estudio introductorio hace hincapié en nuestro vecino país del norte.
Por lo anterior, considero que Constitucionalismo y democracia habrá de enriquecer el debate académico nacional en los campos de la filosofía política, las ciencias jurídicas e incluso de los medios impresos, donde cada día la agenda del gobierno se suma cada vez más a la del interés general.
I. LOS VALORES Y LA IDEA DE LA DEMOCRACIA: ENTRE “DEMOS” Y “KRATOS”
Un punto esencial es tratar de definir el concepto de democracia. Ésta parece ser una tarea sencilla si nos remitimos a la etimología: demos (pueblo) y kratos (gobierno-poder). En este sentido, democracia=gobierno-poder del pueblo. Sin embargo, la definición etimológica nos dice poco en un mundo donde el pragmatismo domina cada día más las relaciones sociales. Es decir, “si democracia es el gobierno del pueblo, ¿qué constituye el gobierno y qué es el pueblo?” Precisamente quiero referirme, en un primer momento, a los valores que comparten el liberalismo y la democracia, pues a final de cuentas “todos los occidentales somos hijos del liberalismo”. Sin tratar de ser simplistas y reconociendo las limitaciones que tiene esta introducción, podemos señalar que las siguientes características son las más importantes en un sistema liberal:
1. La propiedad: la concepción más compartida por los teóricos del liberalismo clásico fue aquella que consideraba a la propiedad como una “ley natural”. En cambio, la segunda cara, la pragmática, señala que la propiedad es un “mecanismo” funcional, eficiente y hasta legítimo de reproducción económica y convivencia social. En este caso, la Constitución es el mecanismo que garantiza la propiedad.
2. La libertad: este concepto es tal vez el más representativo dentro del liberalismo clásico (desde la perspectiva de la ideología) y se acentuó más aún en su relación con la democracia en la tradición inglesa. Es decir, la libertad se ubicaba más en un terreno pragmático, donde la capacidad de acción colectiva era definitiva.
Una característica de la libertad en el pensamiento político-filosófico de los Estados Unidos es el grado de religiosidad que existe en la misma. “La libertad natural yace en la naturaleza dada al pueblo por Dios […] la libertad civil está basada en el consentimiento.” Si nos detenemos a analizar un poco estos argumentos, podemos identificar varias cuestiones importantes. Destacan dos grandes variables para comprender mejor la obra de Elster y Slagstad:
a) Es notable la religiosidad en que se funda el pensamiento político y constitucional del pueblo de los Estados Unidos. La libertad y la religión han ido de la mano en la historia de ese país. La conformación social y los primeros “pactos” No obstante, debe quedar claro que en los Estados Unidos se evita a toda costa que coincidan las divisiones políticas con las religiosas a pesar de la religiosidad de su pueblo, como lo señala Holmes en el capítulo I.
b) El pueblo: los Estados Unidos, más que ninguna otra nación, han dado mucha importancia al significado y alcance que tiene el pueblo en el escenario político. “En 1776 los estadunidenses no sólo eligieron la independencia sino también un gobierno popular.”
II. EL CONSTITUCIONALISMO: ORÍGENES Y VALORES
Pese a que el pueblo de los Estados Unidos es heredero de una tradición en la que no existe una Constitución escrita (obviamente, me refiero al caso de la Gran Bretaña) y pese a que hizo oír su voz en la historia contemporánea con la promulgación de una de las constituciones más pequeñas del mundo, la importancia que ha tenido el constitucionalismo estadunidense es amplia y variada. Me limitaré a señalar los puntos fundamentales en relación con la democracia, que es el común denominador a lo largo de Constitucionalismo y democracia:
2. El orden constitucional estadunidense se basa no tanto en una premisa ideológica sino en una respuesta pragmática del sentido moral de la tradición judeo-cristiana de los