SOBRE EL PODER Y LA VIDA BUENA
EDICIÓN DE JOSÉ LUIS GORDILLO
LEÓN TOLSTÓI
COLECCIÓN CLÁSICOS DEL PENSAMIENTO CRÍTICO
FUNDADOR: FRANCISCO FERNÁNDEZ BUEY (1943-2012)
DIRECTORES: JORGE RIECHMANN Y CÉSAR DE VICENTE HERNANDO
LOS TÍTULOS QUE INTEGRAN ESTA COLECCIÓN TIENEN UNA ORIENTACIÓN FUNDAMENTALMENTE PEDAGÓGICA. SU OBJETIVO ES ACERCAR AL LECTOR ACTUAL LA OBRA Y EL PENSAMIENTO DE AQUELLOS AUTORES Y AUTORAS QUE HAN DESTACADO EN LA ELABORACIÓN DE UN PENSAMIENTO CRÍTICO A LO LARGO DE LA HISTORIA: ENSEÑAR QUÉ DIMENSIÓN HISTÓRICA TUVIERON Y QUÉ DIMENSIÓN POLÍTICA, SOCIAL Y CULTURAL TIENEN; ENSEÑAR CÓMO SE LEYERON Y CÓMO SE LEEN HOY.
PRIMERA EDICIÓN: MARZO 1999
SEGUNDA EDICIÓN: FEBRERO 2018
DISEÑO DE CUBIERTA: MARTA RODRÍGUEZ PANIZO
© EDICIÓN DE JOSÉ LUIS GORDILLO FERRÉ, 2018
© LOS LIBROS DE LA CATARATA, 2018
FUENCARRAL, 70
28004 MADRID
TEL. 91 532 05 04
FAX. 91 532 43 34
WWW.CATARATA.ORG
SOBRE EL PODER Y LA VIDA BUENA
ISBN: 978-84-9097-415-5
E-ISBN:978-84-9097-430-8
DEPÓSITO LEGAL: M-2.923-2018
IBIC: DQ/DNF/BJ
ESTOS MATERIALES HAN SIDO EDITADOS PARA SER DISTRIBUIDOS. LA INTENCIÓN DE LOS EDITORES ES QUE SEAN UTILIZADOS LO MÁS AMPLIAMENTE POSIBLE, QUE SEAN ADQUIRIDOS ORIGINALES PARA PERMITIR LA EDICIÓN DE OTROS NUEVOS Y QUE, DE REPRODUCIR PARTES, SE HAGAN CONSTAR EL TÍTULO Y LA AUTORÍA.
JOSÉ LUIS GORDILLO FERRÉ
Profesor de Filosofía del Derecho en la Universidad de Barcelona. Ha publicado libros, capítulos de libros y artículos sobre objeción de conciencia, pensamiento pacifista, guerra contra el terrorismo, función constitucional de la monarquía y ecología y derecho. Es investigador del Centro Delàs de Estudios por la Paz. En 1981 fundó, junto a otros activistas, el primer Comité Anti-OTAN de la Universidad Autónoma de Barcelona y en 1983 se declaró objetor de conciencia al servicio militar. Desde entonces ha sido miembro activo del movimiento pacifista barcelonés.
INTRODUCCIÓN
JOSÉ LUIS GORDILLO
1
Hace más de un siglo, los responsables de la Casa Editorial de las Publicaciones de la Escuela Moderna, al presentar un ensayo político de Tolstói, formularon la siguiente advertencia: “Si bajo el punto de vista de las ideas hubiéramos de juzgar a Tolstói, tendríamos que señalar profundas discrepancias con las suyas. No somos cristianos, no creemos en su moral, que reputamos falsa y sin fundamento humano. ¿Quiere esto decir que negamos valor positivo a la obra de Tolstói? En modo alguno”. Cien años después, también nosotros compartimos esta valoración y la consideramos, además, la premisa de todo lo que se va a exponer a continuación.
El ensayo aludido veía la luz en una colección de divulgación popular que incluía ensayos o relatos de autores como: V. Hugo, Pi y Margall, P. Proudhon, E. Reclús, E. Zola, Diderot, Voltaire, J. J. Rousseau, H. Spencer, J. Jaurès, Ch. Darwin, Ch. Dickens o M. Gorki. Se trataba de una más de las muchas traducciones o versiones que se hicieron en castellano de los ensayos del viejo Tolstói. Su elevado número es indicativo de que en su obra ensayística hubo elementos críticos que, sin duda, contribuyeron a la formación de una conciencia antimilitarista y revolucionaria entre las clases populares ibéricas de principios del siglo XX. También sugiere el gran interés que existía entre la intelectualidad progresista de entonces en conocer la opinión sobre cuestiones sociales del que ya era considerado como uno de los grandes escritores de su tiempo.
Todo ello contrasta con el poco aprecio que con posterioridad ha tenido la obra no literaria de Tolstói. De hecho es ya casi un lugar común, entre personas de cierta cultura, afirmar que León Tolstói fue siempre un excelente literato y en su vejez un mal pensador. Se trata de una opinión que ya pusieron en circulación algunos de sus contemporáneos. Turgueniev, significado escritor ruso de la corriente occidentalista y liberal, estimaba que cuando a Tolstói le daba por filosofar no hacía otra cosa que dar “palos de ciego”; mientras que cuando “tocaba tierra” con la literatura, encontraba de nuevo “todas sus formas”.
Este juicio presupone que es posible separar de forma tajante lo literario de lo no literario en la obra del famoso escritor ruso. Para él, sin embargo, no había solución de continuidad entre literatura y ensayo con explícito punto de vista moral y político. Tolstói estimaba, como tantos otros escritores de la Rusia de su tiempo influidos por el pensamiento de Vissarion Belinsky, que la literatura era un medio, entre otros, de conocer y difundir la verdad. Así, al final de Sebastopol en mayo, una de sus primeras publicaciones que tuvo problemas con la censura, afirmaba con orgullo: “El héroe de mi relato, al que amo con toda la fuerza de mi alma, el que he tratado de reproducir en toda su hermosura… es la Verdad”. Y a su novela más conocida, Guerra y paz, le añadió un curioso epílogo en cuya segunda parte exponía sus reflexiones sobre la posibilidad de conocer las causas verdaderas de la historia humana. Estas disquisiciones venían a cuento porque lo que acababa de escribir hacía referencia a hechos ocurridos hacía muchos años, lo que planteaba la cuestión de la verosimilitud de lo narrado. Los ensayos y los panfletos de sus últimos años serían otra manera de servir al mismo ideal.
Otro dato que avala la continuidad entre su literatura y su obra ensayística es la coincidencia en los temas de fondo tratados en ambas. Se trata de un aspecto de la obra de Tolstói en el que puso mucho énfasis el gran crítico literario George Steiner, en un conocido trabajo suyo publicado a finales de los años cincuenta del siglo pasado.
Según G. Steiner:
Las doctrinas de sus últimos años, la evolución de sus preferencias instintivas dentro de una coherente disciplina filosófica y social, no fueron el resultado de cambios súbitos, sino más bien una maduración de las ideas manifestadas en su adolescencia. […] No hubo una conversión brusca ni una súbita renunciación del arte en favor de un dios más alto. En su mocedad, un día se arrodilló y lloró ante una prostituta y anotó en su diario que el camino del mundo era el camino de la condenación. Esta convicción ardió siempre en él, y la incesante energía de sus obras literarias refleja el hecho de que cada una de ellas era una victoria de su genio poético contra la mortificante creencia de que nada aprovecha a un hombre ganar la gloria artística si pierde su alma. Incluso en sus mejores logros imaginativos, Tolstói revela su lucha interior y le da forma en un tema siempre recurrente: el paso de la ciudad al campo, de la miopía moral al descubrimiento de uno mismo y la salvación.
Lleva razón Steiner al señalar la unidad temática existente en toda la obra de Tolstói y la continuidad entre algunas preocupaciones morales manifestadas en su juventud y en su vejez. De hecho, a los veintisiete años, el escritor anotó en su diario que acababa de tener un pensamiento “grandioso e inmenso”: sentar las bases de una nueva religión “conforme al progreso de la humanidad, una religión de Cristo, pero despojada de la fe y el misterio; religión práctica que no prometerá la beatitud eterna sino que la procurará en la tierra”; una frase que anuncia el anarquismo cristiano de su vejez. Por lo demás, en las reflexiones de algunos personajes de sus novelas más conocidas —Pierre Bezukhov o Andrés Bolkonski, de Guerra y paz, o Konstantín Levin, de Ana Karenina— están presentes muchos de los problemas éticos y sociales de los que partiría toda su obra ensayística.