D. R. © 1998, Fondo de Cultura Económica
Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 México, D. F.
Empresa certificada ISO 9001:2008
Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc., son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicanas e internacionales del copyright o derecho de autor.
PRÓLOGO
Con Heráclito, la filosofía nace al logos y, desde Grecia —Platón, sofistas, Aristóteles…—, analiza repetidamente cuestiones del lenguaje, análisis necesarios para la teoría del conocimiento, la metafísica y aun la moral o la estética. Por lo demás, los estudios lingüísticos son fundamentales en el curso de la Edad Media y en la filosofía que llamamos moderna, de la “ciencia nueva” a los estudios sobre el entendimiento humano, tanto de un Locke como de un Leibniz.
En nuestro siglo la filosofía ha decidido ser, especialmente en la tradición anglosajona, precisamente “lingüística”, filosofía frecuentemente eficaz y, en todo caso, en boga durante los últimos 30 o 40 años. En la tradición europea, la que los ingleses llaman “continental”, no ha sido menos frecuente la preocupación por el lenguaje, aunque en este caso no suela limitarse a puro análisis lingüístico sino a la vocación metafísica y ontológica que va, con todas las diferencias del caso, de Bergson a Husserl, de Nietzsche o Jaspers a Heidegger.
En el libro de Tatiana Aguilar-Álvarez Bay que ahora presento, vemos la obra verdaderamente importante de una muy joven filósofa mexicana que ha trabajado cerca de cinco años el tema, el del lenguaje en Heidegger, y, esencialmente, en lo que suele llamarse, no sin alguna vaguedad, el “primer Heidegger”: el de La doctrina del juicio en el psicologismo, de 1913 —estudios doctorales del filósofo—, a El ser y el tiempo, de 1927.
Sin embargo, Tatiana Aguilar-Álvarez Bay percibe muy claramente —lo ha aceptado el propio Heidegger— que las ideas del “primer” Heidegger deben tenerse en cuenta al estudiar las del “segundo” y, claro está, las del “segundo” al estudiar las del “primero”. Así, El lenguaje en el primer Heidegger estudia con gran rigor y originalidad la obra heideggeriana principalmente de la primera época, y lo hace con claridad.
No debo aquí entrar en detalles. Me limito a alentar al lector. El libro que tiene ante los ojos no siempre es fácil —¿no decía Lezama Lima que “sólo lo difícil es estimulante”?— pero es siempre claro; en efecto, preciso y claro.
En cuanto al sentido del libro, quiero aquí recordar que la autora afirma “la proximidad entre la problemática ontológica y la cuestión del logos”, si decidimos decir, con Heidegger, que la verdad del lenguaje depende de la verdad del ser, de la revelación o, más cerca aún de Heidegger, del “desocultamiento” del ser. Verdad y Ser se imbrican aun cuando Heidegger afirmó alguna vez que hemos llegado “tarde para los dioses y pronto para el ser”, frase que, por lo que a mí toca, no deja de confundirme.
Paso a paso El lenguaje en el primer Heidegger sigue lo que Heidegger más tarde llamará “caminos del pensamiento”, desde la tesis doctoral y el trabajo de habilitación sobre las categorías de la significación en Duns Escoto (1916) hasta culminar, específicamente, en esta obra que es El ser y el tiempo, parte fundamental del libro de Tatiana Aguilar-Álvarez Bay.
La filosofía de lengua castellana se ha ocupado desde 1930 —mucho antes que en Francia, Italia o Inglaterra— de la obra de Heidegger, tan presente en Zubiri, García Bacca, Samuel Ramos y, ante todo, José Gaos, cuya traducción de El ser y el tiempo es la primera realizada de manera completa en cualquier lengua. Por lo demás, El lenguaje en el primer Heidegger se sitúa en una larga tradición que no deja de ser la tradición del Fondo. Léase bien el libro. Después se podrá leer mejor a Heidegger.
No quiero pecar de indiscreto pero, además de su temple y talento filosófico, Tatiana practica con capacidad análisis literarios agudos, especialmente, hasta ahora, sobre Thomas Mann, Huidobro, Octavio Paz.
R AMÓN X IRAU
INTRODUCCIÓN
1. O NTOLOGíA Y LENGUAJE
El tema de este libro es la relación entre lenguaje y ser; lo desarrollamos a partir del esquema ontológico que inaugura la pregunta heideggeriana por el sentido del ser. Exponemos a continuación las directrices y el esquema de los que nos valemos para resolverla y, en general, las aclaraciones pertinentes en lo que se refiere al procedimiento que seguimos.
Desde el inicio de su trayectoria, Heidegger establece que lenguaje y ser han de abordarse paralelamente, esto es, que el lenguaje forma parte del repertorio de cuestiones que incumben a la metafísica. En Ser y tiempo esta relación se formula mediante la noción de habla, modo originario de apertura que pertenece a la estructura misma del Dasein. La última fase de su filosofía es todavía más radical, el lenguaje es casa del ser y lenguaje originario. En esta época el carácter ontológico del logos se hace más patente:
…la relación entre cosa y palabra es de las cuestiones primordiales que el pensamiento occidental ha suscitado, particularmente en la figura de la relación ser y decir. Esta relación subyuga el pensamiento de manera tan pasmosa que se anuncia con una sola palabra. Ésta dice: logos. Pronuncia simultáneamente el nombre para ser y decir.
Una investigación sobre el lenguaje en Heidegger necesariamente debe realizarse a partir de su ontología. Para acceder a la significación orginaria del logos es necesario restaurar la problemática ontológica de la que surgió esta noción fundamental. Fuera de este ámbito, toda interpretación del lenguaje está condenada, en el mejor de los casos, a la parcialidad. Según Heidegger, ésta es la raíz de la incapacidad de la llamada filosofía del lenguaje para dar cuenta de su objeto —el mismo mal aqueja a la gramática e incluso a la lógica—.interpretación filosófica del lenguaje debe dilucidar su relación con el ser. Cualquier otro enfoque es derivado y, como tal, compete a ciencias particulares.
Retrotraer el lenguaje hacia el terreno que pertenece es una tarea que incluye una fase crítica. Para insertar el lenguaje en el horizonte conceptual de la ontología es preciso desgajarlo de las rígidas estructuras desde las que lo interpreta la tradición filosófica. La paradoja característica del planteamiento heideggeriano, a saber, reivindicar la dimensión metafísica de la filosofía superando la metafísica, se da también en el caso del lenguaje: para reivindicar su relación con el ser es preciso sortear las representaciones a las que la metafísica nos ha habituado. Éste es el contexto en el que se desarrolla la crítica a la forma proposicional como lugar de la verdad, tema estrechamente vinculado con el que aquí nos ocupa.