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Bernard Campbell - Ecología humana

Aquí puedes leer online Bernard Campbell - Ecología humana texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 1994, Editor: Sargont, Género: Historia. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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Bernard Campbell Ecología humana

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Ecología humana

La posición del hombre

en la naturaleza

Bernard Campbell

SALVAT

Versión española de la nueva edición inglesa de la obra Human

Ecology, publicada por Heinemann Educational Books Ltd. de

Londres

Traducción: Joandoménec Ros

Diseño de cubierta: Ferran Cartes / Montse Plass

Escaneado: thedoctorwho1967.blogspot.com.ar

Edición digital: Sargont (2018)

© 1994 Salvat Editores, S.A., Barcelona

© Bernard Campbell

ISBN: 84-345-8880-3 (Obra completa)

ISBN: 84-345-8908-7 (Volumen 28)

Depósito Legal: B-1551-1994

Publicada por Salvat Editores, S.A., Barcelona

Impresa por Printer, i.g.s.a.. Enero 1994

Printed in Spain

ÍNDICE
PREFACIO

Hace tiempo creo que es difícil que nadie comprenda nuestra actual crisis evolutiva y ecológica sin una cierta perspectiva de cómo hemos llegado a encontrarnos en tan grave peligro. La idea de que podemos seguir explotando continuamente nuestro ambiente finito para satisfacer a una población en constante expansión es claramente ingenua. Los avances tecnológicos no pueden ayudarnos mucho más. Igualmente cándida es la idea de que podemos volver a una vida idílica como cazadores y recolectores. Lo que tenemos que hacer para salvarnos es el problema más importante de este siglo. Creo que éste no puede resolverse sin un completo conocimiento de cómo hemos llegado a esta terrible situación.

Este libro, de extensión reducida, pasa revista a algunos aspectos de la prehistoria y de la historia de la humanidad con el propósito de comprender nuestras adaptaciones evolutivas y culturales a nuestros distintos ambientes. Un tema tan extenso, por fuerza, ha de tratarse sólo brevemente en un libro de este tipo, pero creo que había que destacar los principales componentes originales de la adaptación humana, para que podamos examinar nuestro lugar actual en la naturaleza con una mayor perspectiva y una comprensión más profunda.

Este libro se ha escrito para el lector medio, porque los tipos de cambios que se precisan en nuestras adaptaciones futuras al planeta Tierra no son tanto tecnológicos como políticos. No obstante, espero que todos los biólogos, en especial los relacionados con la producción de alimentos, encuentren la perspectiva histórica interesante y valiosa.

La religión de un pueblo refleja y determina a la vez su actitud ante la naturaleza. En el primer capítulo del Génesis, versículo 27, leemos:

Y los bendijo Dios, diciéndoles: «Procread y multiplicaos, y henchid la tierra; sometedla y dominad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre los ganados y sobre todo cuanto vive y se mueve sobre la tierra.»

A pesar de que han pasado más de 100 años desde que Charles Darwin escribiera El origen de las especies (1859), la idea que tenemos de nuestro lugar en la naturaleza, de nuestra relación con el mundo natural se halla todavía determinada, en un sentido profundo, por este antiguo mito judeocristiano. Pasajes como éste nos ordenan someter la Tierra y a todas sus criaturas, y aumentar nuestra propia población hasta que consigamos llenar (henchir) la Tierra con el género humano.

Antes de mediar el último siglo, cuando unos pocos geólogos y biólogos se dieron cuenta de la antigüedad de la Tierra y de sus habitantes, todo el mundo creía (a partir de los cálculos de teólogos eminentes) que la historia de la creación descrita en el Génesis tuvo lugar en el año 4004 a. de C. El pasaje constituye una declaración de la actitud de la humanidad ante la naturaleza en los primeros años de la historia judía. Abel, el pastor, y Caín el agricultor, representaban dos maneras de domeñar la naturaleza que hacían posible una tasa de extracción de alimento mucho más elevada del medio ambiente de la que previamente se conocía. Se trataba de dos modos de vida que iban a permitir a la humanidad procrear y multiplicarse, y henchir toda la Tierra.

El desarrollo del pastoreo y de la agricultura cambió de forma fundamental el equilibrio que previamente existía entre los seres humanos y su contorno. No sólo se domesticaron ciertas especies, sino que otras que podían competir con los rebaños domésticos y dañar la tierra agrícola tuvieron que ser expulsadas de pastos y campos. Los carnívoros, para los que el ganado era una presa fácil, fueron mantenidos a distancia o sacrificados. La humanidad necesitaba dominar y controlar la actividad de muchos mamíferos con los que empezaba a competir. Estos acontecimientos revolucionarios reforzaron una tendencia hacia una vida sedentaria que había aparecido anteriormente en la prehistoria, y la consecuencia fue un aumento de la población.

Para las pequeñas tribus de pastores y agricultores nómadas, el arquetipo judío era apropiado. Mediante tales pretextos, la humanidad ha llegado a dominar y a someter a la naturaleza y en la actualidad ocupa prácticamente todas las zonas disponibles y adecuadas de la superficie de la Tierra. Pero el pequeño mundo de los antiguos judíos (una pequeña zona de tierras semiáridas que corresponde al Israel de nuestros días y a las regiones vecinas) ha sido sustituido en la actualidad por una Tierra densamente poblada. Ya no hay tierras vírgenes que dominar, ni queda más espacio para una ulterior expansión de la humanidad. Porque el lugar de la especie humana en la naturaleza ha cambiado, nuestra actitud ante ella debe cambiar asimismo.

Esta visión judeocristiana del mundo que hemos descrito ha sido característica, naturalmente, de judíos, cristianos y, entre éstos, especialmente de los protestantes. Casi todas las demás religiones y filosofías reflejan una actitud de mayor respeto y preocupación por la naturaleza. Para nosotros, la importancia del punto de vista judeocristiano no es sólo que dirige buena parte de la tecnología occidental, sino también que, disfrazado de los valores comerciales y la tecnología occidentales, se está extendiendo por todo el mundo. Una actitud similar de explotación irreflexiva de los recursos naturales del mundo se está haciendo así cada vez más común entre las personas de otros continentes que han estado en contacto con el mundo occidental.

En este libro se intenta describir brevemente las más importantes adaptaciones humanas a las diferentes regiones climáticas del mundo: cómo, ya en un temprano período, los seres humanos mantenían un equilibrio natural con los animales y plantas que constituían su ambiente, y cómo, con el desarrollo de la tecnología y de otras innovaciones culturales, aumentó su tasa de extracción de recursos. En los últimos capítulos veremos cómo la ganadería y la agricultura hicieron posible la explotación de los recursos naturales de una manera que con frecuencia ha hecho posible el desarrollo urbano a gran escala, especialmente cuando se halla ligada a un eficiente sistema de transporte.

La forma en que los cambios han tenido lugar, y los principios que subyacen a tales cambios, constituyen uno de los hechos más significativos de la prehistoria y de la historia humanas. Podemos describirlos con una cierta confianza, porque en muchas partes del mundo estos distintos cambios revolucionarios están teniendo lugar hoy en día y rápidamente.

Muchas de las adaptaciones a los distintos ambientes que describiremos han sido de la máxima importancia en la supervivencia del hombre y han influido de manera profunda en la naturaleza humana. Puesto que el ser humano es un producto de su herencia genética y de su ambiente, la ciencia de la ecología (que se ocupa de las relaciones entre las especies y su ambiente) es la clave para comprender tanto la evolución como la misma naturaleza humanas.

Todavía nos enfrentamos a los mismos problemas que tenían planteados nuestros antepasados: problemas de supervivencia. Dependemos todavía, de manera absoluta y final, de la naturaleza de este mundo, de la vida vegetal y animal con la que vivimos. Como Darwin nos demostró tan claramente, todavía somos parte de la naturaleza, y tal dependencia no puede disminuir en virtud de nuestra tecnología, ni ésta puede asegurar nuestra supervivencia. Ésta dependerá de un único factor: nuestro éxito o nuestro fracaso en conseguir un nuevo equilibrio con nuestros recursos, mediante la estabilización del crecimiento de la población y de la tasa de extracción. El hambre que amenaza a un tercio de la población mundial demuestra con terrible claridad que nuestra deuda con la naturaleza es ya muy grande, y que sus recursos son finitos.

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