ÉMILE DURKHEIM (1858-1917) fue uno de los fundadores de la sociología como disciplina institucional y el primer titular de una cátedra sobre esa materia en Francia. Los cuatro libros que publicó en vida —La división del trabajo social (1893), Las reglas del método sociológico (1895), El suicidio (1897) y Las formas elementales de la vida religiosa (1912, publicado en español por el FCE)— hoy se consideran obras canónicas de las ciencias sociales. Su labor al frente de un grupo de jóvenes investigadores (Marcel Mauss, Maurice Halbwachs, etc.), en torno de la revista L’Année Sociologique, dio forma a una de las escuelas más influyentes de la primera mitad del siglo XX. Sus contribuciones a la teoría sociológica y sus innovaciones metodológicas son puntos de referencia en la historia del pensamiento social.
Las reglas del método
sociológico y otros
ensayos de metodología
Sección de Obras de Sociología
Traducción
ERNESTINA DE CHAMPOURCÍN
Traducción de textos complementarios
YENNY ENRÍQUEZ
Revisión de la traducción
FAUSTO JOSÉ TREJO
Revisión técnica de la traducción
JORGE GALINDO, JUAN PABLO VÁZQUEZ
y HÉCTOR VERA
Émile Durkheim
Las reglas del método
sociológico y otros
ensayos de metodología
Edición, introducción, selección y notas de
JORGE GALINDO, JUAN PABLO VÁZQUEZ
y HÉCTOR VERA
Primera edición en francés, 1895
Segunda edición, 1901
Primera edición en español (Cuadernos de La Gaceta), 1986
Segunda edición (Sociología), 2019
Primera edición electrónica, 2020
Diseño de portada: Teresa Guzmán Romero
Título original: Les règles de la méthode sociologique
D. R. © 2019, Universidad Iberoamericana, A. C.
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D. R. © 2019 Fondo de Cultura Económica
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ISBN 978-607-16-6537-9 (ePub)
ISBN 978-607-16-6386-3 (impreso)
Hecho en México - Made in Mexico
Sumario
Las «viejas» reglas del método sociológico
JORGE GALINDO,
y HÉCTOR VERA
En el mundo académico, en el que impera el fetiche de lo nuevo, es inusitado que un texto cualquiera —y más aún uno que acostumbra ser visto como «manual introductorio»— siga recibiendo consideración pasados unos cuantos años. El caso de Las reglas del método sociológico, publicado en 1895 por Émile Durkheim, es una rara excepción a esa tendencia.
Este pequeño libro ha visto cómo brotan y se marchitan numerosas corrientes teóricas, ideologías políticas e idiosincrasias metodológicas que han moldeado los gustos y preferencias de las comunidades sociológicas durante décadas: utilitarismo, marxismo-leninismo, estructuralismo, funcionalismo, teoría crítica, constructivismo, teoría de la elección racional, posmodernismo. Mientras tanto, los lectores han regresado, generación tras generación, a consultar las páginas de Las reglas. Un dato significativo sobre esta perennidad del trabajo de Durkheim es que el libro que en 1976 Anthony Giddens tituló —un tanto irónicamente— Las nuevas reglas del método sociológico está hoy más pasado de moda que aquellas «viejas» reglas escritas por Durkheim a fines del siglo antepasado.
Dos motivos podrían explicar el longevo interés que ha despertado Las reglas. Por un lado, la sociología es una disciplina donde el entrenamiento básico de sus nuevos miembros incluye el estudio obligatorio de la historia de las teorías sociológicas; y conlleva, junto con eso, una singular veneración por los así llamados «padres fundadores». Si hay algún elemento común que comparten los programas universitarios de sociología en cualquier parte del mundo es el objetivo de familiarizar a los estudiantes con las ideas de tres pensadores: Karl Marx, Max Weber y Émile Durkheim. Prácticamente cualquier otro conocimiento —teórico, técnico o metodológico— puede, o no, ser parte de los planes de estudios (algunos tienen fuertes dosis de estadística, otros desprecian los métodos cuantitativos; unos tienen un marcado acento localista, otros intentan imitar las doctrinas europeas, etc.), pero todos consideran indispensable la lectura de esa triada capitolina. A eso hay que sumar que Las reglas del método sociológico es la única obra de cualquiera de esos tres científicos sociales que puede ser usada como una introducción comprensible a la sociología (Economía y sociedad, de Weber, es un texto muy enmarañado para cumplir esa función y a Marx nunca le interesó cultivar a la sociología como un ámbito de estudios particular, por lo que un impreso como El manifiesto del partido comunista tampoco podría llenar esos zapatos).
Por otra parte, Las reglas contiene un núcleo de ideas que son de interés para cualquier persona interesada en estudiar la vida social de un modo que rebase las opiniones superficiales y las reflexiones puramente especulativas (mucho de lo cual abunda cuando se entablan discusiones públicas sobre las causas de las dinámicas colectivas). Durkheim deploraba lo que llamó la «vacuidad de las explicaciones simplistas» e intentó erradicar la idea de que estudiar la vida social es algo obvio o fácil. Insistió en que un conocimiento científico de la sociedad es algo a lo que sólo se puede llegar a través de considerables esfuerzos (como en cualquier otra ciencia). Las reglas sigue siendo un texto ampliamente leído y rutinariamente asignado en los cursos universitarios porque una parte crucial de la batalla que Durkheim libró cuando escribió el libro —hace más de 120 años— continúa siendo una lucha que debe ser peleada. Hoy todavía es común que los jóvenes que ingresan a las instituciones de educación superior —y el público lego en general— piensen que los fenómenos sociológicos pueden ser explicados por causas extrasociológicas, como una supuesta «naturaleza humana», los genes o el perfil psicológico de los individuos (por no hablar de opiniones aún más ingenuas, pero también generalizadas, que explican el porqué de las acciones humanas apelando a razones obtusas como el horóscopo, el esoterismo o la voluntad divina). La cruzada de Durkheim por defender que sólo lo social puede explicar lo social (y que eso hace indispensable que se cultive una ciencia dedicada a estudiar ese particular ámbito de la realidad) tiene que seguirse peleando; leer