Bibliografía básica
1. Textos
MIGNE, J. P., Patrología Latina (PL), vol. 178. Contiene las obras teológicas de Abelardo, París, 1855.
COUSIN, V., Petri Abaelardi Opera, 2 vols. París, 1849.
2. Para el estudio de la época de Abelardo
BROOKE, Ch., The Twelfth Century Renaissance, Londres, 1969.
RASHDALL, H., The Universities of European the Middle Ages, vol. I, Oxford University Press, 1895.
SOUTHERN, R. W., The Making of the Middle Ages, Londres, 1967.
GILSON, E., La filosofía en la Edad Media, trad. esp., Madrid.
KNOWLES, D., The Evolution of Medieval Thought, Londres, 1962.
3. Para la figura de Abelardo y Eloísa
GILSON, E., Héloise et Abélard, París, 1938.
GRANE, Leif, Peter Abelard, Londres, 1970.
MCCLEOD, E., Héloise, Londres, 1971.
HAMILTON, H., Héloise, 1966.
CHARRIER, Ch., Héloise dans l’histoire et la legende, París, 1933.
PERNOUD, R., Héloise et Abélard, Paris, 1970.
4. Para las cartas de Abelardo-Eloísa
Historia Calamitatum and Letters, Mediaeval Studies, vols. XII, XV, XVII, XVIII, Toronto, 1950 ss.
JOUHANDEAU, M., Lettres d’Héloise, Paris, 1959.
MONFRIN, J., Historia calamitatum: texte critique avec introduction, Paris, 1962.
MURRAY, V., Abélard and Saint Bernard, 1967.
5. Obras en español
ABELARDO, P., Ética o Conócete a ti mismo. Traducción del latín, introducción y notas de Ángel J. Cappeletti, Buenos Aires, 1971.
ABELARDO, P. y ELOÍSA, Cartas. Traducción de Cristina Peri-Rossi, Barcelona, 1982.
ÍNDICE
, por Pedro Rodríguez Santidrián
CARTAS DE ABELARDO Y ELOÍSA
Introducción
La historia y la leyenda de Abelardo y Eloísa —de tan fuerte impacto en la vida y poesía de la Edad Media— apenas sí tiene hoy un breve espacio en la literatura. Tampoco el romanticismo ni la novela histórica han logrado popularizarla hasta convertirla en un mito eterno capaz de mover e impresionar a las nuevas generaciones. No obstante, del poema y tragedia de amor de Abelardo y Eloísa sigue perenne la relación apasionada de un profesor y su alumna, de la inteligencia y el corazón, cautivados y lanzados hacia la aventura suprema del saber y de la ciencia. Quisieron vivir y amar juntos para aprender juntos la sabiduría. Es aquí donde el mito de Abelardo y su alumna —amante y esposa— adquiere toda su originalidad y puede ofrecer a los de hoy la suprema aventura de la búsqueda de la sabiduría en el amor.
Pero lo más nuevo que nos ofrece la leyenda y el mito es la base histórica de los personajes. Hacer de ellos los grandes lovers de la Edad Media y mitificarlos, poniéndolos junto a Romeo y Julieta y otros, no sería hacerles justicia. Abelardo y Eloísa tienen su vida propia, histórica, mucho más real que cualquier personaje de novela o de la escena. Abelardo es, con mucho, el hombre más brillante y completo de su siglo, perfectamente dotado para las «luchas de la inteligencia»: dialéctica, filosofía, teología. Es un poeta, un trovador y un humanista. Y la figura de Eloísa —guerrera de la mente y el corazón— está mereciendo una mirada de comprensión del feminismo y de la protesta actuales. Encarna lo más característico de la mujer: la belleza y el amor, la sutil ternura y la profunda sensibilidad reforzada por una aguda y superior inteligencia.
Vale la pena encontrar de nuevo a estos dos personajes de fuego, verdaderos amantes, viajeros apasionados por los caminos del corazón y de la inteligencia. Esta su aventura —conocida y transmitida por distintas fuentes— nos la cuentan ellos mismos en las Cartas que aquí presentamos. La correspondencia epistolar mantenida entre Abelardo y Eloísa es uno de los documentos literarios autobiográficos más impactantes y merecedores de un lugar entre los mejores del género.
Como introducción de las mismas vayan estas notas sobre la época y escenario en que se desenvuelven los personajes. Es obligada la presentación de los mismos: su vida, doctrina, estilo e influencia. Nuestra atención recae sobre todo en las cartas.
Época y escenario: el siglo XII
La abundante bibliografía sobre Abelardo recala toda ella en el esclarecimiento de la época. Ningún personaje se entiende sin el espacio y el tiempo en que vive. De la «oscura Edad Media» contamos hoy con estudios que nos permiten hacer una «nueva lectura» de sus hombres e instituciones.
La vida y la obra de Pedro Abelardo aparece sobre el fondo del siglo XII. Un siglo que ha merecido, desde el punto de vista cultural, el título de «primer renacimiento». «Examinado en su conjunto —escribe Étienne Gilson— el movimiento intelectual del siglo XII se presenta como la preparación de una edad nueva dentro de la historia del pensamiento cristiano, pero también como la maduración en Occidente y, principalmente en Francia, de la cultura patrística latina que la Edad Media había heredado del Bajo Imperio».
Casi todos los aspectos de esta época inciden en la vida y obra de Abelardo y Eloísa. Son personajes profundamente originales, pero que no se pueden trasplantar a otra época y cultura. Veámoslo señalando sus características: ideas, movimientos, hombres e instituciones.
No es difícil confirmar con ejemplos la afirmación de E. Gilson. Apuntamos algunos datos de nombres, escuelas y corrientes del llamado período de «formación de la escolástica».
Los siglos XI-XII nos ofrecen una galería de hombres importantes del pensamiento filosófico-teológico. Citamos algunos: San Anselmo de Canterbury (1033-1109), Roscelino de Compiègne (1050-1121), Guillermo de Champeaux (1070-1120), Abelardo de Bath (m. 1112), Anselmo de Laón (m. 1117), Pedro Abelardo (1079-1142), Pedro Lombardo (m. 1164) y Juan de Salisbury (1110-1180), entre otros. Son figuras señeras que centran su pensamiento en los problemas básicos de la escolástica: el problema de los universales, relaciones entre fe y razón, filosofía y teología, relaciones iglesia-poder civil, la mística, etc. Todas ellas desembocarán en las aulas y debates del siglo XIII.
Igual auge encontramos en las escuelas. Del trivium (gramática-retórica-dialéctica) y del cuadrivium (geometría-aritmética-astronomía y música) se ha pasado al estudio de la teología, del derecho y de la medicina. Las escuelas palatinas y episcopales primero, y después las universidades cumplen ahora este programa superior exigido por el desarrollo y la demanda social. Las dos escuelas más destacadas de este período y en relación directa con Abelardo son la escuela de Chartres y la de San Víctor (cerca de París). Fundada la primera en el siglo X tiene ahora su apogeo con figuras como las de los hermanos Bernardo y Thierry de Chartres (m. 1115), Gilberto de la Porrée (1076-1154), Guillermo de Conches (1080-1145). La escuela de Chartres destaca por la especulación filosófico-teológica, basada en el rigor de la razón y en la fidelidad a la fe.
Por su parte, la escuela de San Víctor —convento agustiniano cerca de París— trata de conciliar la mística con la dialéctica. Su máximo florecimiento tiene lugar ahora en el siglo XII. Sus principales maestros son: Hugo de San Víctor (1096-1141) y Ricardo de San Víctor (m. 1163), al lado de los cuales encontramos a otros maestros como Gualterio y Godofredo.
Otra de las figuras de esta época —un místico y antidialéctico que jugó un papel importante en la vida y proceso de Abelardo— es San Bernardo de Claraval (1091-1153). Como enemigo de la dialéctica San Bernardo promovió una auténtica cruzada contra la dialéctica de Abelardo, hasta llegar a condenarle. Los últimos días de éste estuvieron amargados y reducidos al silencio por obra y manejos de Bernardo de Claraval.
Pero, sin duda, el mérito mayor del siglo XII es haber alumbrado las universidades, sobre todo, la de París. «Hacia finales del siglo XII —comenta E. Gilson— la superioridad escolar de París es un hecho universalmente reconocido. Gentes de todas partes se apresuran por los caminos que conducen a esta ciudadela de la fe católica. Todo anuncia la inminente creación de ese incomparable centro de estudios que será en el siglo XII la Universidad de París».