Apuntes de proyectos
Proyecto 1
Copa olvidada sobre una mesa, apenas hay ya ruinas, el desierto (arena) lo invade todo. De la copa fluye un agua milagrosa que se va extendiendo en un riachuelo.
Proyecto 2
Un trozo de la vida de “a”, después del viaje, en esa otra ciudad, encuentra a “x” (no se parecen físicamente, se complementan), al principio, sólo pequeñas coincidencias, después, relatos de “x” (incluso con ocasionales documentos fotográficos de rincones de la casa, animal favorito, fiesta o reunión, etcétera) con precisiones de fechas y días que descubran las coincidencias (el lugar en que vive en esta otra ciudad tenía algunas huellas cuando llegó por primera vez, la silla en que se sentó estaba algo caliente, etcétera, etcétera). Desde luego, “x” tiene en su poder algunos objetos que “a” creyó haber perdido o cuya desaparición era oscura.
El pelo, quizá fuera posible que el único pelo fuera algo violáceo, compuesto de los otros dos, uno rojo y el otro azulado (negro azulado). Tâches de rousseur casi invisibles pero en el uno, oscuras; en el otro, claras (como si las manchas del uno hubiesen sido hechas sirviéndose de la piel del otro en la forma en que se hace el pochoir).
Proyecto 3
En un bosquecillo con gran desorden, una especie de árbol (la célula). Dentro, una criatura que teje con sus propios cabellos una sustancia que se alarga y extiende hasta el horizonte. Un río separa esto del otro lado, en que hay una construcción con gentes, sabios, etcétera, que observan esta escena con una especie de microscopios, telescopios. En el río, un puente, alguien lo está pasando para llevar una especie de carta-homenaje a la tejedora. También la tela tejida puede ser capturada por alguien que la recibe en una caja purificadora (la caja será medio instrumento de música y representará la armonía). Naturalmente, la tela se va destruyendo dentro de la caja.
Cartas
CARTA 1 • A GERARDO LIZARRAGA
Ésta, Gerardo, ¡ay, dolor!, que leo ahora, carta de soledad, mustios lamentos, pudiera haber sido
¿fue un tiempo?
Cantática famosa.
A condición de comprender que París, Londres, Guanajuato, Florencia, Buenos Aires, Moscú, etcétera, se convertirán inevitablemente en maravillosos o funestos según tu estado interior. Puedes ir de acá para allá, pero mientras tú no estés bien, nada de lo que te rodea lo estará.
Me cuesta mucho comprender la importancia que parece tener para ti el reconocimiento de tu talento. Yo pensaba que para un creador lo importante es el crear y que el devenir de su obra era cuestión secundaria y que fama, admiración, curiosidad de la gente, etcétera, eran más bien consecuencias inevitables que cosas deseadas.
La joven Ángela o Angélica (no estoy segura) que se hace llamar Nadine por razones literarias, no creo que sea el personaje que imaginas, pero es muy natural que Zeus (¡nada menos!) trate de alzarla hasta su condición esplendorosa. Parece, sin embargo, que existe alguna contradicción, ya que el término peyorativo de Peronelle tampoco me parece justo.
A mi juicio no es (loin de là) una Peronelle.
No estoy de acuerdo sobre lo que dices de Juliana. Todo lo que ella hizo o deshizo, por disparatado que pareciese a un observador con prejuicios, fue hecho con lo que se deben hacer las cosas, es decir, con valor y sin temor a las consecuencias. En esta forma, cada quien tiene el derecho de obrar como le parezca. Pero echarse al agua a nadar y no querer al mismo tiempo mojarse la ropa, esto, Gerardo, es imposible.
A esto me contestarías que si tuvieses mucho dinero, podrías pagar una empleada que se ocupase de todo y así no habría consecuencias, es decir, que en la actualidad tu esposa funge como femme de charge, majordome, secrétaire, nodriza, etcétera. Si tuvieses bastante dinero, ¡claro!, podrías contratar todo ese personal doméstico y no habría problema. Pero Juliana lo que quiera que sea que hizo fue valientemente, perdiendo todo o ganándolo todo.
CARTA 2 • A JULIANA GONZÁLEZ Y MERCEDES DE LA GARZA
¡Oh diosas tan admirables cuan esquivas!
Ocurrido se me ha una cantidad de singulares acontecimientos entre alcohólicos, musicales y vodevilescos (perdonad el galicismo). Todo ello salpicado con fuerte componente folletinesco.
Aunque vivís apartadas del mundanal ruido, quizás aceptéis el venir uno de estos días a esta muy humilde choza donde platicaremos y beberemos agua de castañas, jugo de espárragos y quizás admiremos unos grabados bastante buenos que tengo representando a Baco, a Noé y a algún otro coronel británico, retirado ya de su servicio en las Indias. La contemplación de estos grabados produce un cierto estado de embriaguez no alcohólica, sino más bien hipnofotónica, dicen los especialistas que no ataca al hígado sino únicamente a las glándulas salivales y es inofensiva.
CARTA 3 • A UN PINTOR NO IDENTIFICADO
Muy señor mío,
He dejado pasar un tiempo prudencial y ahora creo, es más, tengo la seguridad de que vuestro espíritu se encuentra propicio a comunicarse conmigo. Yo soy una reencarnación de una amiga que tuvisteis en otros tiempos. Ella era poco agraciada físicamente hablando: nariz abundante, cutis pecoso, cabello rojizo, peso inferior al que debiera. Afortunadamente, mi actual encarnación sólo ha conservado como característica física el cabello rojizo. El resto…, ¡amigo mío!, ¡qué mango!; nariz griega, curvas seductoras, sin ser obesa, beneficio de abundancias sin par y, en resumidas cuentas…, ¿que tengo algunas arrugas? ¡detalle insignificante!: es el equivalente a la noble pátina que adquieren los objetos de buena calidad.
Esta reencarnación no fue fácil. Después de atravesar mi espíritu, primero por el cuerpo de un gato, después por el de una criatura desconocida perteneciente al mundo de la velocidad —es decir, a ese que nos atraviesa a más de 300 mil kilómetros por segundo (y que, por lo tanto, no vemos)— fui a dar, inexplicablemente, al corazón de un trozo de cuarzo. Al favor de una tormenta abominable, los fenómenos eléctricos me fueron favorables y, cayendo un rayo en dicho trozo de cuarzo, rescató mi espíritu que, describiendo una espiral, fue a alojarse en el cuerpo de una mujer metidita en carnes que por allí circulaba. Me siento satisfecha de esta circunstancia y por eso me atrevo a escribiros, en el entendimiento de que no me habéis olvidado.
He pensado que el teléfono es un aparato inhibitorio y muy frío para comunicar. Pero escribirse cartas es diferente. Creo que mi alojamiento en un trozo de cuarzo es una experiencia que puede interesaros; otros pequeños descubrimientos, también. Yo estoy dispuesta a comunicaros todo.
Este poema puede parecer oscuro a primera vista, pero la más sencilla de las máquinas electrónicas, tan usadas hoy día, puede desmenuzarlo y aclararlo. Si os animáis a contestarme, dadme cuenta detallada de vuestra actual actividad.
La mía, en los últimos cuatro meses, ha consistido en la crianza de un sobrenatural cachorro de perro. Es animal parlante, amable y útil si hubiera grandes sequías, ya que de su cuerpo fluye casi constantemente un líquido ambarino que la gente común cree ser orina, pero yo sé que es algo de composición química superior.
Por vivir yo en una habitación de suelo no absorbente, he considerado que dicho animal debe ir a vivir a Cuernavaca, en un jardín en donde las plantas pueden beneficiarse de la humedad que esta criatura produce.
En cuanto a la actividad maniática llamada Pintura…, ¿qué puedo deciros? Ambos fuimos atacados de este mal, si queréis recordarlo. No sé si habréis persistido en esta rara forma de perversión, yo sí, hélas!, y cada vez me siento más avergonzada de tamaña frivolidad.