Gerolamo Cardano - El libro de los sueños

Título original: Synesiorum somniorum omnis generis insomnia explicantes

Gerolamo Cardano, 1562

Traducción: Marciano Villanueva Salas

Detalle de la sobrecubierta: Veronés, «Dialéctica o industria», Venecia, 1577

Editor digital: Titivillus

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[1] Cf. E. Zilsel, Le génie. Histoire d’une notion de l’Antiquité à la Renaissance, París, Minuit, 1993, p. 229 (se alude a menudo, en esta obra clásica, a Cardano). En ese momento se analizan las diversas habilidades humanas para las diferentes disciplinas, como hizo Huarte de San Juan en su Examen de ingenios para las ciencias, por los años finales de Cardano: en 1574.

[2] E. Garin (ed.), El hombre del Renacimiento, Madrid, Alianza, 1990, p. 192 (y su L’umanesimo italiano, Roma-Bari, Laterza, 1984, pp. 216-218); P. Rossi, Los filósofos y las máquinas 1400-1700 , Barcelona, Labor, 1966, pp. 13-14.

[3] C. Gregory, «Rappresentazione e difesa: osservazioni sul “De vita propia” di Gerolamo Cardano»? Quaderni storici, 25, 1990, pp. 225-234. Está escrito tras su efectiva persecución, y su silenciamiento repercute aún hoy.

[4] Véase Cardano, Mi vida, Madrid, Alianza, 1991, cap. XIII (y la «Introducción» de Francisco Socas, excelente cardanista que ha recuperado dos muestras más, p. 70). A pesar de que aparecieron dos biografías en inglés durante el siglo XIX sólo se disponía hasta hace poco en Italia del novelesco relato de A. Bellini, Gerolamo Cardano e il suo tempo (secolo XVI), Milán, 1947. Cf. ahora el breve pero exacto y ponderado texto de M. Milani, Gerolamo Cardano, mistero e scienza nel Cinquecento, Milán, Camunia, 1990.

[5] No sólo lee y comenta a Hipócrates, Galeno, Aristóteles, Teofrasto, así como a Avicena y Rhazés, y, por supuesto a los neoplatónicos. Por su librito pedagógico (Libellus praeceptorum filiis), conocemos que apreciaba a Homero, Virgilio, Horacio y especialmente a Petrarca y Boccacccio, entre los poetas; que discutía con dos oradores, Cicerón y Quintiliano; que era un gran lector de los antiguos historiadores —de Suetonio, Plutarco o Dión Casio, aunque siguió también a Jenofonte y Salustio—, y de descriptores como Plinio, Dioscórides y Pausanias. En fin admiró al ciclo de científicos y técnicos clásicos —Euclides, Arquímedes, Apolonio, Vitrubio y Ptolomeo—, y conocía a Vesalio, a naturalistas de la talla de Belon, Gesner o a otros contemporáneos.

[6] N. Broc, La géographie de la Renaissance, París, CTHS, 1986, cap. IX. Cf. A. Maczak, Viajes y viajeros en la Europa Moderna, Barcelona, Omega, 1996, cap. I. Cardano visitó en Zurich al primer alpinista, a su admirado Gesner, quien le recordó en sus libros.

[7] Lo cual es un rasgo de la modernidad científica: un signo europeo; cf. F. Waquet, Le latin ou l’empire d’un signe. XVIe-XXe siècle, París, Albin Michel, 1998. Pero Cardano utilizaba palabras griegas; cf. V. Nutton, «Greek Science in the sixteenth-century Renaissance», J. V. Field, F. A. James (eds.), Renaissance and Revolution, Cambridge, Cambridge Univ., 1993, pp. 15-28.

[8] A. Koyré, Estudios de historia del pensamiento científico, Madrid, Siglo XXI, 1977, pp. 43-44. Cf., sobre aspectos teóricos que afectan a Cardano, Ch. Schmitt, Studies in Renaissance Philosophy and Science, Londres, Variorum, 1981, caps.  III-V, VII-VIII y XII.

[9] M. Boas, The Scientific Renaissance, 1450-1630 , Nueva York, Dover, 1994, pp. 186-187, resalta las amalgamas sucesivas de matemática, medicina y misticismo, inseparables en Cardano. L. Thorndike destaca en exceso la parte medieval de su inspiración (Campano de Novara, Sacrobosco, Alberto Magno): A History of Magic and Experimental Science, Nueva York, Columbia Univ., 1959, t. V, cap. XXVI, «Cardan».

[10] Así, M. Kline, El pensamiento matemático de la Antigüedad a nuestros días, Madrid, Alianza, 1992, I, cap. 13; y, específicamente, P. L. Rose, The Italian Renaissance of Mathematics, Ginebra, Droz, 1975, cap. 6; P. Speziali, «L’école algebriste italienne du XVIe siècle», en VV. AA., Sciences à la Renaissance, París, Vrin, 1973, pp. 107-120. Destaca la única recuperación en lengua inglesa de sus textos matemáticos: O. Ore, The Gambling Scholar, Princeton, 1953 (reimpr. Nueva York, 1963), con tr. del Liber de ludo aleae, trabajo pionero sobre combinatoria; el Ars magna (The Great Art, Cambridge, Mass., MIT, 1968), y unos escritos musicales. Cf. A. Mondini, G. Cardano, matematico, medico e filosofo naturale, Roma, Edindustria, 1961.

[11] Véase W. R. Laird, «Arquimedes among the Humanists», Isis, 82, 1991, pp. 629-638; y Rose, op. cit., cap. 10. Luego, en el siglo XVII, las entonces conocidas invenciones mecánico-matemáticas del siracusano facilitarán que la física salga fuera del movimiento vital, del dinamismo biológico. Este impulso inicial se limitó al fortalecimiento de su imagen como héroe-ingeniero, al calor del gran éxito de Plutarco («Vida de Marcelo», § XIV y ss.).

[12] Cf. el reciente P. Casini, L’antica sapienza italica. Cronistoria di un mito, Bolonia, Il Mulino, 1998, introd. y cap III. Este mito habría sido el fundacional de la cultura italiana.

[13] E. Cassirer, Individu et cosmos dans la philosophie de la Renaissance, París, Minuit, 1983, p. 190; y el excelente A. Ingegno, Saggio sulla filosofia di Cardano, Florencia, La Nuova Italia, 1980, passim. Cf. los apartados «Cardano» de E. Garin, Storia dela filosofia italiana, Turín, Einaudi, 1978, 3. III. 2; y de M. de Gandillac, La filosofía en el Renacimiento, Madrid, S. XXI, 1979. Los firmantes de esta entrada en las enciclopedias temáticas actuales, italianas o no, son figuras tan prestigiosas como Gliozzi, Ingegno y Margolin.

[14] Véase la generosa revisión de la gran especialista P. Zambelli, L’ambigua natura della magia, Venecia, Marsilio, 1996, cap. V, «Il problema della magia naturale nel Rinascimento».

[15] S. Caroti, L’astrologia in Italia, Roma, Newton Compton, 1983, pp. 277-280: Cardano es el último autor abordado antes de referirse al declamar de la astrología, la ciencia de las ciencias ante el avance de la nuevo física. Cf. las reflexiones de R. Lenoble, Histoire de l’idée de nature, París, Albin Michel, 1990, pp. 293-297; que remiten a su Mersenne ou la naissance du mécanisme, París, Vrin, 1971.

[16] Cf. los trabajos de J.-Cl. Margolin, «Analogie et causalité chez Jérôme Cardan», en VV. AA., Sciences à la Renaissance, París, Vrin, 1973, pp. 56-64; «Cardan interprète d’Aristote», en Platon et Aristote à la Renaissance, París, Vrin, 1976, pp. 307-334; «Jérôme Cardan, Christophe Colomb et Aristote», Bibl. Hum. Ren., 27, 1965, pp. 67-81; «Rationalisme et irrationalisme dans la pensée de Jérôme Cardan», Rev. Univ. Bruxelles, 1969, pp. 56-64. En general, Ch. B. Schmitt, Aristote et la Renaissance, París, PUF, 1993, cap. IV.

[17] R. y M. Wittkower, Nacidos bajo el signo de Saturno, Madrid, Cátedra, 1982, p. 268.

[18] P. O. Kristeller, Ocho filósofos del Renacimiento italiano, México, FCE, 1974, p. 128, y lo resalta Thorndike, A History of Magic and Experimental Science, p. 569.

[19] G. Zanier, «Cardano e la critica delle religioni», Gior. Crit. Fil. Ital., 4.ª s., VI, LVI, 1975, pp. 89-98. Una de las razones esgrimidas por el aristotélico y apologeta de la ortodoxia J. C. Escalígero, en su libro contra Cardano de 1557, fue el haber dado argumentos inéditos éste a los “infieles”, especialmente a los mahometanos.

[20] En general, cf. A. Corsano, «Il Cardano e la storia», Gior. Crit. Fil. Ital., 40, 1961, pp. 499-507, autor de una secuencia de artículos sobre los estratos en que Cardano revela el pensamiento tardorrenacentista: «Il “Liber de ludo aleae” di G. Cardano: ragione e fortuna»,