Poeta, novelista, dramaturgo y ensayista, Hugo von Hofmannsthal (Viena, 1874-1929) se cuenta entre las grandes figuras de la literatura europea de comienzos del siglo XX. La Carta de Lord Chandos es una honda reflexión sobre su experiencia personal y literaria, testimonio de una aguda crisis personal, cuyos elementos fundamentales podrían definirse como crisis del lenguaje, desintegración del yo y transmutación de la realidad. La Carta, dirigida a un amigo, es un intento de justificación del silencio literario del autor, silencio provocado precisamente por esta crisis. Las palabras han dejado de ajustarse a las cosas y el lenguaje es incapaz de plasmar la profundidad de lo real. La crisis del lenguaje y la desintegración del yo se acompañan inevitablemente en el alma de lord Chanclos de una transformación de la realidad: la existencia global ha entrado en crisis, el poeta percibe un mundo transfigurado que se ofrece a la mirada como realidad autónoma en el despliegue de lo real.
Título original: Der Ersatz für die Träume (Eine kleine Betrachtung)
Hugo von Hofmannsthal, 1921
Traducción: Diego Andrés Valderrama Orejarena
Editor digital: Titivillus
ePub base r2.1
Notas
[1] Trampa. Puerta en el suelo, para poner en comunicación cualquier parte de un edificio con otra inferior (Academia, 2003,2.ª acepción (N. del E.).
[2] Asmodeo. Demonio de la lujuria. En el Antiguo Testamento, demonio que, enamorado de Sara, mató a sus siete maridos. Existe cierto parecido con el Diablo Cojuelo, de Luis Vélez de Guevara (Tobías 3:7) (N. del E.).
El poeta, dramaturgo y ensayista austríaco, Hugo von Hofmannsthal, nació en Viena el 1 de febrero de 1874 y murió en Rodaun el 15 de julio de 1929, dos días después del suicidio de su hijo mayor, Franz. Desde los dieciséis años, sus poemas ya habían deslumbrado a sus contemporáneos en Austria y Alemania. En 1901 entra en crisis, abandona la poesía y se inclina por el drama. En 1903, su amigo el compositor Richard Strauss utiliza libretos de Hofmannsthal para sus óperas Electra, El caballero de la rosa, Adriadna en Naxos y La mujer sin sombra. Se trata de variaciones sobre el tema de la transformación (Verwandlung) de Hofmannsthal.
Aparte de su obra poética, narrativa y teatral, es autor de un libro de aforismos diversos y de ensayos de grandes intuiciones de estilo interior, pletóricos de vivencias, con gran riqueza de metáforas, preguntas y máscaras, unas veces depuradas, otras transformadas, por el rigor reflexivo de un creador que tiene la capacidad extraordinaria de hacer literatura mediante variaciones. Tal es el caso de El reemplazo de los sueños, publicado en los inicios del cine, un 27 de marzo de 1921, en un suplemento literario del periódico Prager Presse [Prensa de Praga].
Las observaciones críticas sobre el cine que el escritor allí hace, a la manera de «una pequeña reflexión», cobran una vigencia asombrosa, 80 años después de la Viena del fin de siglo XIX, la misma que albergó a Freud, a Musil, a Mahler y a Wittgenstein, en el seno de un Imperio Austrohúngaro en decadencia, teniendo en cuenta que nunca llegó a conocer el cine sonoro, pero sí llegó a presagiar las desdichas del mundo que se avecinaba, lo que por cierto puede servirnos de guía para comprender las nuestras. Cabe entonces preguntarse: ¿cuál hubiera sido el destino de esta pequeña reflexión de haber llegado a conocer el cine sonoro? La vedad es que en El reemplazo de los sueños convergen vivencias estéticas del autor cuya escritura le produjo angustia, y también le torturó, al contemplar cómo un individuo solitario se siente atrapado por la sociedad, y atado de un modo irremediable al lenguaje. Este ensayo —espejo de toda su obra ensayística— es en esencia el diario filosófico de un escritor en la aventura de su existencia.
La lectura del texto que presentamos en versión bilingüe alemán-español constituye una oportunidad única y especial para acercarse a la obra y sensibilidad de uno de los escritores más grandes del siglo XX en legua alemana que supo captar con fuerza simbólica la angustiosa huida del hombre, regido por la técnica y la vida rutinaria de las fábricas, y experimenta la transfiguración de los valores que regirán en adelante la vida de hombres que se forman un solo cuerpo con la máquina, reduciéndose a cifras de productividad en las grandes urbes industriales.
Por eso este ensayo nos inquieta aún hoy: sus reflexiones tienen una profunda razón de ser para el hombre contemporáneo. El vacío existencialista que experimenta su espíritu toma partido en un lenguaje que adquiere dimensiones morales para una sociedad que se disuelve misteriosamente en la nada. El lector, como el autor, siente la fragilidad del mundo hasta el fondo de su corazón y las palabras se escapan de sus dedos para hacerse vivencias en lo más profundo de una sociedad que se desvanece como bruma y sueño.
En este sentido, El reemplazo de los sueños parece decirnos que no somos nosotros quienes poseemos el lenguaje del cine, sino que el cine mismo nos posee y subyuga, en tanto que deambulamos por las grandes ciudades industriales: no hay más remedio que entregarnos a la trama del espectáculo, no hay cabida a un solo sueño, porque los hemos olvidado desde la edad de la inocencia.
El reemplazo de los sueños está lleno de voces imprescindibles que tienen resonancia en nuestro ser interior. Son voces que hacen estremecer nuestra alma, y que en su tiempo entraron en resonancia con las estelas que impulsaron el lenguaje de Nietzsche, Richard Strauss, Walter Benjamin, T. S. Elliot, Derrida, Deleuze… Hofmansthal, en fin, es uno de esos raros escritores que en pocas páginas logran intuir un mundo como el actual que dio primacía a lo audiovisual.
Que el lector juzgue por sí mismo el porqué de esa primacía del cine en nuestras vidas. Las imágenes en movimiento son la piedra angular de nuevos lenguajes capaces de dilucidar a plenitud «la verdad espiritual del hombre», vale decir, los sueños, en la tienda mágica de Hofmansthal.
En la traducción al español se ha tratado de respetar el estilo periodístico y directo del original. La revisión técnica y adaptación literaria de la versión fue realizada por el Editor de esta revista, el profesor Jesús Alberto Suárez Pineda, quien me animó a no desfallecer en el proyecto, y cuya energía e inteligencia permitieron su realización en plazos extremadamente breves.
El reemplazo de los sueños.
Una pequeña reflexión
Lo que la gente busca en el cine —decía mi amigo con quien discutía acerca del tema—, lo que la gente trabajadora busca en el cine es el reemplazo de los sueños. Éstos quieren llenar su fantasía con imágenes —imágenes vigorosas—, en las que se sintetiza la esencia de la vida; las mismas que, en cierto modo, están creadas desde el interior del espectador y le llegan al alma. Pues a semejantes imágenes les deben la vida.
(Hablo de aquellos que viven en las ciudades o en los grandes cinturones industriales del Distrito; no de los otros, los agricultores, los marineros, los leñadores o los montañeses).
Sus cabezas están vacías, no por naturaleza, sino más bien por la vida que la sociedad les obliga a llevar.
Allí están esas aglomeraciones de centros industriales ennegrecidas por el carbón, con nada más entre ellas que un listón de césped seco y niños que allí crecen y de los que ni siquiera uno entre seis mil ha visto en su vida una lechuza, o una ardilla, o un manantial. Ahí están nuestras ciudades, ese interminable entrecruzarse de hileras de casas; casas que son idénticas, que tienen una pequeña puerta y franjas de ventanas uniformes; a continuación están las tiendas; nada dicen al que pasa por delante, o al que busca una casa: lo único que habla es el número.