AGRADECIMIENTOS POR LAS AUTORIZACIONES
Gracias por la autorización para reproducir textos publicados a:
Alfred A. Knopf: Extracto de «To the Mountains in New York» y de «What Appears to Be Yours», de The Collected Poems of Frank O’Hara , editado por Donald Allen, copyright © 1971 de Maureen Granville-Smith, administradora del Estate of Frank O’Hara. Copyright renovado, 1999, de Maureen O’Hara Granville-Smith y Donald Allen. Reproducido con la autorización de Alfred A. Knopf, perteneciente a Random House, Inc.
ARTnews: Extractos de «Seeing the Young New Yorkers» de Thomas Hess (ARTnews, mayo de 1950), copyright © 1950 de ARTnews, LLC. Reproducido con la autorización de ARTnews.
Aufbau-Verlag GmbH: Extracto de Tránsito de Anna Seghers, copyright © 2001 de Aufbau-Verlag GmbH, Berlín. Reproducido con la autorización de Aufbau-Verlag GmbH.
Farrar, Straus and Giroux, LLC: Extracto de «Bob and Spike», de The Pump House Gang de Tom Wolfe, copyright © 1968, renovado, 1996, de Tom Wolfe. Reproducido con la autorización de Farrar, Straus and Giroux, LLC.
Maureen Granville-Smith: «To Larry Rivers», de Poems Retrieved de Frank O’Hara, editado por Donald Allen, copyright © 1977 de Maureen Granville-Smith. Reproducido con la autorización de Maureen Granville-Smith.
Marsilio Editori S. p. A.: Extractos de Giorgia e io: Un grande amore nella Trieste del primo 900 de Anna Fano, editado por Guido Fano, copyright © 2005 de Marsilio Editori ® S. p. A., Venecia. Traducido en el original de esta obra por Annie Cohen-Solal. Reproducido con la autorización de Marsilio Editori S. p. A.
Annette Michelson: Extracto del ensayo de Annette Michelson en Leo Castelli: Ten Years (Leo Castelli Gallery, Nueva York, 1967). Reproducido con la autorización de Annette Michelson.
Barbara Rose: Extracto del ensayo de Barbara Rose en Leo Castelli: Ten Years (Leo Castelli Gallery, Nueva York, 1967). Reproducido con la autorización de Barbara Rose.
Leo Steinberg: Extractos del ensayo de Leo Steinberg en Leo Castelli: Ten Years (Leo Castelli Gallery, Nueva York, 1967), copyright © 1967 de Leo Steinberg. Reproducido con la autorización de Leo Steinberg.
Universal Limited Art Editions: Extracto de «US» de Frank O’Hara, de Stones de Larry Rivers y Frank O’Hara (Universal Limited Art Editions, Bay Shore, Nueva York, 1960). Reproducido con la autorización de Universal Limited Art Editions.
The Wylie Agency LLC: Extracto del ensayo de Calvin Tomkins en Leo Castelli: Ten Years (Leo Castelli Gallery, Nueva York, 1967), copyright © 1967 de Calvin Tomkins. Reproducido con la autorización de The Wylie Agency LLC.
AGRADECIMIENTOS
¿ C ómo datar este proyecto, que comenzó mucho antes de que firmara un contrato con mis editores? «¡Nos debes un libro sobre Castelli!», me ordenó Raymonde Moulin, con su célebre tono persuasivo, cuando hube terminado de defender mi tesis. Pero en aquel momento, noviembre de 2001, vacilé todavía. En realidad, si la memoria no me engaña, la historia arranca de nuestro primer encuentro, en Nueva York, en octubre de 1989, durante una cena en casa de Monina von Opel: entonces me intrigó el personaje de Castelli; sus éxitos y su carisma, desde luego, pero también sus orígenes y sus misterios. ¿Cómo explicar si no las incontables preguntas que me hice desde entonces? Los desplazamientos, las guerras, el tránsito entre ciudades, países, lenguas e identidades culturales: todos los elementos que Castelli había sabido integrar magistralmente en su personaje de emigrante en Estados Unidos —cortés, refinado, afable— también componían mi propia historia. Aparte de las correspondencias entre Monte San Savino y Cortona, entre Trieste y Argel, y los apellidos comunes (¿eran el psicoanalista Edoardo Weiss y el caballero Alessandro de Daninos antepasados de mi abuelo, Albert Waïss, y de mi tío abuelo, Elie Daninos?), persistía un vínculo más profundo. En resumidas cuentas, esta tarea sistemática de desciframiento histórico y social era también, en cierto modo, una búsqueda de mis orígenes.
Quiero dar las gracias en primer lugar a Gregory y Regina Weingarten, grandes viajeros transculturales a su vez, por haber creído con pasión en este libro desde muy pronto, y por haberme permitido llevar a cabo en Estados Unidos, a lo largo de cuatro años, el trabajo preliminar que resulta imprescindible en un proyecto así. Sus propias vidas —la de Gregory, pintor y mecenas, ha transcurrido entre California y Europa, y la de Regina, especialista en literatura comparada, entre Portugal, Brasil, Estados Unidos y Francia— ¿acaso no recuerdan en cierto sentido a la del galerista? También estoy agradecida a John y Mary Young por su apoyo inquebrantable, por la lealtad que me han mostrado en tantos proyectos comunes, así como por esta nueva fase de nuestra amistad transatlántica; a mis amigos anónimos, por el encanto de Further Lane, donde escribí los primeros capítulos; a François Delattre, Micky Palmer, James y Liliane Rubin, Bud Trillin, y Danielle y Serge Bellanger, por darme la oportunidad de regresar a Nueva York como si nunca me hubiera marchado, y establecerme de nuevo en la ciudad en condiciones estupendas; a Charles Masson en especial, por los momentos inolvidables en La Grenouille, el lugar más refinado que uno pueda figurarse; a Lyne Cohen-Solal y Martin Lévy, por la magia de la Place du Panthéon, y por darme alojamiento en los meses de verano, cuando desarrollaba mi investigación en París; a Charlie Bergman, de la Pollock-Krasner Foundation, por los pájaros cantores de Accabonac Creek, que me acompañaron durante el año que pasé en Springs con una beca de investigación; a Gerald y Katie Peters, y a Alice Duncan, por el hechizo que ejercían sobre mí las luces de Camino Viejo, en Santa Fe, donde releí los últimos capítulos; a Bob Wilson, por los árboles tropicales y los tótems de Watermill, que presidieron la primera presentación pública del texto, en agosto de 2008; a Raymonde Moulin, por su trabajo pionero en el campo de la sociología del arte, y en especial por su investigación sobre Leo Castelli, al que entrevistó en Nueva York: su análisis inicial del personaje desempeñó un papel decisivo en mi propia investigación, y a lo largo de la redacción del libro me he beneficiado continuamente de sus consejos.
Quiero dar las gracias también a todos aquellos miembros de la Annenberg Foundation, la Florence Gould Foundation, la Pollock-Krasner Foundation y la Byrd Hoffman Watermill Foundation que colaboraron en este proyecto; entre ellos mencionaré a Alain Coblence, Carsten Siebert, Jörn Weisbrodt, Maria Kucinski, Rachel Goldbaum, Helen Harrison, Ruby Jackson y Cile Downs. La idea del libro fue cristalizando en el despacho de mi agente, Georges Borchardt, cuyo apoyo, al igual que el de Valerie y Anne, fue decisivo. Agradezco efusivamente su trabajo y el de Michelle Lapautre. También me siento agradecida a mis editores, Alfredo de Marzio, Jean-Loup Champion y Giovanna Forlanelli, así como a sus colaboradoras, Béatrice Foti, Françoise Issaurat, Nathalie Chauvin, Audrey Gregorczyk, Vanessa Gennari y Micaela Acquistapace, por haberme ayudado con profesionalidad irreprochable hasta el final de un proceso a menudo arduo. Por último, para mi extraordinaria aliada, Giovanna Citi-Hebey, un abbraccio particolare.
¿Cómo describir el papel que han desempeñado las familias Krausz, Castelli y Schapira en la redacción de este libro? Su colaboración ha ido más allá de unas cuantas entrevistas. Mi agradecimiento más caluroso a Ileana Sonnabend, Nina Sundell, Jean-Christophe Castelli, Margaret Sundell, George Crane, Piero Kern, Giulio Levi-Castellini, Robert Reitter, Paul Reitter, Antonio Homem, Mariève Rugo, Dominique Martin-Rovet y Maria Eugênia Deheinzelin, que aceptaron hacerme partícipe de sus recuerdos, abrir sus álbumes de fotos y releer las viejas cartas, expresando a cada momento sus emociones según se desarrollaba la investigación. Dos de ellos han fallecido desde que emprendí el proyecto: Ileana Sonnabend, a quien siempre tuve por una amiga de mi edad, insolente y provocadora, y con la que a veces era un inmenso placer conversar, y Piero Kern, primo hermano de Leo Castelli, un extraordinario erudito y una fuente inagotable de informaciónsobre la compleja historia de la familia Castelli, que sabía narrar de manera fascinante. Fue él también quien me inició en los misterios de las familias triestinas, con sus identidades, nombres, religiones y nacionalidades fluctuantes. Mil gracias a Nina Sundell, que tuvo la amabilidad de ponerme en contacto con los miembros de mayor edad de la familia, y me contó con emoción sus recuerdos del exilio, asícomo a Jean-Christophe, que fue algo más que un simple testigo: ejerció, en efecto, de lector y corrector, siempre accesible, capaz de escuchar y de aportar excelentes sugerencias sin presionarme lo más mínimo, desempeñando con delicadeza su función de intelectual crítico. Pienso también en Antonio Homem, gracias a cuya paciencia, generosidad y memoria infalible dispuse de un caudal de información inapreciable. Por último, Barbara Bertozzi Castelli tuvo la gentileza de permitirme acceder a algunos documentos importantes. En cuanto a los amigos íntimos de Leo, como Barbara Jakobson —cuya memoria luminosa afloraba continuamente en las muchas ocasiones en que comíamos juntas: aquello era, decía, «mi aportaciónal libro»—, Attilio Codognato, James Mayor, Gian Enzo Sperone y Tony Shafrazi, colaboraron con extraordinario entusiasmo en este proyecto, como muestra de su admiración y afecto por Leo: les estoy enormemente agradecida.