LA MALINCHE HISTÓRICA
LA MALINCHE EN LA COLONIA
LA MALINCHE Y LOS MITOS
Nota introductoria
• MARGO GLANTZ
Si se empieza un texto como éste y se dice que la Malinche es un personaje controvertido, se cae en la conversación plana o en el pleonasmo, cuando menos. Otro problema grave cuando se habla de ella es la aparente escasez de las fuentes, o su poca confiabilidad y la muy probable ocurrencia de que todos digamos lo mismo. Más grave aún es su evanescencia. Y sin embargo, estoy convencida de que como cualquier personaje mítico y a la vez histórico —que desaparece y reaparece en forma cíclica en nuestra historia—, debe ser periódicamente revisado y quizá descifrado, problema al que responde en parte esta memoria del coloquio intitulado La Malinche, sus padres y sus hijos. Enigma cada vez más poderoso, sobre todo si se tiene en cuenta que acabamos de celebrar o execrar el Quinto Centenario del Descubrimiento de América y que la Malinche es el paradigma por excelencia del mestizaje.
Cada vez que consulto las fuentes tradicionales que sobre ella existen, soy objeto, de manera invariable, de una fascinación peculiar. Procedo, de inmediato, a un ejercicio de limpieza para recuperarla debajo de tantas gallinas y gallipavos, mantas de algodón bien labrado, joyezuelas, turquesas de poco valor, maíz y las otras diecinueve mujeres que formaban parte del lote entregado a Cortés después de la batalla de Cintla.
Entregada como instrumento fundamental para cumplir con las tareas de la vida diaria y hacerlas llevaderas a los soldados, incluyendo las tareas de la reproducción, Malinche, cuyo nombre designa una fatalidad, según el calendario o tonalpoualli azteca, será convertida en figura fundacional de nuestra historia, investida de ese halo sospechoso que rodea y encubre a Eva a partir del día en que nos obligó a dejar el Paraíso, a Elena cuando provocó la Guerra de Troya, o a la Cava por cuya culpa se perdió España.
Condenada al silencio historiográfico, como dice Angelo Morino en su muy interesante libro La donna Marina, su liga con Cortés la convierte en uno de los personajes más frecuentados de la escritura de los conquistadores y en figura esencial de los códices de los vencidos, a tal punto que en algunas crónicas y en algunos códices se convierte en diosa. Este destino singular la persigue, ya sea como elemento providencial para el triunfo de Cortés, o como la culpable de nuestra desgracia, al grado que en El laberinto de la soledad, uno de sus más difundidos e importantes escritos, Octavio Paz la fusiona nada menos que con la Chingada.
Carlos Fuentes reflexiona a menudo sobre ella, y lo ha vuelto a hacer recientemente en su libro El naranjo, como madre de un bastardo, Martín II. En el libro de Tzvetan Todorov tiene también un lugar que ha provocado muchas controversias y adhesiones. Varias novelas sobre la Malinche circulan por el mundo, y aquí debo consignar recibo de un manuscrito que me ha llegado de Argentina, es de Susana Villalba y se llama Papalote. Es bueno recordar en este contexto que Cortés no tiene calle en México, pero en Coyoacán la calle de Malintzin está situada entre las calles de Xicoténcatl y Moctezuma, of all people! La Malinche ha sido muy frecuentada como inspiradora de óperas, tragedias, dramas románticos y de crónicas, poemas —entre ellos, y muy especial, el que le dedica Rosario Castellanos— y ahora también las caricaturas de los moneros de La Jornada, ¿verdaderos nuevos códices?
No importa, ya sea como heroína o como traidora, Malinche es sujeto de la historia y objeto de una mitificación. Hemos querido por ello revisitarla, indagar en nuestras raíces, esas raíces estrechamente vinculadas con el mestizaje y replantear muchas de sus andanzas actuales y pasadas y aclarar su significado, en tanto pivote de malinchismo, para muchos, o como antecesora de los movimientos feministas o hasta como bandera de las chicanas que ven en ella, y en Frida Kahlo, un símbolo perfecto de su propia identidad. ¿No dice acaso Gloria Anzaldúa, en su libro Borderland La Frontera. The Mestiza, lo siguiente:
No vender yo a mi pueblo, ellos venderme a mí. A Malinali, Tenepat o Malintzin se la conoce como la Chingada, y por ello se ha convertido en la blasfemia más constante en boca de los chicanos. Es la puta, la prostituta, la mujer que vendió su pueblo a los españoles, estos son los insultos despreciativos que los chicanos escupen diariamente contra ella. Pero el peor tipo de traición es el que pretende hacernos creer que la mujer india que llevamos dentro es la traidora. Nosotras indias y mestizas, civilizamos a nuestro indio interior, y la brutalizamos y la condenamos. ¡Buena labor ha hecho la cultura de los machos entre nosotras! (Traducción mía).
Insisto, el coloquio fue un mero principio, una tentativa, un ensayo sobre la interdisciplinariedad. Aquí hemos reunido varias de las ponencias presentadas, y se revisa a la Malinche desde varias perspectivas, analizando su contexto histórico, su instauración como mito y su ambivalente persistencia hasta nuestros días.
La primera parte reflexiona sobre el personaje histórico, y en ella se incluyen varios trabajos que se sustentan en documentos contemporáneos al personaje, crónicas, archivos, códices. El libro se inicia con un ensayo de Gordon Brotherston quien la estudia desde un ángulo especial, no muy frecuentado, su presencia en los códices de los vencidos, cosa que sirve para iluminarla desde otra perspectiva, pero sobre todo para afinar el testimonio de los invasores, calificado por él de “escueto y contradictorio”. Me pareció conveniente añadir un ensayo —ya publicado— de Mercedes de la Garza para complementar esta visión desde el ángulo “de los vencidos”, y penetrar en otros ámbitos indígenas donde la aparición de la Malinche se maneja en antiguos dramas mayas como figura emblemática y ya legendarizada, unas décadas después de la Conquista. Georges Baudot ha investigado con rigor y minucia sus huellas en los archivos mexicanos y españoles para enmendar y disipar algunos errores históricos, y sobre todo para afianzar al personaje en el suelo de la historia. Finaliza esta primera parte un texto mío que a partir de un cotejo de los diversos rostros que sobre ella dibujan varios de los cronistas de la época intenta dilucidar la figura del lengua o intérprete en la Conquista.
La segunda parte del volumen se dedica a los contemporáneos de la Malinche y se incluyen ensayos de corte antropológico e histórico. Por su parte, Pilar Gonzalbo explora la situación de la mujer — tanto española como mestiza e indígena— durante los primeros años que siguieron a la Conquista. Elsa Frost indaga acerca de las curiosas relaciones que los españoles sostuvieron con las naturales y la jurisdicción española que las (des)amparaba.
La tercera parte del libro, está dedicada a los hijos de la Malinche, contiene varios artículos de distinta longitud y enfoque, relacionados con los ingredientes míticos de que ha sido revestido el personaje y su sintomática y proteica transformación, hasta nuestros días. Bolívar Echeverría hace un análisis filosófico sobre la relación que existe entre la acción singular de algunos individuos y su transformación épica en la historia, a través de la función del intérprete durante la Conquista, para entender la mitificación actual del personaje. Para Monsiváis, el origen del malinchismo se encuentra en los pensadores del liberalismo mexicano. Roger Bartra señala las manías desmitificadoras que preocupan a los gobernantes y la forma como algunos de los mecanismos de mitificación se adaptan a nuevas condiciones históricas y sociales. Jean Franco trabaja las lecturas colonizadoras del Primer Mundo y el papel descolonizador que juega la Malinche en el nuevo discurso femenino, sobre todo en el de las chicanas. Jorge Alberto Manrique y Herbert Frey se ocupan de la sexualidad y de la función que juegan el deseo y la posesión, así como la elaboración de la imagen de la mujer traidora. Sandra Messinger Cypess revisa la figura de la Malinche en la dramaturgia mexicana contemporánea y hace una comparación entre la producida por varones y la contrasta con la escrita por mujeres, desde la perspectiva de los estudios de género. Finalmente, Hernán Lara Zavala elabora un texto creativo cuya figura central es, naturalmente, la Malinche, y añado otro texto mío que analiza una de las proyecciones modernas de este arquetipo en la literatura mexicana.