¿Hasta qué punto son originales los argumentos cinematográficos? Un siglo después de los Lumière, el cine demuestra ser el gran fabulador de nuestro tiempo, el arte que ha actualizado las narraciones fundamentales de la historia de la cultura. La semilla inmortal —título de bella filiación platónica— rastrea los motivos argumentales que se repiten en el cine de todos los tiempos y lugares, mostrando su relación original —no siempre consciente— con los relatos anteriores. Las películas se constituyen así como una etapa fértil en esa continuidad narrativa germinal a la que hace referencia el título: obras que son fruto de un legado anterior y que son capaces de generar uno nuevo.
En el libro, los autores nos proponen un recorrido por las grandes películas de la historia del cine y crean sorprendentes y apasionantes relaciones con esos relatos fundacionales de la ficción universal. Así, descubrimos a Ulises errando en los desiertos del western, a la Cenicienta convertida en corista de Broadway, a Macbeth encarnado en la trágica figura de un gángster, a Edipo descubriendo su culpabilidad en un viaje interplanetario, o a Orfeo renacido como director de cine. Gracias a esta indagación comparada, y al juego de espejos que propone, los autores consiguen una nueva y apasionante manera de acceder al cine como un arte joven, impertinente, integrador, de todo punto imprescindible para establecer la plenitud de la ficción contemporánea.
Jordi Balló & Xavier Pérez
La semilla inmortal
Los argumentos universales en el cine
ePub r1.0
Titivillus 25.05.16
Título original: La llavor immortal. Els arguments universals en el cinema
Jordi Balló & Xavier Pérez, 1995
Traducción: Joaquín Jordá
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2
A Joan Llorente, que con
Hermes en el cine
nos dio la idea
EL DESCENSO AL INFIERNO
ORFEO
En la creación hay dolor, lirismo, desengaño, desesperación. Formas de desolación congregadas en el fértil argumento de Orfeo, que nos propone uno de los temas básicos de la ficción romántica: la búsqueda del amor perdido más allá de la vida. Pero el personaje que realiza esa búsqueda no es un ser cualquiera: es un artista, un hechicero de las fuerzas naturales. Lo que está en juego en su itinerario hacia el mundo infernal no es únicamente la búsqueda de la mujer amada, sino la recuperación de la inspiración creativa. Orfeo como artista no puede mirar atrás.
LA SANGRE DEL POETA
Poeta y cantor, Orfeo vive la trágica muerte de su esposa Eurídice, mordida por una serpiente. Desesperado, el héroe decide descender al mundo de los muertos —el Averno— para intentar rescatarla. Atraviesa la laguna Estigia y se presenta delante de la reina Perséfone y el soberano de las sombras, Hades. Por medio de su canto pide una nueva vida para Eurídice. Conmovidos por el arte órfico de la seducción estética, los señores de las tinieblas le conceden lo que pide, pero con una condición: no puede mirar a su esposa, que le seguirá hasta haber abandonado el valle del Averno. Orfeo incumplirá el mandato: temeroso de que Eurídice no le siga, mirará hacia atrás y descubrirá, con horror, que la mujer regresa al reino de las sombras. Orfeo se desespera ante esta segunda muerte de Eurídice e intenta volver a buscarla: Caronte, el barquero de la laguna que da entrada a la isla de los muertos, se lo impide. El poeta se sienta en la orilla y permanece allí, prisionero del dolor de amor. Al cabo de siete días desesperados se retira e inicia una vida errática en la que rechaza cualquier contacto con las mujeres. Muchas de ellas desean unirse a él y se quejan de ser rechazadas. Algún tiempo después las Ménades lo descubren, le atacan furiosamente, lo matan y lo descuartizan. La sombra de Orfeo baja a las profundidades de la tierra y allí se reencuentra con Eurídice. Ahora puede mirarla sin temor a perderla.
A LA BÚSQUEDA DEL AMOR PERDIDO
Virgilio y Ovidio son los autores clásicos que recogen la historia de Orfeo. Virgilio, en la Geórgica IV, cuenta fundamentalmente el descenso a los infiernos. Ovidio, en Las metamorfosis, es quien narra con mayor concisión la historia de su amor por Eurídice. En su texto, el poeta latino separa los dos episodios míticos de la leyenda de Orfeo. El primero muestra la vida feliz con su amada hasta la muerte de ésta, el descenso a los infiernos en su búsqueda, la transgresión de la prohibición, con la segunda muerte de Eurídice, y la desesperada vida errante de Orfeo después de su fracaso.
La personalidad de Orfeo es clave para entender el sentido del argumento y sus variadas manifestaciones. Es un cantor y poeta capaz de hechizar a los animales y la naturaleza, un artista lleno de inspiración que conocerá el dolor y la expiación. Su fuerza mítica inspiró los movimientos órficos, comunidades iniciáticas que proclamaban la naturaleza divina del alma humana y la necesidad de despojarla del cuerpo. La vida era una condición impura y los ritos de iniciación, ascéticos, permitían alcanzar la plenitud más allá de las limitaciones de la materia. Una actitud que impregnaría una gran tradición poética. Los Sonetos a Orfeo, de Rilke, y Les elegies de Bierville, de Carles Riba (elegía X) son ejemplos de la utilización de Orfeo como fuente de inspiración estética a la búsqueda de la belleza en los territorios próximos a la muerte.
ORFEO AUXILIADOR
El thriller ha sacado un buen partido argumental de la figura del héroe dispuesto a bajar a los infiernos —reales o figurados— para rescatar de allí a la persona amada. En Frantic (Frenético, 1988), de Roman Polanski, un médico americano (Harrison Ford) pierde a su mujer, secuestrada, y la busca infructuosamente por un París enigmático. El desplazamiento le llevará a los bajos fondos, poblados de seres malignos, hasta que podrá liberarla después de haber experimentado una profunda transformación personal.
La película de Polanski es contemporánea de una serie de comedias de la era yuppie, en las que un personaje de vida completamente normal se ve trasladado a un mundo hostil. After Hours (¡Jo, qué noche!, 1985), Desesperatedly Seeking Susan (Buscando a Susan desesperadamente, 1985), Something Wild (Algo salvaje, 1986) o, posteriormente, The Bonfire of the Vanities (La hoguera de las vanidades, 1990), reproducen este descenso temporal al infierno ciudadano. De todas ellas, tal vez sea Algo salvaje la película más argumentalmente órfica, con la desesperada lucha del protagonista (Jeff Daniels) por rescatar a su Eurídice (Melanie Griffith) del psicópata que no quiere soltarla (Ray Liotta).
Una atmósfera más tenebrosa y opresiva se respira en Blue Velvet (Terciopelo azul, 1986), la obra maestra de David Lynch, cuyo comienzo —la cámara introduciéndose por el conducto de una oreja encontrada en un plácido jardín— ya anuncia el ambiente malsano que ha de presidir el film. El protagonista, un joven inexperto (Kyle MacLachlan), accede a un universo morboso, una casa fantasmal habitada por una joven en peligro (Isabella Rossellini) y un mafioso que la tiene dominada, Frank Booth (Dennis Hopper), uno de los personajes más satánicos del cine contemporáneo. Todo el film de Lynch está bañado de una atmósfera inquietante y siniestra, en la frontera entre la luz y las sombras, típica del argumento de Orfeo. El mundo aparentemente tranquilo que se anuncia en el jardín del prólogo ya no es el mismo cuando la escena inicial se repite al final: en medio ha habido el paso por el reino de las tinieblas.