Título original: Sex, Identity and Hermaphrodites in Iberia, 1500-1800
Richard Cleminson & Francisco Vázquez García, 2013
Editor digital: Titivillus
ePub base r2.1
Notas del capítulo 2
[263] Aparte de los casos discutidos, mencionados en la nota siguiente, los restantes serían estos (indicamos entre paréntesis los autores o la fuente de la época que los mencionan): Córdoba (Peramato, Fragoso, Bravo de Sobremonte), Santo Domingo del Real (Peramato, Fragoso, Pérez de Moya, Gómez de Huerta, Fuentelapeña), Peñaranda de Bracamonte (Salamanca) (Mateo Alemán, Sebastián de Covarrubias, Jerónimo de Alcalá, Bravo de Sobremonte), Alcalá de Henares —la seglar— (Nieremberg, Bravo de Sobremonte, Fuentelapeña), Alcalá de Henares —la religiosa— (Nieremberg, Fuentelapeña), Piedrahíta —Ávila— (Sánchez Valdés de la Plata), Salamanca (Sánchez Valdés de la Plata), Benavente (Antonio de Torquemada, Juan de la Cerda, Martín del Río), Huesca (Martín del Río), Valdaracete (Madrid) (Relaciones Topográficas), Madrid (niño monstruoso, Relación de suceso), Burgos (Antonio de Torquemada), Sevilla (Antonio de Torquemada), Valencia (dos hermafroditas, Matheu i Sanz), Alhama (Granada) (Gerónimo de Huerta, Fuentelapeña), San Sebastián (Catalina de Erauso, Tascardo, Pérez de Montalbán), Toledo (Francisco Hernández), Zafra (Badajoz) (el cura Juan Díaz Donoso, encausado en 1634), Madrid (hermafrodita exhibida en la calle de Balverde y testimoniada por Sánchez Tortolés en 1668) y Valencia (el sastre referido por Matheu i Sanz, cuya causa juzgó el magistrado valenciano en 1640).
[264] El caso que se estima «dudoso» es el de las dos religiosas que supuestamente cambiaron de sexo en Madrid —probablemente a mediados del siglo XVI— y en Úbeda en 1617 (Fuentelapeña, El Ente Dilucidado, pág. 245), respectivamente. El primer caso, la María Muñoz del convento de Santo Domingo del Real (Madrid), convertida en hombre y ordenada fraile con el nombre de Rodrigo Montes, está constatado en diversos testimonios (Peramato, Fragoso, Torreblanca Villalpando, Pérez de Moya, Gómez de Huerta, Fuentelapeña, Lugo y Dávila). Del otro caso, la denominada Magdalena Muñoz, profesa del convento de Coronada, en Úbeda, además de las cartas de fray Agustín de Torres, la referencia de Arnauld de Ronsil y la Relación de suceso de 1617, se cuenta con las menciones de Fuentelapeña y de Lugo y Dávila, que la distinguen de María Muñoz. Aunque Morel d’Arleux, «Las “Relaciones de Hermafroditas”», pág. 268, y Zamora Calvo, «In virum mutata est», págs. 438-439, las identifican, Alcalá Galán, «El andrógino», pág. 108, recuerda que Lugo y Dávila, en su novela El andrógino (1622), diferencia ambos casos. A nuestro entender, se trata de casos efectivamente diferentes. Las menciones de Peramato, Gómez de Huerta y Torreblanca datan respectivamente de 1576, 1599 y 1613, antes, por tanto, de que se produjera el caso de Úbeda. Morel d’Arleux sugiere entonces que la fecha de 1617 debe ser falsa. Pero el contenido de ambos casos tampoco es idéntico. Peramato y Fragoso señalan que María, una vez aceptado el cambio, fue ordenada fraile, lo que no aconteció en el caso de la moza de Úbeda. En esta circunstancia, el padre de la joven mostró su felicidad por poder contar con un heredero. Posteriormente, hacia el año 2007, se descubrió en el archivo de la desaparecida colegiata de Castellar de Santisteban el manuscrito que contenía las memorias de la monja de Úbeda, convertida en don Gaspar Muñoz. Sobre esta base se publicó la novela del profesor Arsenio Moreno, El caballero indeterminado, Sevilla, Algaida, 2009.
[265] Sobre estas mujeres en la Edad Media, V. R. Hotchkiss, Clothes Make the Man. Female Cross Dressing in Medieval Europe, Nueva York y Londres, Garland, 1996. En la Edad Moderna se ha podido trabajar —en los casos de Holanda y Francia— sobre una abundante muestra de procesos penales por suplantación; véase, respectivamente, R. M. Dekker y L. C. Van de Pol, The Tradition of Female Transvestism in Early Modern Europe, Londres, Macmillan, 1989, y Steinberg, La confusion des sexes. Dekker y Van de Pol trabajan sobre un corpus principal de 119 casos tomados de los archivos penales holandeses, aunque intentan generalizar su estudio a otros países de Europa (en especial Gran Bretaña y Alemania). Mencionan el caso de la española Catalina de Erauso (Dekker y Van de Pol, The Tradition of Female Transvestism, pág. 114), como también lo hace Steinberg, La confusion des sexes, págs. 77-78. En esta relación de mujeres travestidas habría que mencionar a Juliana de los Cobos (que participó en las guerras de Italia con las tropas de Carlos V), a la Señora de Arrientos, que sirvió a los reyes Fernando e Isabel como Caballero Oliveros, y a las dos mujeres vizcaína y asturiana, respectivamente, que se vistieron de hombres en el siglo XVI para salvar a sus maridos. Véase F. Delpech, «“Muger hay en la guerra”: remarques sur l’exemplaire et curieuse carrière d’une guerrière travestie, Juliana de los Cobos», en A. Redondo (ed.), Relations entre hommes y femmes en Espagne aux XVIe et XVIIe siècles, París, Presses de l’Université de la Sorbonne, 1995, págs. 53-65; Velasco, The Lieutenant Nun, págs. 33-34, y Aresti Esteban, «The Gendered Identities», pág. 404. En una situación próxima se encuentran las bandidas doña Victoria de Acevedo, doña Josefa Ramírez y Espinela. En el registro monástico habría que incluir los casos de algunas religiosas que, siguiendo el ejemplo de santas de La leyenda dorada, decidieron disfrazarse de hombres. Así sucedió con Juana Inés de la Cruz a comienzos del siglo XVII, que le pidió a su madre permiso para disfrazarse de muchacho y así estudiar en la Universidad de México, o con María de San Antonio, monja que permaneció cinco años en un convento franciscano disfrazada de hombre y falleció en olor de santidad (Steinberg, La confusion des sexes, pág. 69). No obstante, como todos estos casos indican un transformismo ocasional o provisional, no los incluimos en nuestra muestra.
[266] Gilbert, Early Modern Hermaphrodites, págs. 2, 5 y 9.
[267] Zamora Calvo, «In virum mutata est», pág. 439, alude a esta frecuencia como causa posible de la reforma del derecho canónico con objeto de excluir a los hermafroditas, salvo en circunstancias especiales que más tarde se indicarán, de la profesión religiosa. Sin embargo, la formulación de estas estipulaciones en algunos textos del canonista Martín de Azpilcueta es muy anterior a la mayoría de los casos mencionados.
[268] Sobre la cuestión militar en el siglo XIX, véase R. Cleminson y F. Vázquez García, «The Hermaphrodite, Fecundity and Military Efficiency: Dangerous Subjects in the Emerging Liberal Order of Nineteenth-Century Spain», en K. Fisher y S. Toulalan (eds.), Bodies, Sex and Desire from the Renaissance to the Present, Basingstoke, Palgrave Macmillan, 2011, págs. 70-86.
[269] Dekker y Van de Pol señalan que de las 93 mujeres (sobre una muestra de 119 en Holanda, principalmente correspondiendo a los siglos XVII y XVIII) cuyas profesiones masculinas se conocen, 83 de ellas fueron o desempeñaron en algún momento funciones como soldados o marineros (Dekker y Van de Pol, The Tradition of Female Transvestism, págs. 9-10). Sobre una presencia semejante en Francia —donde operaba una fuerte tradición hagiográfica de «santas guerreras»—, véase Steinberg, La confusion des sexes, págs. 55-90. Sobre el tópico literario de la mujer soldado y el caso de «María la Bailaora» en Lepanto, véase Morel d’Arleux, «Las “Relaciones de Hermafroditas”», pág. 267. Sobre la tradición literaria de las «serranas» —reavivada en los siglos áureos por Vélez de Guevara y Lope— y otras aguerridas mujeres hombrunas, Vázquez García y Moreno Mengíbar, Sexo y razón, págs. 390-400, y Río Parra, Una era de monstruos, pág. 100. Sobre las mujeres vestidas de soldados en las comedias de Lope y de otros autores, véase Bravo Villasante, La mujer vestida de hombre, págs. 40-45.