Lista de abreviaturas
AAN: Archiwum Akt Nowych [Archivos de Nuevos Registros].
AN: Archiwum Narodowe w Krakowie [Archivo Nacional de Cracovia].
APMA-B: Archiwum Państwowego Muzeum Auschwitz-Birkenau [Archivo del Museo Estatal de Auschwitz-Birkenau].
ASS MON: Archiwum Służby Sprawiedliwości Ministerstwa Obrony Narodowej [Archivo del Servicio de Justicia del Ministerio de Defensa Nacional].
AZHRL: Archiwum Zakładu Historii Ruchu Ludowego [Archivo del Departamento de Historia del Movimiento Popular].
BA: Bundesarchiv [Archivo Federal de Alemania].
CAW: Centralne Archiwum Wojskowe [Archivo Central Militar].
DGFP: Deutsche Gesellschaft für Personalführung [Sociedad Alemana de Gestión de Personal].
FBI: Fritz Bauer Institut [Instituto Fritz Bauer].
HHStAW: Hessisches Staatsarchiv Wiesbaden [Archivo Estatal de Hess en Wiesbaden].
HIA: Hoover Institution Archives [Archivo de la Institución Hoover].
IP: Instytut Pileckiego [Instituto Pilecki].
IPN: Instytut Pamięci Narodowej [Instituto de la Memoria Nacional].
LHCMA: Liddell Hart Centre for Military Archives, King’s College London [Centro Liddell Hart de Archivos Militares, King’s College de Londres].
NA: Archivos Nacionales en Londres.
NARS: National Archives and Records Service [Servicio Nacional de Archivos y Registros].
NRW: Archive in Nordrhein-Westfalen [Archivo de Renania del Norte-Westfalia].
PAN: Polska Akademia Nauk [Academia de Ciencias de Polonia].
PISM: Instituto Polaco y Museo Sikorski.
PUMST: Fondo de Estudio del Movimiento de Resistencia Polaco.
SPP: Studium Polski Podziemnej [Centro de Estudios del Movimiento Clandestino Polaco].
TOnO: Towarzystwo Opieki nad Oświęcimiem [Sociedad para la Protección de Auschwitz].
UOP: Urząd Ochrony Państwa [Oficina de Protección del Estado].
USHMM: Museo Conmemorativo del Holocausto de Estados Unidos.
WFD: Wytwórnia Filmów Dokumentalnych. Histórica productora polaca de cine.
WIH: Wojskowy Instytut Historyczny [Instituto Histórico Militar].
YVA: Yad Vashem Archives [Archivos de Yad Vashem].
ŻIH: Żydowski Instytut Historyczny [Instituto Histórico Judío].
1
Invasión
Krupa, este de Polonia, 26 de agosto de 1939
D esde los escalones de la entrada a la casa de campo, Witold vio como el coche levantaba una polvareda mientras bajaba por la alameda de tilos hasta el jardín y se detenía envuelto en una nube blanca junto al nudoso castaño. El verano había sido tan seco que los campesinos hablaban de verter agua sobre la tumba de un hombre ahogado, o de amarrar a una doncella al arado para hacer que lloviera; tales eran las costumbres de las Kresy, las tierras fronterizas del este de Polonia. Una fuerte tormenta eléctrica descargó finalmente, apenas para arrasar lo que había quedado de la cosecha y levantar los nidos de cigüeña de sus postes. Pero ese mes de agosto a Witold no le preocupaba el grano para el invierno.
Las ondas de la radio chisporroteaban con las noticias de las tropas alemanas que se concentraban en la frontera y la amenaza de Adolf Hitler de reclamar el territorio cedido a Polonia al final de la Primera Guerra Mundial. Hitler creía que el pueblo alemán estaba atrapado en una encarnizada competición por los recursos con otras razas. Sería solo mediante la «aniquilación de Polonia… y sus fuerzas vitales» —había dicho a los oficiales desde su retiro de montaña en Obersalzberg el 22 de agosto— como la raza alemana podría expandirse». Al día siguiente, Hitler firmó un pacto secreto de no agresión con Josef Stalin en el que se cedía Europa del Este a la Unión Soviética y la mayor parte de Polonia a Alemania. Si los alemanes triunfaban con sus planes, la casa de Witold y sus tierras serían requisadas y Polonia reducida a un estado vasallo o destruida por completo.
Un soldado se apeó del polvoriento vehículo con órdenes de que Witold reuniera a sus hombres. Polonia había ordenado la movilización masiva de medio millón de reservistas. Witold, teniente segundo en la reserva de caballería y miembro de la nobleza local, disponía de cuarenta y ocho horas para llevar a su unidad al cuartel de la vecina ciudad de Lida para embarcar a sus tropas en transportes con rumbo al oeste. Witold se había esforzado al máximo para entrenar a noventa voluntarios durante el verano, pero la mayoría de sus hombres eran campesinos que nunca habían pasado a la acción o disparado una pistola con rabia. Varios no tenían caballos y pensaban combatir a los alemanes en bicicleta. Al menos Witold consiguió armarlos con fusiles de cerrojo Lebel calibre 8 milímetros.
Se puso apresuradamente el uniforme y las botas de montar y sacó su pistola Vis de un cubo de la antigua sala de fumar, donde la había escondido después de haber encontrado a su hijo Andrzej de ocho años blandiéndola delante de su hermana pequeña al principio del verano. Su mujer, Maria, se había llevado a los niños a ver a la abuela cerca de Varsovia. Witold tenía que traerlos a casa. Estarían más seguros en elEeste, lejos de la línea de ataque de Hitler.
Oyó al mozo de cuadra preparando su caballo favorito, Bajka, en el patio, y se tomó un momento para ajustarse el uniforme caqui ante uno de los espejos que colgaban en el recibidor junto a los desvaídos grabados que describían los alzamientos gloriosos pero aciagos en los que sus ancestros habían tomado parte. Tenía treinta y ocho años, era de constitución media y atractivo a su manera, los ojos azul claro, el cabello rubio oscuro repeinado hacia atrás desde la alta frente y un fruncimiento de labios que le dibujaba una media sonrisa permanente. Notando su reserva o su capacidad de escucha, a veces la gente lo tomaba por un sacerdote o un burócrata bienintencionado. Podía ser cariñoso y efusivo, pero con más frecuencia daba la impresión de estar guardándose algo, un nudo interior que no se hubiera deshecho; si se debía a un sentido de la formalidad o a alguna tensión irresuelta —un deseo de demostrar su valía— resultaba difícil de decir. Se fijaba rigurosos principios para sí y podía ser exigente con los demás, pero nunca se pasaba de la raya. Confiaba en la gente, y su callada confianza despertaba un sentimiento de seguridad en los demás.
Mapa de Sukurcze dibujado de memoria por la hermana de Witold.
Cortesía de PMA-B.
Witold Pilecki y un amigo en Sukurcze, hacia 1930.
Cortesía de la familia Pilecki.
De joven quería ser artista y había estudiado pintura en la universidad de Vilna, pero terminó abandonando los estudios en los tumultuosos años posteriores a la Primera Guerra Mundial. Polonia declaró su independencia en 1918, tras la destrucción de los imperios ruso, alemán y austrohúngaro, pero casi de inmediato sufrió la invasión de la Rusia soviética. Witold y su tropa de reconocimiento tuvieron escaramuzas con los bolcheviques y combatieron en las calles de Vilna. La experiencia lo marcó; perdió a un amigo ahogado en un río, pero en el fragor de la contienda era fácil olvidarse de los peligros. Witold no tenía ganas de pintar en los vertiginosos días que sucedieron a la victoria, pero no podía concentrarse en nada más. Se empleó durante un tiempo en un depósito de suministros del ejército y en un sindicato agrario y se embarcó en un romance amoroso, apasionado pero no correspondido. En 1924 su padre cayó enfermo y sintió cierto alivio cuando el destino decidió por él: se haría cargo de la ruinosa finca de su familia, Sukurcze, con la deteriorada casa de campo, los descuidados huertos y quinientos cincuenta acres de ondulantes trigales.