ADVERTENCIA
FUE EN SU último retiro en Egipto entre los años de 1382 y 1406 cuando Ibn Jaldún dio la forma final a la redacción de su Autobiografía (Ta’rif). Ciertos fragmentos nos hacen pensar que fueron redactados durante su agitada vida en el Magreb.
El género autobiográfico, de suyo difícil por exceso o por defecto de imparcialidad hacia el que es afecto a narrar su propia vida, fue bastante socorrido por los árabes los cuales nos han dejado algunas obras maestras. La mayoría de estos autores tendían a dejar por escrito el recuerdo de sus hechos con motivos pedagógicos. Ibn Jaldún no fue la excepción. Escribió su Autobiografía convencido de la importancia de sus experiencias personales llenas para él de enseñanza para las futuras generaciones.
El texto árabe que se conocía llegaba hasta el año de 1394 y todo parecía señalar que era una sección más de su gran libro histórico. Ibn Jaldún no había, en apariencia, dejado establecido que se tratase de un libro independiente. Inclusive la Autobiografía aparece incorporada en los manuscritos que nos restan de los Muqaddimah al principio o al final de alguno de los volúmenes. Sin embargo, una serie de manuscritos encontrados más recientemente en las bibliotecas de Estambul, el Cairo, Túnez y Marruecos nos revelan que la Autobiografía es un libro aparte, independiente totalmente de los Muqaddimah y con un título diferente.
En contraste con los relatos autobiográficos de otros autores árabes que viajaron por el Magreb y por España tales como Ibn al Jubayr que viajó en el siglo XII o Ibn-Batuta que lo hizo en el XIV y que narran pormenores interesantes acerca de sus impresiones de viaje, del paisaje, del clima, de las ciudades, etc., Ibn Jaldún casi no hace descripciones físicas, culturales o geográficas. Sólo habla de su vida particular y de sus actividades y si eventualmente toca algún tópico digamos geográfico, únicamente lo hace por referencia a su propia actividad prescindiendo de detalles que, aunque interesantes, caen fuera de su relación personal.
La Autobiografía, por otra parte, es abundante en digresiones que a menudo tienen poco que ver con la vida de su autor y que tienden únicamente a describir el ambiente de la época, por lo que a menudo repite algunos hechos que ya ha mencionado en alguna parte de sus Muqaddimah o de su Historia Universal.
Por lo demás, cabe mencionar que la Autobiografía a pesar de su indudable valor informativo nos ofrece, como advertíamos más arriba en relación con las obras pertenecientes a este género literario, sólo una descripción biográfica parcial del autor ya que ni abarca toda la vida pública y privada de Ibn Jaldún ni pormenoriza, como asentábamos al principio de su biografía, gran parte de los detalles que un biógrafo moderno consideraría imprescindibles para un ensayo de interpretación sicológica de nuestro historiador. Es por ello que la Autobiografía puede ser calificada de narración de hechos selectos de la vida de Ibn Jaldún quien omitió grandes trozos significativos de su vida para concretarse a darnos la imagen de sí mismo que él deseaba que fuese vista, juzgada y valorada por la posteridad.
Lo incompleto de esta obra puede aquilatarse al registrar ciertos pasajes autobiográficos que aparecen diseminados en sus otras obras y que no existen en la Autobiografía. Estas omisiones más las que apuntábamos líneas arriba nos permiten suponer que la obra fue escrita en diferentes etapas de su vida.
Salvo lo anterior la Autobiografía puede ser considerada como un documento «histórico, literario y humano de primer orden»; una guía de gran valor sobre la vida, época y actividades «de una de las más grandes y notables personalidades jamás producidas por el Islam». En la reimpresión de 1934 aparece esta misma traducción la cual posee una particularidad ya que el periodo comprendido entre 1395 y 1406 o sea entre el año en que se detiene el manuscrito autobiográfico que de Slane conoció y el año de la muerte de Ibn Jaldún, fue suplido con las narraciones de otros autores contemporáneos suyos o que vivieron en el siglo siguiente que se refieren a nuestro autor. No había, antes de conocerse el texto completo de la Autobiografía, otro modo de subsanar esa laguna en el relato.
En 1951 fue publicada en el Cairo una edición crítica y completa de la Autobiografía debida al erudito marroquí especialista en temas jaldunianos Muhammad Tawit at-Tanji. Esta edición está basada en los manuscritos recientemente descubiertos del texto completo de la Autobiografía.
Nuestra traducción de esta obra está tomada de la edición francesa de 1934.
Reseña sobre mi familia
La familia Jaldún es originaria de Sevilla; trasladóse a Túnez hacia la mitad del siglo séptimo (de la héjira), cuando la emigración que tuvo lugar después de la ocupación de Sevilla por Ibn Adfonsho, rey de los gallegos.
Sacamos nuestro origen de Hadramut, de una tribu árabe del Yemen, y nos vinculamos con ese pueblo a través de la persona de Waíl Ibn Hodjr, jefe árabe que fuera uno de los Compañeros del Profeta. Abu Mohammad Ibn Hazm dice en su «Djamhara»: «Waíl era hijo de Hodjr, hijo de Saad, hijo de Masruq, hijo de Waíl, hijo de An-Nomán, hijo de Rabiah, hijo de Al Hareth, hijo de Malik, hijo de Shorahbil, hijo de Al Hareth, hijo de Malik, hijo de Morra, hijo de Homaidí (var.Hamirí, Himyarí), hijo de Rend (var.Zaid), hijo de Al Hadramí, hijo de Omar (var.de Amr), hijo de Abdallah, hijo de Aauf, hijo de Djosham (var.de Djorsham), hijo de Abd Shams, hijo de Zaid, hijo de Lami (var.de Loui), hijo de Shamit (var.de Shit), hijo de Qodama (var.de Qatama), hijo de Aadjib, hijo de Malik, hijo de Laí (var.Louí), hijo de Qahtan. Tuvo un hijo llamado Alqama Ibn Waíl, y un nieto de nombre Abd-el-Djabbar Ibn Alqama».
Leemos en el «Istiáb» de Abu Omar Ibn Abd-el-Berr en Kufa, Waíl y los demás jefes yemenitas que estaban bajo las órdenes de Ziad Ibn Sofyan, reunieron sus fuerzas contra el perturbador». Es sabido que Hodjr cayó en sus manos y que fue condenado a muerte por Mohawia, a quien lo habían entregado.
[«Entre los descendientes de Waíl, dice Ibn Hazm, se cuentan los Bani Jaldún de Sevilla, familia cuyo abuelo Jaled, dicho “Jaldún”, dejó Oriente por España. Era hijo de Othmán, hijo de Hani, hijo de Al Jattab, hijo de Qoraib, hijo de Madi-Qoraib, hijo de Al Hareth, hijo de Waíl, hijo de Hodjr». El propio autor dice: «Qoarib Ibn Othmán y su hermano Jaled, nietos de Jaldún, contaban en el número de los jefes más insubordinados de España. Mohammad —agrega— el hermano de Othmán, dejó hijos, y uno de sus descendientes fue Abul-Assi Arar, hijo de Mohammad, hijo de Jaled, hijo de Mohammad, hijo de Jaldún. Abdul-Assis tuvo tres hijos, Mohammad, Ahmad y Abdallah. Entre la posteridad de Othmán, hermano de Mahantmad, se destaca Abu Moslem Omar Ibn Jaldn, filósofo (hakím) El último de la posteridad de Qoraib, jefe ya citado, fue Abul-Fadl Mohammad, hijo de Jaled, hijo de Ahmad, hijo de Abdallah, hijo de Qoraib»].
De mis abuelos en España
Nuestro antepasado, al llegar a España, establecióse en Carmona con una fracción de su tribu, los hadramitas. Su linaje se propagó en dicha ciudad; después se trasladaron a Sevilla. Aquélla fracción pertenecía a «djund» el Yemen. historiógrafo de Sevilla.
Durante los disturbios que agitaron a España bajo el reinado del emir Abdallah, los personajes más influyentes de la ciudad de Sevilla aspiraron a la independencia, y se lanzaron a la revuelta. Fueron tres jefes de grandes familias los que provocaron la sublevación: 1.º Omeía, hijo de Abd-el-Gafer y nieto de Abu Abda, mismo que fue nombrado gobernador de la ciudad y la provincia de Sevilla por Abderrahmán, el primero de los Omeya que entrara en España. Omeía tenía un alto rango en la corte de Córdoba, y había gobernado las provincias más importantes del imperio. 2.º Qoraib, jefe de la familia Jaldún. Tenía por lugarteniente a su hermano Jaled. «La familia Jaldún, dice Ibn Hayan, es hasta el presente una de las más ilustres de Sevilla. Ha brillado siempre por el elevado rango que ocupan sus miembros en los mandos militares y en las ciencias.» 3.º Abdallah Ibn Haddjadj, jefe de la familia de los Haddjadj. «Esta casa —aclara el propio Ibn Hayan—, forma parte de la tribu de Lajm, y persiste todavía en Sevilla. Es una cepa bien enraizada cuyas ramas continúan floreciendo. Se ha distinguido siempre produciendo jefes y sabios de talento superior». Entre los años 280 (893 de J. C.) y 290, mientras que un espíritu general de insubordinación turbaba a España, el emir Abdallah confió su joven hijo Mohammad al cuidado de Omeía, hijo de Abd-el-Gafer, a quien acababa de nombrar gobernador de Sevilla. Ya en posesión de su puesto, Omeía tramó un complot contra su soberano, y empujó secretamente a aquéllos jefes de quienes hemos hablado a rebelarse contra su pupilo y contra él mismo. Habiéndose encerrado en la ciudadela con el joven príncipe, se dejó sitiar por los insurrectos. Mohammad al obtener de ellos permiso para ir a reunirse con su padre, Omeía aprovechó la ocasión para atribuirse el mando supremo. Hizo entonces asesinar a Abdallah Ibn Haddjadj, reemplazándolo por Ibrahim, hermano de su víctima. Queriendo afirmar su autoridad y asegurar la obediencia de las familias Jaldún y Haddjadj, retuvo a sus hijos cerca de él y viendo que estaban poco dispuestas a obedecerle, trató de someterlas mediante la amenaza de hacer morir a sus rehenes. Para obtener la libertad de sus hijos, dichas familias se comprometieron, por juramento, a serle fieles; mas en seguida reanudaron su rebelión, atacando a Omeía con tanto encarnizamiento, que éste tomó la resolución de morir con las armas en la mano. Habiendo hecho degollar a sus mujeres, cortar los corvejones a sus caballos y quemar todo lo que poseía de valor, se lanzó en medio de los atacantes y combatió hasta sucumbir. Los vencedores entregaron su cabeza a las injurias del populacho, y avisaron al emir Abdallah que habían matado a su gobernador porque se había substraído a la autoridad de su soberano. Sintiendo la necesidad de la discreción, el emir aceptó esa excusa y les envió, en calidad de gobernador, a uno de sus parientes llamado Hisham Ibn Abderrahmán. A instigación de Qoraib Ibn Jaldún, encarcelaron a este funcionario y mataron a su hijo. Qoraib se apoderó entonces del gobierno de Sevilla. Ibn Zaíd refiere lo siguiente basado en Al Hadjari: «Después de la muerte de Abdallah Ibn Haddjadj, su hermano Ibrahim quiso apoderarse del poder, y, para asegurar el éxito en su empresa, se alió por el vínculo matrimonial a la familia de Ibn Hafsún, Reconociendo el alto mérito de este autor (Ibrahim) le colmaba de dones».