Agradecimientos
Este libro recoge el trabajo de muchos años de pensamiento y de innumerables conversaciones sobre temas profundos. Todas esas charlas, discusiones y debates han tenido un impacto en mi pensamiento, así que me gustaría agradecer a todos mis amigos, pero también a quienes se han opuesto a mis ideas, por ayudarme a desarrollar un pensamiento propio. Como siempre, los fallos o errores en que pueda haber incurrido son míos y solamente míos.
Gracias a mi mejor amigo, Jeremy Boreing, un auténtico héroe del movimiento conservador que no sólo ha sido mi socio en los negocios, sino también en la trinchera política. No hay nadie con quien preferiría entrar en la batalla ideológica antes que con Jeremy. Es un privilegio y un placer trabajar cada día a tu lado.
Gracias a Caleb Robinson, el director de Forward Publishing, que siempre marca un camino de dignidad y pragmatismo. Es difícil encontrar a alguien tan movido por los principios como él. Para mí, hacer negocios con Robinson es un orgullo.
Gracias a Eric Nelson, editor de este libro, que tuvo que hacer numerosas revisiones y correcciones a los borradores que le enviaba. Mi intención era traer el cielo estrellado a la Tierra, dentro de mis limitaciones, y si lo he conseguido en parte es gracias a su ayuda.
Gracias a Frank Breeden, mi agente, que entendió que este libro era un proyecto apasionante y, en consecuencia alentó mi entusiasmo por escribirlo.
Gracias a todos los respetados colegas y pensadores que leyeron el manuscrito original y me ayudaron a mejorarlo paso a paso. Incluyo aquí a Yoram Hazony, Yuval Levin, Matthew Continetti, John Podhoretz, Andrew Klavan, el execrable Michael Knowles, el rabino David Wolpe, Eric Weinstein, David French, Dana Perino y mi amigo y compañero de estudios talmúdicos, el rabino Moshe Samuels. Vuestra generosidad ha demostrado ser interminable.
Gracias a todas las grandes personas con las que trabajo a diario en The Daily Wire, desde nuestros redactores y editores hasta nuestros productores. No podría hacer todo lo que hago sin su increíble apoyo y ciertamente tenéis mi gratitud.
Gracias a nuestros socios de Westwood One, que han sido innovadores con su enfoque, tanto para mi podcast como para mi programa de radio.
Gracias a nuestros socios de Young America’s Foundation, que nos ayudan a llevar nuestro mensaje a cientos de miles de jóvenes en los campus universitarios de todo Estados Unidos.
Gracias a los medios que reproducen mi columna semanal distribuida por Creators Syndicate, así como a los directores de National Review y Newsweek, que me permiten llegar con mis artículos de opinión a lectores de todo tipo de sensibilidades políticas y culturales.
Y, por supuesto, gracias a todos los oyentes, observadores, lectores y seguidores en las redes sociales. Vuestro aliento me inspira a mejorar cada día y espero estar siempre a la altura de vuestra confianza.
Por último, debo dar gracias a Dios, Creador de los Cielos y de la Tierra, Maestro del significado y el propósito, y Padre Benevolente de la libertad del hombre.
Gracias.
BENJAMIN AARON SHAPIRO (Los Ángeles, California; 15 de enero de 1984), nacido en el seno de una familia judía, de origen parcialmente ruso, es un abogado conservador, comentarista político, conductor radiofónico y escritor estadounidense.
Habiendo saltado dos grados (tercero y noveno), Shapiro pasó de la Walter Reed Middle School a la Yeshiva University High School de Los Ángeles, en la cual se graduó en 2000 a los dieciséis años de edad. Se graduó con summa cum laude y como Phi Beta Kappa de la Universidad de California en Los Ángeles en 2004, a los veinte años, con un título de licenciado en artes y en ciencias políticas, y luego cum laude de la Escuela de Derecho Harvard en 2007. Más tarde practicó leyes en Goodwin Procter. Hoy en día dirige una firma de asesoría jurídica independiente, Benjamin Shapiro Legal Consulting, en Los Angeles.
Ha escrito varios libros, siendo el primero Brainwashed: How Universities Indoctrinate America's Youth, en 2004, que empezó a escribir a los diecisiete años. A esa misma edad también se convirtió en el escritor sindicado más joven de su país. Escribe una columna para Creators Syndicate, y es redactor jefe de The Daily Wire. Es el cofundador y ex redactor jefe del grupo de periodismo de vigilancia TruthRevolt. En 2013, Threshold Editions publicó el quinto libro de Shapiro, Bullies: How the Left's Culture of Fear and Intimidation Silences Americans.
En 2008 se casó con Mor Toledano, una ciudadana israelí de ascendencia marroquí. Shapiro y su esposa practican el judaísmo ortodoxo. Ambos tienen una hija, nacida en 2014, y un hijo, nacido en 2016.
Capítulo 1
La búsqueda de la felicidad
«¿Eres feliz?» Eso fue lo que me preguntó mi mujer hace algunos años. Estábamos atravesando un periodo estresante y complicado. Ella es doctora y dedica un número enorme de horas a su profesión. Nuestro hijo Gabriel era aún pequeño, de modo que no podíamos dormir mucho por las noches. Nuestra hija Leeya, la mayor, vivía una de esas fases de la infancia en que cualquier tipo de situación podía provocarle un llanto. A todo eso hay que sumarle mis propias obligaciones profesionales. Junto con mis socios, estaba ocupado en el lanzamiento de The Daily Wire, la creación de mi propio podcast y los distintos compromisos derivados de mi gira de conferencias por los campus universitarios de Estados Unidos, donde a menudo me encontré con situaciones de violencia o de boicot.
«Claro que soy feliz», respondí. No se me hubiese ocurrido decir lo contrario: todo el mundo sabe cuál es la respuesta correcta y, desde luego, no era mi intención enfadar a mi mujer… Pero su pregunta era muy profunda, de modo que me quedé pensando en ella con mayor profundidad.
¿Era feliz? Y, si en efecto lo era, ¿cuándo me sentía más satisfecho con mi vida? No tardé en responderme: lo mejor de mi semana es el shabat, es decir, el séptimo día de la semana en la tradición judía, consagrado al descanso.
Cada semana, cuando llega ese momento, dejo absolutamente todo por espacio de veinticinco horas. Como judío ortodoxo, celebro tal compromiso a rajatabla. Esto significa que no recurro al teléfono ni a la televisión o que tampoco atiendo asuntos de trabajo. De igual modo, me abstengo de seguir las noticias o de hablar de política. Todo ese tiempo se lo dedico a mi familia: mi mujer, mis hijos, mis padres… El resto del mundo desaparece. Y ahí puedo disfrutar de lo mejor de mi vida. No hay mayor felicidad que sentarme al lado de mi mujer y ver cómo los niños juegan (o pelean…), quizá mientras ojeo un libro o una revista.
No estoy solo en esto. El shabat es el punto álgido de la semana de muchos judíos. Hay un viejo refrán en la comunidad judía que dice que no es que los judíos sigan el shabat, sino que el shabat sigue a los judíos. Sin duda, es una tradición y un compromiso que nos permite disfrutar de lo mejor de nuestras vidas.
Dicho todo esto, soy consciente de que es irónico que alguien que se dedica profesionalmente a hablar de política diga que su mayor felicidad coincide con los momentos en que no habla de política. Sin embargo, lo cierto es que, mientras estoy ocupado con mi trabajo, sí disfruto enormemente. Siento que mi ocupación tiene un propósito y un impacto relevante en la sociedad. El esfuerzo por entender mejor las ideas que forjan el mundo puede ser verdaderamente satisfactorio. Pero la política no es la fuente de mi alegría. La política puede ayudar a construir un marco en el que sea más fácil buscar la felicidad, pero la política no es la felicidad.