José Urbano Martínez Carreras - La independencia de Asia

Título original: La independencia de Asia

José Urbano Martínez Carreras, 1985

Editor digital: Titivillus

ePub base r2.1

Entrega n.º 96 de la colección Cuadernos Historia 16 dedicado a la independencia de Asia.

José Urbano Martínez Carreras

Cuadernos Historia 16 - 096

ePub r1.0

Titivillus 03.09.2022

Por José U. Martínez Carreras

Historiador. Profesor de Historia Contemporánea. Universidad Complutense de Madrid

Ya desde comienzos de siglo, la historiografía contemporánea ha querido significar con la frase La rebelión de Asia uno de los hechos decisivos de la historia de nuestro siglo: el despertar de los nacionalismos asiáticos por conseguir la independencia política contra el régimen colonial europeo y la formulación de una revolución social de carácter popular contra las estructuras tradicionales dominantes, cómplices de aquél o incapaces ante su dominio. La consecución de ambos objetivos, la independencia y la revolución, constituye el proceso de descolonización de Asia.

Según R. Lévy, el primero en utilizar la frase de La rebelión de Asia fue Víctor Bérard en 1904. Casi cincuenta años más tarde, en 1951, lo hizo Tibor Mende.

Para ambos autores, el contenido y significado de la expresión parece claro y se fundamenta en la realidad histórica de cada momento dentro del proceso general de evolución y transformación de las sociedades asiáticas, con especial referencia a su relación con la Europa entonces dominante. Según Bérard, el siglo XX parece abrir el reino definitivo de Europa sobre todo el mundo, del hombre sobre la naturaleza, de la razón sobre las fuerzas oscuras del universo y del instinto: se hablaba entonces de la invasión de Asia por los occidentales, ya consumada e incontenible.

En especial, son los británicos y los rusos los principales conquistadores del continente: los primeros dominan la India, desde la que se extienden al Tibet, Birmania, Malasia y Singapur y hacia China, mientras que los rusos dirigen su expansión a Siberia, Asia central y Manchuria; pero también están presentes y activos, entre otros, los franceses, alemanes, holandeses y norteamericanos, que participan en el reparto del inmenso continente.

En este contexto se inicia la acción de Japón, que tras liberarse del colonialismo occidental y llegar a ser, a fines del siglo XIX, una potencia moderna altamente industrializada, manifiesta su voluntad de expansión por el continente asiático —Corea, Manchuria, China—. Se impone en las sucesivas guerras chino-japonesa (1895) y ruso-japonesa (1905) y rivaliza con el poderío occidental. De esta forma, con Japón, y por él mismo, comienza contra Europa la rebelión de Asia.

Para Tibor Mende, en 1950 es la URSS la que anima la rebelión de Asia, la que compromete a los pueblos de Asia a proclamar la independencia y la que estimula el proceso revolucionario en una marcha popular hacia el comunismo en los nuevos Estados, siendo central la fecha de octubre de 1949, con el establecimiento de la República Popular China.

Otros testimonios reflejan, igualmente, el hecho histórico de la rebelión de Asia. Lenin publicó, en mayo de 1913, un artículo titulado El despertar de Asia, en el que escribe: Después del movimiento ruso de 1905, la revolución democrática se ha extendido a toda Asia: a Turquía, Persia y China. La agitación aumenta en la India inglesa, y el movimiento democrático-revolucionario se propaga también a las Indias holandesas.

Añade: El capitalismo mundial y el movimiento ruso de 1905 han hecho despertar definitivamente a Asia. Cientos de millones de seres avasallados y embrutecidos en un mundo de estancamiento medieval han despertado a una nueva vida y a la lucha por los derechos más elementales del hombre, por la democracia. Y concluye que el despertar de Asia y el comienzo de la lucha por el poder que libra el proletariado avanzado de Europa marcan, en los albores del siglo XX, una nueva época en la historia universal.

Cuerpo de fusileros de frontera hacia 1930.

También se expresa el profundo significado de este fenómeno histórico en algunos sectores occidentales. Como recoge Simone de Beauvoir en sus Memorias de una joven formal, la revista L’Esprit , que se editaba en París en los años veinte, entre los grupos de izquierdas, consideraba que a través de la rebelión de los pueblos de Asia y de África, la historia viene a servir a la sabiduría.

En los comienzos del siglo XX, por tanto, varios rasgos apuntan de manera indudable esa rebelión de Asia, que R. Grousset titula la reacción asiática contra Europa y que es la expresión de un sentimiento colectivo antioccidental, manifestado en sucesivos levantamientos contra el poder europeo dominante durante la misma época colonial, que consolidan el despertar de la conciencia asiática, todavía algo difusa, en los distintos marcos nacionales y su afirmación de liberación frente al colonialismo occidental.

Los momentos claves de los comienzos de la rebelión de Asia son: la victoria de Japón en la guerra contra Rusia en 1904-1905, que tuvo incalculables repercusiones en toda Asia, al mostrar por primera vez que un pueblo asiático, modernizado, podía derrotar a los europeos, y que, por tanto, éstos no eran invencibles: la revolución rusa de 1905, considerada como una lucha de liberación de un pueblo contra el despotismo y continuada con el proceso revolucionario de 1917 y sus repercusiones en Mongolia y en las colonias rusas de Asia central: la revolución nacionalista y republicana de 1911-1912 en China, iniciada con la acción del Kuomintang y proseguida por el Partido Comunista chino a lo largo de todo el complejo proceso revolucionario chino, y la constatación de que la rebelión de Asia contra el predominio y la hegemonía europeas, lejos de limitarse al Extremo Oriente, se extiende al resto de los pueblos asiáticos: acciones diversas contra la dominación colonial y movimientos revolucionarios se dan durante estos años de entreguerras en India, Indonesia, Indochina, Oriente Medio y países árabes. En definitiva, toda Asia está despertando contra Europa.

Segundo regimiento de pioneros de Bombay en 1925.

Para mejor comprender este fenómeno histórico del despertar y rebelión de Asia hay que centrar el tema en cinco apartados: 1) la delimitación espacial, con la fijación de las áreas geohistóricas o grandes regiones asiáticas: 2) las grandes fases del proceso; 3) los principales factores y componentes del mismo: 4) el proceso histórico por regiones y países, y 5) la solidaridad y cooperación continentales, que desembocan en un gran movimiento internacional.

El Asia del siglo XX constituye lo que F. Doré llama el Asia de las naciones. Naciones que a partir de sus diversos regímenes coloniales y, en especial, a lo largo de sus paralelos procesos de descolonización, en su marcha y evolución hacia la independencia y revolución, han de ser consideradas dentro de sus diferenciados agrupamientos geohistóricos, culturales y regionales, y en los marcos de sus respectivas herencias coloniales.