Siglo XXI
Marshall Berman
Aventuras marxistas
Traducción: Andrea Morales Vidal y Diego Castillo
Desde que leyó El manifiesto comunista siendo un estudiante de secundaria, Marshall Berman permaneció ligado al marxismo hasta llegar a ser uno de los pensadores marxistas de referencia internacional. En el núcleo del compromiso de Berman con el marxismo está la idea de que si queremos que esta filosofía siga teniendo importancia en el siglo xxi , tendrá que salirse de su molde actual como instrumento crítico o mero ejercicio de placer literario. El poder de emancipación del marxismo, su capacidad para configurar un mundo más allá de la pesada tarea diaria de vender el trabajo para sobrevivir, ha de ser renovado, y no fue otro su objetivo teórico.
En Aventuras marxistas, además de incluir su conocidísimo Todo lo sólido se desvanece en el aire, reunió una colección de textos en los que encontramos análisis brillantes de obras de Georg Lukács, Walter Benjamin, Meyer Schapiero, Edmund Wilson e Isaac Bábel, entre otros, que trabajaron sobre Marx y su legado. También incluye reflexiones sobre autores como Perry Anderson, Studs Terkel y reflexiones sobre la inestimable aportación de Engels y del mismo Marx.
«Berman representa lo mejor de la tradición marxista.»
Christopher Hitchens
«La audacia de Marshal Berman es admirable… Argumenta con convicción que la teoría marxista de la alienación explica a la perfección las desastrosas consecuencias del capitalismo. Tanto si los trabajadores trabajan con un ordenador como en una cadena de montaje.»
The New York Times
Marshall Berman (1940-2013) nació en nueva York y estudió en las universidades de Columbia, Oxford y Harvard. Desde finales de la década de los sesenta enseñó teoría política y urbanismo en la City University de Nueva York. Es autor de All That is Solid Melts Into Air, The Politics of Authenticity y de numerosos artículos sobre la cultura y la política. Fue miembro del consejo editorial de Dissent y colaborador habitual de The Nation, The New York Times Book Review, Bennington Review, New Left Review, New Politics y Voice Literary Supplement.
Diseño de portada
RAG
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Título original
Adventures in Marxism
© Marshall Berman, 1999
© Siglo XXI de España Editores, S. A., 2002, 2016
para lengua española
Sector Foresta, 1
28760 Tres Cantos
Madrid - España
Tel.: 918 061 996
Fax: 918 044 028
www.sigloxxieditores.com
ISBN: 978-84-323-1831-3
A Murray, mi padre, y a Eli y Danny, mis hijos
PREFACIO
Si Marx supiese cómo van las cosas, se revolvería en su tumba.
Randy Newman
La primera vez que Colin Robinson, de la editorial Verso, me propuso realizar esta colección de textos tuve mis dudas. Sabía que algunos de mis trabajos sobre Marx y el marxismo eran interesantes, pero no estaba seguro de que bastasen para conformar un verdadero libro. Tenía aquellos ensayos y reseñas acumulados durante más de tres décadas, pero, a primera vista, me parecían un montón de fragmentos que no encajaban demasiado bien. ¿Por qué este es tan corto? ¿Por qué aquel tan largo? ¿Por qué hablo de Lukács y Benjamin, pero no de Adorno o Marcuse? ¿Por qué Babel y no Brecht? ¿Por qué no hay nada sobre cultura de masas? ¿Por qué no trato el marxismo analítico? ¿Por qué no hay posmodernismo? (Y etcétera, etcétera).
Las únicas respuestas que se me ocurrían eran casi siempre contingentes. Casi todos eran fragmentos escritos cuando me los solicitaba un editor, en los que me adaptaba más o menos al tamaño y la forma que me pedían (aunque casi siempre daba más de lo que me pedían). Estas justificaciones me parecieron bastante patéticas. Crecí con la convicción de que un libro debe ser un todo orgánico y ha de surgir de las profundidades del alma del autor. En realidad conseguí escribir un libro así: Todo lo sólido se desvanece en el aire: la experiencia de la modernidad . Como no pude hacer otro libro semejante, dejé de publicar.
No quiero decir que no escribiese. Nunca he dejado de escribir, pero nada me parecía lo suficientemente elevado o profundo como para merecer el título de «libro». Sin embargo, según pasaban los años, sentía cada vez más que mi idealismo era tonto; llegué a pensar que me había quedado arrinconado. Había leído lo suficiente como para saber que hay muchas clases de libros buenos. Un escritor puede decir algo sin decirlo todo . Un libro no necesita ser completo para ser bueno, y el intento de hacerlo así puede conducir a una catástrofe procrústea. Intenté aprender de Marx, quien pasó la mitad de su vida intentando terminar El capital, y solo tras quince años comprendió que su empresa era un desastre (y ni siquiera entonces pudo parar).
Como escritor de política y cultura, sé cuán desastrosa ha sido en los tiempos modernos el ansia de totalidad; sentía que también se apoderaba de mí, y observaba que no me estaba haciendo ningún bien. ¿Cómo superé mis dudas? Me dije a mí mismo varias cosas. Intenté pensar en un libro como una forma de diálogo e interacción. Si falta algo, mis lectores lo observarán y me lo comunicarán y entonces les podré responder escribiendo más libros; o si algo se entiende mal, podría escribir más libros intentando ser más claro, agudo, gráfico, para hacerme comprender y que el metabolismo entre nosotros ayudase a continuar con nuestra vida colectiva. Pensé que solo Dios puede hacer cosas completas, aunque hasta los diez mandamientos precisan siempre de nuevos comentarios. Pensé que todo el impresionante arte moderno es un arte de fragmentos y perspectivas múltiples. Y concluí que «ya era suficiente».
En el otoño de 1998, se encendió en mi cabeza una especie de señal luminosa: el título Aventuras marxistas . Me serviría como fórmula para juntar los materiales. Evoqué al marxismo como un tipo especial de experiencia humana diferente de la vida normal: alegre, liberadora, emocionante, pero problemática, atemorizante y peligrosa. Y abierta: sugería un futuro que podría ofrecer más aventuras marxistas. Tal vez ya estaba preparado para lanzar mi libro al mundo y dejarlo estar.
Ahora quiero expresar mi reconocimiento a algunas de las maravillosas personas que me han ayudado a llegar a este momento. En principio intenté describir las relaciones, pero comprendí que si realmente quería publicar mi libro ahora, tendría que limitarme a los nombres. Sé que he olvidado buena cantidad, y que he reprimido otros, pero aquí están algunos que recuerdo: Jacob Taubes, Meyer Schapiro, Isaiah Berlin e Irving Howe; Georges Borchardt, Jerry Cohen, Todd Gitlin, Bob Christgau, Carola Dibell; Elsa First, Lenny Kriegel, John Leonard, Steve Lukes, Bert Ollman, Jim Hoberman, Colin Robinson, Andrea Simon, Josh Wilner, Jeff Nichols; Michel Radomisli, Trude Pollock, Irene Javors y Magdalena Berenyi; Michelle, David y Steve Natham. Además están todos mis alumnos y compañeros de la City University de Nueva York; las fundaciones Guggenheim y Rifkind y el NEH; todos, jóvenes o mayores, de Morningside Montessori; y todos mis amigos de Dissent y Nation . Finalmente, mi querida familia, mi padre y mi madre (por fin encontré una forma de escribir sobre ellos), Didi y Jon, Eli y Danny, Idie y Mia, Marvin y Debbie y, sobre todo, Shellie, que no solo es mi compañera de diálogos, sino la persona que llena e ilumina mi cielo.