Aldo Panfichi es profesor principal del departamento de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica del Perú ( PUCP ) y ha sido jefe de dicho departamento, coordinador de la maestría de Ciencia Política y coordinador de la especialidad de Sociología. Actualmente es presidente del Latin American Studies Association ( LASA ), coordinador del doctorado de Sociología de la PUCP y presidente del comité organizador de la especialidad de Relaciones Internacionales en la misma universidad.
Es doctor de Sociología por The New School for Social Research, en Estados Unidos, y máster en Sociología por la PUCP . Ha sido investigador visitante en el David Rockefeller Center for Latin American Studies de la Universidad de Harvard, profesor visitante de maestría en Migraciones Internacionales de la Universidad del País Vasco y conferencista en varias universidades de América Latina.
Entre sus recientes publicaciones están: Fractured Politics: Peruvian Democracy Past and Present (Londres, 2011), Lima, siglo XX. Cultura, socialización y cambio , coeditado con Carlos Aguirre (Lima, 2013), Movimientos e instituciones y la calidad de la democracia en América Latina y la Unión Europea (Barcelona, 2014), Alternativas para la democracia en América Latina (México, 2015) y próximamente aparecerá el volumen El otro partido: la disputa por el gobierno del fútbol peruano (2018).
Prólogo a la segunda edición
Devoré este libro cuando apareció en Lima en 2008. No solo porque incluía autores reconocidos y prestigiosos, sino porque se trata de un tema que me ha fascinado por años. Volví a leerlo cuando una revista de historia me solicitó escribir una reseña un par de años después. Y recientemente he disfrutado volver a mi ejemplar con anotaciones y subrayados y además leer dos nuevos ensayos, uno de Efraín Trelles y otro del mismo editor, Aldo Panfichi.
Ese gol existe adquirió un significado especial cuando lo tuve entre mis manos. Esperaba aprender más del tema. Mi historia con el fútbol peruano se remonta a 1979 cuando llegué a Lima por primera vez y comencé a «disfrutar» del fútbol local —«sufrir» sería un término más apropiado—. Yo era entonces un gran fan del béisbol y había jugado fútbol en el colegio, más con entusiasmo que con habilidad. Había pasado un año en Tucumán, Argentina, donde veía los partidos del Boca Junior en la televisión en blanco y negro de la familia que me alojó, y asistí a varios partidos del Atlético Tucumán.
Fui a Matute a los pocos días de haber llegado a Lima. Con un amigo tomamos un colectivo desde Surquillo que nos dejó en algún lugar de La Victoria. De ahí caminamos y él se encargó de que, por seguridad, mi dinero estuviese siempre en los bolsillos de adelante. Alianza Lima se convirtió de inmediato en mi equipo y volví al estadio cada vez que me encontraba en Lima, ya sea en los años que viví allí o cuando estaba de paso. En Estados Unidos la aculturación de los inmigrantes a través de los deportes es un fenómeno común. Siempre disfruto escuchar los diversos acentos al momento de animar a mi amado (y empobrecido) equipo de béisbol, los A’s de Oakland (California). Algunos de sus seguidores provienen de países donde se practica el béisbol, que van desde el Caribe hasta Japón. O, en ocasiones, ocurre que extrañan a sus equipos locales de fútbol, rugby, cricket, y el béisbol se presenta como un sustituto adecuado. Los eventos deportivos en Estados Unidos atraen a muchos extranjeros. Y como extranjero con muchos años en Perú, puedo decir con total sinceridad que me emociono con Alianza y la selección peruana.
Una de las delicias que trae el deporte son los argumentos que si bien pueden ser apasionados, son rápidamente superados. Recuerdo a algunos amigos que mostraron su enojo —o su sorpresa— cuando señalé que en los últimos treinta años, el periodismo deportivo había decepcionado casi tanto o más que la selección peruana. Me explico. Parte de mi afición a los deportes consiste en levantarme y leer la sección de deportes antes que cualquier otra cosa. Por obvias razones, esto me hace ver como un viejo que depende de los periódicos en papel, pero incluso hoy, pese a que me entero del resultado de algún partido por internet y mi teléfono me notifica sobre los A’s, Alianza y otros equipos que sigo, todavía disfruto leer la sección deportiva. Por años, e incluso décadas, era común notar la ausencia de análisis social o sociológico entre los periodistas de Lima y Cusco. Uno podía leer resúmenes de los encuentros, con el acostumbrado «análisis» que buscaba explicar todo a partir de la «garra» que hubiese estado presente o ausente en cada partido. Pero ¿quiénes eran los jugadores? ¿Cuáles eran las tensiones existentes entre ambos equipos? ¿Qué explicaba la notoria ausencia de seguidores en los estadios? ¿Cómo lo pasaba un jugador peruano en el extranjero? Estas eran interrogantes que merecían mayor atención y que siempre me pregunté por qué los periodistas de Lima y Cusco no trataban de explorarlas un poco más.
La sombría situación del fútbol peruano y el periodismo deportivo, no obstante, ha mejorado. De hecho, considero que quienes escriben en este libro reflejan y han contribuido en esta mejora del análisis del fútbol. Algunos de ellos, como Aldo Panfichi y Gerardo Álvarez, organizan eventos y conferencias sobre deportes y sociedad; Carlos Aguirre ha enseñado un curso sobre historia del fútbol en Perú, Estados Unidos, España y Argentina; y la presente antología incluye a reconocidos periodistas como Jaime Pulgar Vidal y Efraín Trelles, quienes sí desarrollan un análisis sociológico y muy bien escrito. Este diálogo entre académicos y periodistas es esencial para mejorar la discusión de cualquier tema, desde la política hasta los deportes. (Estos ejemplos también confirman la vieja regla de que los mejores periodistas no son quienes estudian periodismo). Ese gol existe trae nuevamente los mejores trabajos sobre la sufrida historia del fútbol en el Perú. Precisamente ahora que la selección peruana ha mostrado un buen desempeño y ha dado lugar a cierta esperanza en la Copa América (2015), estos ensayos enfatizan la reciente trayectoria en el análisis y discusión sobre los deportes en el Perú. Los ensayos se alejan de cualquier interpretación simplista sobre los «gloriosos años» o de las recetas sobre cómo el fútbol puede mejorar. Los autores reunidos en el libro también se aproximan al lado más tenebroso del fútbol: la violencia de los hinchas, las barras bravas y el racismo, por citar algunos ejemplos. Solo nos queda esperar que esta tendencia crítica continúe y se expanda hacia otros deportes (el vóley merece definitivamente una mejor cobertura) y fuera de la capital. Se necesita saber más, por ejemplo, sobre el turbio universo de cómo se financian los clubes, especialmente a raíz de la crisis financiera de Universitario de Deportes y Alianza Lima.
Esta es una excelente colección de ensayos. Más de la mitad de estos cubre la primera mitad del siglo XX, así como fenómenos más recientes como la tragedia de Alianza Lima de 1987, las barras bravas y notables periodistas como Don Varleiva y «Gallito». La atención se desplaza luego a regiones, para analizar la infartante campaña del Cienciano en 2003, donde el equipo cusqueño terminaría derrotando al River Plate por la Copa Sudamericana, y luego haría lo propio con el Boca Juniors para ganar la Recopa. Aún si el lector o lectora no es necesariamente hincha del deporte rey, los artículos sobre el fútbol y la clase trabajadora o cómo se jugaba el fútbol al interior de las cárceles de Lima son importantes y constituyen impecables trabajos de historia. Recomiendo todos los textos por igual, y los lectores lograrán encontrar temas que les llamen la atención. Los académicos, por otro lado, encontrarán importantes argumentos sobre el estudio del fútbol, así como ejemplos del acercamiento de la sociología, estudios culturales y la historia; los lectores interesados en la buena prosa y las historias fascinantes disfrutarán el relato de la participación en la selección peruana de 1936, cuando Perú «enfrentó a Hitler»; y quienes busquen pistas sobre la resurrección del fútbol peruano hallarán más de una señal de esperanza en estas páginas.