Annotation
Hay un momento mágico de la historia de la humanidad en el que se crean las bases de nuestra democracia, de nuestra civilización, de nuestra cultura; ese momento es de las culturas griega y romana, hace miles de años. Nuestra manera de ver el mundo y afrontar la vida vienen de ahí. La poesía, la filosofía, el teatro, la oratoria, la novela, la historia, la sátira, la fábula, el cuento…, todas estas formas de comunicación las inventan y las escriben por vez primera unos autores geniales, divertidos, inspiradores y estimulantes, llenos de vida, magia y energía: los autores grecolatinos. Este libro es una invitación a descubrirlos y disfrutarlos.
EMILIO DEL RÍO
Locos por los clásicos
Planeta
©2022, Río, Emilio del
©2022, Planeta
ISBN: 9788467066494
Generado con: QualityEbook v0.87
Para Mayte,
donde culmina el sueño, donde el amor culmina.
¿CÓMO NO VAMOS A ESTAR «LOCOS POR LOS CLÁSICOS»?
(PRÓLOGO)
Hay un momento mágico de la historia de la humanidad en el que se crean las bases de nuestra democracia, de nuestra civilización, de nuestra cultura. Ese momento es el de las cultura griega y romana, hace miles de años. Nuestra manera de ver el mundo y de afrontar la vida viene de ahí. La poesía épica y la amorosa, la filosofía, el teatro, la oratoria, la novela, la historia, la sátira..., todas estas formas de comunicación las inventaron y las escribieron por vez primera unos autores geniales, divertidos, interesantes, llenos de vida, magia y energía: los escritores grecolatinos. Porque nuestra cultura, la cultura occidental —la europea, la americana—, no es sino una prolongación de los géneros y temas que griegos y romanos, con su fecunda imaginación, crearon hace miles de años. Durante generaciones, los hombres y las mujeres los hemos leído con devoción, hasta esta nuestra época en que los hemos desterrado del sistema educativo y olvidado su lectura.
La literatura, la pintura, la escultura, la ópera, y en nuestra época, el cine y el cómic, han seguido recreando los grandes temas que escribieron por vez primera los clásicos grecolatinos y, de hecho, no se entiende la cultura occidental sin esos autores. Pero es que, además, nos sirven para la vida, sí, para entendernos mejor a nosotros mismos y el mundo que nos rodea, y nos sirven también para tomar las mejores decisiones para el futuro. Clásicos para la vida, como tituló mi querido Nuccio Ordine uno de sus libros, maravilloso. Estoy convencido de que algo nos perdemos en la vida si no leemos a los clásicos, a los grandes autores de Grecia y Roma.
Este libro es una invitación a leerlos (o a releerlos). A los que se recogen aquí y a muchos más. Borges escribió que la buena literatura anima a leer más literatura. Espero que este libro anime a leer o a releer a los grandes autores de la cultura clásica, a penetrar en la belleza de esa literatura y a disfrutar de la actualidad y la grandeza de esas obras.
Recuerdo un cuadro del genial Magritte titulado Esto no es una pipa. Pues bien, este libro no es un manual de literatura, no se explican épocas ni géneros, no es una historia de la literatura (de esa que marcan los planes de estudio, de manera que, en lugar de hacer que nuestros estudiantes lean a los grandes autores y las grandes obras de la literatura española —que es a la única a la que el sistema educativo les permite acercarse—, les ponemos a estudiar historia de la literatura). Para aligerar la lectura no hay notas explicativas a pie de página ni referencias bibliográficas de las ediciones manejadas (lo que sufro no poniendo notas a pie de página solo lo sabe mi editora). Todas las referencias a las ediciones y traducciones manejadas se detallan al final del libro.
Locos por los clásicos se puede leer de forma aleatoria; es decir, no hay que haber leído un capítulo para pasar a otro. De hecho, el índice no sigue un orden ni alfabético, ni cronológico, ni por géneros literarios. De acuerdo con la norma que me impuse de que hubiera el mismo número de autores griegos y latinos, dieciocho de las treinta y seis obras son griegas y dieciocho latinas.
Es un libro pensado para los que no han leído en su vida a Homero ni a Ovidio, para los que ni siquiera saben que hubo unos tipos que escribieron hace dos mil quinientos años en griego y en latín, o, si lo saben, les caen mal o piensan que son un peñazo. ¡Comprobarán que son fascinantes, instructivos y entretenidos! Es un libro para quienes los conocen de oídas o les suenan un poco, y, por supuesto, para quienes los han leído y disfrutado.
Como creo que no hay nada más actual que los clásicos, muchos de los capítulos tienen títulos que son referencias a películas, canciones o libros de nuestra época. Es una forma de reivindicar que son nuestros contemporáneos y que nos ayudan a entender el presente.
Locos por los clásicos es una lectura personal de todas esas obras (¿qué lectura no es una lectura personal?). Faltan autores muy queridos, que también me vuelven loco, como Aristóteles, Calímaco, César, Demóstenes, Diógenes Laercio, Claudio Eliano, Juvenal, Pausanias, Petronio, los dos Plinios, mi paisano Quintiliano, Salustio, Terencio, Tácito... Pero, repito, esto no es no es manual de literatura donde tiene que entrar todo, y además, así dejamos algo para el siguiente Locos por los clásicos. Tan solo he querido transmitir mi amor y mi pasión por estos autores griegos y latinos maravillosos, estimulantes, divertidos, inspiradores, deliciosos, únicos.
BÉSAME, BÉSAME MUCHO
(Poemas, de Catulo)
En la ciudad italiana de Verona situó Shakespeare los amores literarios más famosos del mundo, la historia de Romeo y Julieta. Por algo lo hizo. Verona es la ciudad en la que nació uno de los más grandes poetas de la literatura latina y uno de los más grandes poetas del amor de la Historia: Cayo Valerio Catulo.
Nacido en el año 84 a. C. en el seno de una familia pudiente, en cuya casa se alojaba Julio César cuando pasaba por Verona —y cito a Julio César porque Catulo escribió duros poemas contra él—, a los veinte años se fue a Roma, donde residió regularmente, con estancias intermitentes en Verona. En la capital del Imperio vivió su apasionada relación amorosa con una mujer a la que puso el nombre de Lesbia, nombre debido al prestigio de la poeta Safo, que era de Lesbos, y que es como llamaba a una tal Clodia. De hecho, uno de los poemas de Catulo es una adaptación del famoso poema de Safo.
En Roma formó Catulo un grupo literario con otros escritores, a los que Cicerón llamaba Poetae novi, que recuerdan a los «Nueve novísimos» de la antología de José María Castellet en la España del siglo XX, ya que supusieron una ruptura con la poesía anterior. Viajó por Grecia y Asia menor y murió joven, en Roma, a los treinta años de edad, hacia el 54 a. C. Catulo fue uno de esos poetas que murieron jóvenes pero que vivieron intensamente y dejaron una profunda huella, porque su influencia en la poesía europea posterior ha sido extraordinaria.
Eros besando a Psique. Fresco pompeyano. Museo Arqueológico Nacional de Nápoles.
Catulo y sus «novísimos» se oponían a la grandilocuencia de la epopeya y de la tragedia, y se distinguían por su preferencia por los poemas cortos, con una técnica depurada y una gran labor de corrección. Para los novísimos latinos, la poesía no es un arma cargada de futuro, sino que se justificaba por el propio arte, es decir,