Una introducción a la semiótica.
Una introducción a la semiótica de la mano de su mayor experto: Umberto Eco Después de Obra abierta, en la que estudiaba los lenguajes experimentales del arte contemporáneo, y de Apocalípticos e integrados, donde abordaba las técnicas y los temas de la comunicación de masas, Umberto Eco analiza aquí las fronteras de la semiótica. Comprender los sistemas de signos obliga a ver los códigos como estructuras y explicarlas a través de otras estructuras más vastas, en un movimiento regresivo hacia la matriz originaria de toda comunicación, hasta llegar a una estructura no estructurada. La conclusión metafísica de esta búsqueda no puede ser más que el rechazo del código de códigos: la negación de la estructura ausente. Coordinando todas sus investigaciones precedentes, Umberto Eco vuelve a asentar en este libro las bases de la semiótica y propone un verdadero sistema de la cultura como comunicación.
Umberto Eco
La estructura ausente
ePub r1.0
turolero 15.09.15
Título original: La struttura assente
Umberto Eco, 1968
Traducción: Francisco Serra Cantarell
Editor digital: turolero
Aporte original: Spleen
ePub base r1.2
UMBERTO ECO (Alessandria, Italia, 5 de enero de 1932) es un escritor y filósofo italiano, experto en semiótica.
Umberto Eco nació en la ciudad de Alessandria, en el norte de Italia. Su padre, Giulio, fue contable antes de la Segunda Guerra Mundial, cuando fue llamado a servicio en las fuerzas armadas. En ese momento, Umberto y su madre se mudaron a un pequeño poblado piamontés. Eco recibió educación salesiana.
Se doctoró en filosofía y letras en la Universidad de Turín en 1954 con un trabajo que publicó dos años más tarde con el título de El problema estético en Santo Tomás de Aquino (1956). Trabajó como profesor en las universidades de Turín y Florencia antes de ejercer durante dos años en la de Milán. Después se convirtió en profesor de Comunicación visual en Florencia en 1966. Fue en esos años cuando publicó sus importantes estudios de semiótica Obra abierta (1962) y La estructura ausente (1968), de sesgo ecléctico. Desde 1971 ocupa la cátedra de Semiótica en la Universidad de Bolonia. En febrero de 2001 creó en esta ciudad la Escuela Superior de Estudios Humanísticos, iniciativa académica sólo para licenciados de alto nivel destinada a difundir la cultura universal. También cofundó en 1969 la Asociación Internacional de Semiótica, de la que es secretario.
Distinguido crítico literario, semiólogo y comunicólogo, Umberto Eco empezó a publicar sus obras narrativas en edad madura (aunque en conferencias recientes cuenta de sus experimentos juveniles, los que incluyen la edición artesanal de un cómic en la adolescencia). En 1980 se consagró como narrador con El nombre de la rosa, novela histórica culturalista susceptible de múltiples lecturas (como novela filosófica, novela histórica o novela policíaca, y también desde el punto de vista semiológico). Se articula en torno a una fábula detectivesca ambientada en un monasterio de la Edad Media el año 1327; sonoro éxito editorial, fue traducida a muchos idiomas y llevada al cine en 1986 por el director francés Jean-Jacques Annaud. Escribió además otras novelas como El péndulo de Foucault (1988), fábula sobre una conspiración secreta de sabios en torno a temas esotéricos, La isla del día de antes (1994), parábola kafkiana sobre la incertidumbre y la necesidad de respuestas, Baudolino (2000), una novela picaresca —también ambientada en la Edad Media— que constituye otro rotundo éxito y sus últimas obras, La Misteriosa Llama de la Reina Loana (2004) y El cementerio de Praga (2010).
Ha cultivado también otros géneros como el ensayo, donde destaca notablemente con títulos como Obra abierta (1962), Diario mínimo (1963), Apocalípticos e integrados (1965), La estructura ausente (1968), Il costume di casa (1973), La forma y el contenido (1971), El signo (1973), Tratado de semiótica general (1975), El super-hombre de masas (1976), Desde la periferia al imperio (1977), Lector in fabula (1979), Semiótica y filosofía del lenguaje (1984), Los límites de la interpretación (1990), Seis paseos por los bosques narrativos (1990), La búsqueda de la lengua perfecta (1994), Kant y el ornitorrinco (1997) y Cinco escritos morales (1998).
Notas
[1] Hay discusiones acerca del nombre de esta disciplina. ¿Semiótica o semiología? «Semiología» si se tiene presente la definición de Saussure [cfr. por ejemplo Barthes, 1964 A], «semiótica» si se piensa en la lección de Peirce y en la semiótica de Morris [cfr. Maldonado, 1959 y 1961, y Rossi-Landi, 1967]. Y se añade que se podría hablar de semiología si se pensara en una disciplina general que estudiara los signos y que contemplara los signos lingüísticos sólo como un reducto particular; pero Barthes ha invertido la definición de Saussure considerando la semiología como una translingüística que examina todos los sistemas de signos como reductibles a las leyes del lenguaje. Por ello se cree que los que tienden a un estudio de los sistemas de signos que no dependa necesariamente de la lingüística (como nos hemos propuesto en este libro) han de hablar de semiótica [Rossi-Landi, 1966]. Por otra parte, el hecho de que Barthes haya dado una acepción particular a la proposición de Saussure no nos ha de impedir volver a ella, redescubriendo su sentido original y utilizando de nuevo su terminología.
Sea como fuere, en este libro hemos decidido adoptar definitivamente la palabra «semiótica», sin prestar atención a las implicaciones filosóficas o metodológicas de ambos términos. Simplemente, nos conformamos con la decisión adoptada en enero de 1969 en París por un comité internacional que ha dado origen a la «International Association for Semiotic Studies» y que ha aceptado el término «semiótica» (aunque sin excluir el uso de «semiología»), que de ahora en adelante habrá de cubrir todas las posibles acepciones de los dos términos en discusión.
[2] Esto podría significar, como sugiere Piaget [1958, pág. 79], que la inteligencia precede al lenguaje. Pero esta afirmación no significa que la inteligencia preceda a la comunicación. Una vez eliminada la equivalencia entre «comunicación» y «lenguaje», inteligencia y comunicación deberían considerarse como un proceso único que no puede surgir en dos tiempos.
[3] Para otros intentos de jerarquización del campo véase Metz [1966, B] y Greimas [1970] en el ensayo Considérations sur le langage, en el que se recoge el proyecto de Hjelmslev y se definen como «semióticas» las formalizaciones de las ciencias naturales y «semiologías» las formalizaciones de las ciencias humanas. Greimas sugiere incluso aplicar el término de «semióticas» a las ciencias de la expresión, reservando el nombre de «semiologías» a las del contenido.
Se han propuesto otras muchas clasificaciones, además de las de Peirce, de Morris o de otros autores sobre los que volveremos a tratar en este libro: la sección semio-lingüística del Laboratoire d’Anthropologie de l’Ecole Pratique des Hautes Etudes et du Collège de France distingue entre: 1) Teoría semiótica (generalidad, dimensión diacrónica, metalenguajes científicos); 2) Lingüística (semántica, gramática, fonética y fonología); 3) Semiótica de las formas y de los objetos literarios (semiótica literaria, poética, estructuras narrativas); 4) Semióticas diversas. Los soviéticos de Tartu distinguen los sistemas de modelización secundaria de los estudios lingüísticos, rigiéndose aquéllos por el sistema denotativo primario de la lengua [cfr.