Javier de Taboada
Europeos en Latinoamérica:
cine y literatura transnacionales
La visión de Herzog, Buñuel, Aub y Gombrowicz
NUEVOS HISPANISMOS
Director: Julio Ortega (Brown University)
Editorial: Iberoamericana Editorial Vervuert (Madrid/Frankfurt)
Comité Editorial:
Anke Birkenmaier
(Columbia University, New York)
Beatriz Colombi
(Universidad de Buenos Aires)
Cecilia García Huidobro
(Universidad Diego Portales, Santiago de Chile)
Ángel Gómez Moreno
(Universidad Complutense de Madrid)
Dieter Ingenschay
(Humboldt Universität Berlin)
Efraín Kristal
(University of California, Los Angeles)
Esperanza López Parada
(Universidad Complutense de Madrid)
Gesine Müller
(Universität zu Köln)
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(El Colegio de México)
Fernando Rodríguez de la Flor
(Universidad de Salamanca)
William Rowe
(University of London)
Carmen Ruiz Barrionuevo
(Universidad de Salamanca)
Víctor Vich
(Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima)
Edwin Williamson
(Oxford University)
JAVIER DE TABOADA
Europeos en Latinoamérica: cine y literatura transnacionales
La visión de Herzog, Buñuel, Aub y Gombrowicz
Iberoamericana - Vervuert - 2017
Este libro se publicó con el apoyo
de la Casa de la Literatura Peruana
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ISBN 978-84-16922-36-9 (Iberoamericana)
ISBN 978-3-95487-518-4 (Vervuert)
ISBN 978-3-95487-637-2 (e-Book)
Depósito Legal: M-17172-2017
Diseño de la cubierta: Rubén Salgueiro
Impreso en España
Este libro está impreso íntegramente en papel ecológico sin cloro.
A mi padre
Introducción
En las últimas décadas, signadas por el fenómeno de la globalización, hay un interés creciente dentro de los estudios literarios y culturales por la circulación de los textos y las ideas, por los intercambios —concebidos como de doble vía— entre centro y periferia.
Después de que diversas corrientes de pensamiento, desde la Escuela de Frankfurt (Adorno, Horkheimer), hasta el posestructuralismo francés (Foucault, Derrida, Barthes) desenmascararan la profunda raíz etnocentrista del proyecto universalista moderno, críticos como Ernesto Laclau, han advertido las limitaciones teóricas y prácticas de la mera celebración de los particularismos característica de la identity politics, y han abogado por un retorno del universalismo como un horizonte desprendido de la carga metafísica que lo acompañaba durante la modernidad. Lo universal, ahora redefinido en relación con su naturaleza contingente, puede aportar una perspectiva de cambio social que no se resigne a la fragmentación de la identity politics, ni a la totalización de la modernidad. Puede, asimismo, resultar un marco útil para abordar la circulación de las obras artísticas más allá de sus fronteras ‘naturales’, así como la tensión, para los países del Tercer Mundo, entre las demandas de representación de lo particular —traducido muchas veces como lo nacional— y el espacio que se abre en los países hegemónicos a la circulación de productos culturales provenientes de otras partes del mundo. Es así que conceptos como los de world literature y world cinema resurgen en las publicaciones y en los currículos universitarios para centrarse precisamente en dichas circulaciones e intercambios interculturales. En el espacio latinoamericano, nuevas tendencias como los estudios transatlánticos, estudios hemisféricos y, más recientemente, estudios transpacíficos se interesan en problemáticas similares.
Dentro de este universo de problemas, me interesa en particular el de la redefinición de las relaciones espaciales, así como los desplazamientos y reconfiguraciones de lo local, nacional y continental. Este aspecto tiene particular relevancia para el área latinoamericana, ya que en la historia de nuestro continente la definición de lo latinoamericano por comparación y contraste con los modelos europeo y americano ha sido una constante por lo menos desde el nacimiento mismo de las nuevas repúblicas. Un modelo muy influyente de este afán comparativo lo suministra José Enrique Rodó, con la publicación en 1900 de Ariel, donde sintetiza las preocupaciones de los intelectuales de la época con respecto a la identidad latinoamericana frente al poderío emergente de Estados Unidos. También ha sido constante desde la independencia la voluntad de creación de una literatura auténticamente latinoamericana, que capte el espíritu de nuestros pueblos y ofrezca al mundo un producto único y diferenciado, y en este objetivo último proyectos como el de Andrés Bello en el siglo xix y el del boom narrativo en el xx se dan la mano, pese a las incontables divergencias respecto a en qué pueda consistir esa identidad y a la manera a la búsqueda de la ‘latinoamericanidad’, con tanto éxito que muchas de las obras que escapaban a estos parámetros eran desdeñosamente recibidas en el extranjero.
También desde temprano han aparecido voces que expresaban su desconfianza respecto a que la simple incorporación de los aspectos más externos y evidentes de la cultura local —tales como el lenguaje criollo o mestizo, la mención de flora y fauna característica de la región y otros diversos toques de ‘color local’— fuera el camino más adecuado para crear una literatura auténticamente nacional. Recordemos a Mariátegui, quien en sus 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana consideraba que un momento cosmopolita era indispensable para arribar a una literatura propia. Recordemos a los “antropófagos” brasileños liderados por Oswald de Andrade, que ya en 1928 pensaban que la absorción de la cultura occidental servía para nutrir la propia identidad y no para amenazarla. Recordemos también el famoso artículo de Borges “El escritor argentino y la tradición” (1932), donde subraya la artificialidad de la literatura gauchesca y sus giros ‘populares’, y coloca la literatura latinoamericana en la situación imposible de estar al mismo tiempo adentro y afuera de la cultura hegemónica. Borges habilita la posición lateral como una forma de entrar a lo cosmopolita, convirtiendo lo marginal en una posición privilegiada.
En esta época en que las fronteras —sobre todo las culturales— se cruzan con gran fluidez, y en que no es inusual que los individuos tengan dos o más nacionalidades tanto en sus documentos como en sus afectos, puede ser interesante mirar unas décadas hacia atrás para enfocarse en algunos casos que, ya desde entonces, resultaban difíciles de definir geográficamente. El espacio de indecidibilidad —geográfica, pero también genérica— hoy más bien frecuente en la literatura y el cine latinoamericano, ha sido siempre un espacio simbólicamente rico para la creación y el análisis.
Si la influencia e importancia de la cultura occidental en la constitución . Finalmente, con el boom latinoamericano de comienzos de los sesenta, la literatura latinoamericana adquiere presencia mundial. No hace falta insistir en la cantidad de traducciones, ediciones, artículos periodísticos y estudios académicos que generaron y siguen generando tanto los cuatro escritores del ‘núcleo’ del
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