Philip Yancey - Desilusión con Dios
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- Libro:Desilusión con Dios
- Autor:
- Editor:Vida
- Genre:
- Año:2011
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Desilusión con Dios: resumen, descripción y anotación
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PHILIP YANCEY
DESILUSIÓN
CONDIOS
Después de haber comenzado a trabajar en esta obra, me llamaron por teléfono unas cuantas personas de mi iglesia que habían oído hablar de ella. «¿Es cierto que usted está escribiendo un libro acerca de la desilusión con Dios?», me preguntaban. «De ser así, me gustaría decirle algo. No se lo he dicho a nadie anteriormente, pero en mi vida cristiana he tenido momentos de gran desilusión». Entrevisté a algunos de los que me llamaron, y sus relatos me ayudaron a marcar la dirección que tomaría este libro.
Descubrí que para muchas personas hay un gran abismo entre lo que esperan de su fe cristiana y lo que experimentan en realidad. A partir de una dieta continua de libros, sermones y testimonios personales en los cuales se prometen triunfos y éxitos, aprenden a esperar solo evidencias espectaculares de que Dios está obrando en su vida. Si no ven estas evidencias en la forma y con la frecuencia deseadas, se sienten desilusionados, traicionados, y a menudo culpables. Una señora decía: «Todo el tiempo he oído hablar de la «relación personal con Jesucristo”, pero he descubierto para mi consternación que no se parece a ninguna otra relación personal. Nunca he llegado a verlo, escucharlo, sentirlo o experimentar su presencia del modo en que esto sucede en las relaciones humanas. O hay algo que no está bien en lo que me han estado diciendo, o yo soy la que anda mal».
La desilusión aparece cuando nuestra experiencia real acerca de algo queda muy por debajo de lo que esperábamos. Por esta razón, la primera mitad de esta obra explora la Biblia con el fin de ver lo que podemos esperar en verdad de Dios. Tuve dudas con respecto a comenzar por este punto, porque sé que algunas personas, sobre todo las que se sienten desilusionadas, son poco tolerantes con la Biblia. Sin embargo, ¿qué mejor manera habría de empezar que dejando hablar a Dios mismo? Traté de librarme de ideas preconcebidas y leer la Biblia como un relato con una «trama», sin embargo, lo que hallé en ella me dejó asombrado. Era algo muy diferente al relato que me habían estado haciendo la mayor parte de mi vida.
En realidad, me di a la tarea de escribir dos libros distintos, y así lo hice; pero terminé reuniéndolos bajo la misma cubierta. El segundo libro pasa a cuestiones más prácticas de la existencia y aplica las ideas desarrolladas a situaciones reales; el tipo de situaciones que originan la desilusión con respecto a Dios. Terminé por llegar a la conclusión de que ambos enfoques debían encontrarse juntos en el mismo libro; cualquiera de los dos estaría incompleto sin el otro.
En una ocasión, mientras le explicaba mi obra a un amigo, este frunció el seño y sacudió la cabeza. «No creo que hayan tratado de psicoanalizar a Dios anteriormente», dijo. ¡Espero que no sea eso lo que estoy intentando hacer! Sin embargo, sí quiero comprenderlo mejor para saber por qué hay ocasiones en que actúa de maneras tan misteriosas … o no parece actuar en lo absoluto.
Con todo, he aquí unas palabras de advertencia. Este no es un libro de apologética, de manera que no voy a viajar por la senda de ir señalando evidencias a favor de Dios. Otros lo han hecho con eficacia; además, trato sobre dudas que son más emocionales que intelectuales La desilusión implica que se esperaba un tipo de relación que no ha llegado a formarse por algún motivo.
Tampoco voy a debatir la cuestión de si Dios hace milagros. Doy por sentado que él tiene poder sobrenatural y lo usa. Sí, Dios puede intervenir. ¿Por qué no lo hace entonces con mayor frecuencia? ¿Por qué se limita ante escépticos sinceros a quienes les gustaría creer y solo querrían tener una señal? ¿Por qué permite que la injusticia y el sufrimiento abunden tanto en la tierra? ¿Por qué las intervenciones divinas no se vuelven cosas «ordinarias” en lugar de ser «milagrosas»?
Una última advertencia: No pretendo en manera alguna presentar una visión equilibrada de la fe cristiana. Al fin y al cabo, estoy escribiendo para personas que en algún momento han escuchado el silencio de Dios. Estudiar a alguien como Job para presentarlo como ejemplo de fe es algo así como estudiar la historia de la civilización examinado solamente las guerras. Por otra parte, hay muchos libros cristianos que no hacen mención alguna de las guerras y solo prometen victorias. Este libro habla de la fe, pero la analiza a través de los ojos de los que dudan.
Finalmente, debo explicar la forma en que he decidido presentar las citas bíblicas. Me resistí a la idea de ponerlas como notas al pie de la página, o entre paréntesis dentro del texto. Ambas cosas crean una extraña manera de leer que se parece al tartamudeo. En lugar de esto, he indicado las fuentes de las citas directamente al final de cada capítulo. Los buenos detectives deberían ser capaces de rastrear el pasaje correcto.
Despierta; ¿por qué duermes, Señor?
Despierta, no te alejes para siempre.
¿Por qué escondes tu rostro?
—Salmo 44:23, 24
DIOS EN MEDIO DE LAS
TINIEBLAS
No tienes por qué sentarte afuera en la oscuridad.
Sin embargo, si quieres mirar a las estrellas,
Descubrirás que necesitas esa oscuridad.
Las estrellas no la exigen ni la demandan.
—Annie Dillar
El silencio
UN ERROR FATAL
Desde que se publicó mi libro Where Is God When It Hurts? [¿Dónde está Dios cuando sufrimos?], he recibido cartas procedentes de personas que están desilusionadas con Dios.
Una joven madre me contaba en su carta que su gozo se había convertido en amargura y angustia cuando dio a luz una hija con «espina bífida», Un defecto congénito que deja sin protección la médula espinal. En páginas y páginas de letra fina y menuda, me relataba cómo los gastos médicos se habían devorado los ahorros de la familia y cómo su matrimonio se había destruido cuando su esposo se llegó a resentir por todo el tiempo que ella le dedicaba a la niña enferma. A medida que la vida se derrumbaba a su alrededor, esta joven mujer comenzaba a dudar que hubiera creído alguna vez en un Dios amoroso. ¿Tenía yo algo que aconsejarle?
Un homosexual fue revelando su relato gradualmente en una serie de cartas. Por más de una década había buscado una «cura” para su desviación sexual; había probado los cultos de sanidad, los grupos cristianos de apoyo y los tratamientos químicos. Hasta se sometió a una especie de terapia por aversión en la que los psicólogos le aplicaban corriente eléctrica en los genitales cuando reaccionaba ante fotos eróticas de hombres. Nada funcionó. Finalmente, se entregó a una vida de promiscuidad homosexual. Todavía me escribe de vez en cuando. Sigue insistiendo en que quiere seguir a Dios, pero se siente descalificado debido a la maldición especial que pesa sobre él.
Una joven me escribió, algo avergonzada, acerca de su continuo estado depresivo. Me contó que no existe razón alguna para estar deprimida. Tiene salud, gana un buen sueldo y procede de una familia con estabilidad. Sin embargo, la mayor parte de los días, al levantarse, no puede pensar en una sola razón para seguir viviendo. Ya no le importan ni la vida ni Dios, y cuando ora, se pregunta si alguien la estará escuchando realmente.
Estas cartas, y otras que he recibido a lo largo de los años, conducen a la misma pregunta básica, aunque expresada de diversas formas. Es algo así como lo siguiente: «Su libro habla del dolor físico … no obstante, ¿qué me dice de un dolor como el mío? ¿Dónde está Dios cuando sufro emocionalmente? ¿Qué dice la Biblia acerca de esto?” Respondo las cartas lo mejor que puedo, tristemente consciente de la insuficiencia de las palabras escritas. ¿Existe acaso una palabra, alguna palabra, que pueda sanar una herida? Debo confesar que después de leer estos angustiosos relatos, yo también me hago la misma pregunta. ¿Dónde está Dios cuando sufrimos emocionalmente? ¿Por qué parece con tanta frecuencia que nos está desilusionando?
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