UN PADRE,
REFLEJO DEL PADRE
UN PADRE,
REFLEJO DEL PADRE
P. Jaime Fernández Montero
© EDITORIAL NUEVA PATRIS S.A.
José Manuel Infante 132, Providencia,
Santiago - Chile
Tels/Fax: 56 2 2235 1343 - 2235 8674
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Web: www.patris.cl
Nº Inscripción: 203.822
ISBN: 978-956-246-449-9
eISBN: 978-956-246-625-7
Presentación
Este nuevo libro, Un padre, reflejo del Padre, del P. Jaime Fernández Montero, comienza con una cita del beato Papa Juan Pablo II, en la que hace referencia a la sociedad ‘carente de padres’.
Su sucesor en la Cátedra de San Pedro, el Papa Benedicto XVI, advierte en su libro Jesús de Nazaret , que el “hombre de hoy no percibe inmediatamente el gran consuelo de la palabra ‘padre’, pues muchas veces la experiencia del padre o no se tiene, o se ve oscurecida por las deficiencias de los padres”.
Ciertamente que el P. Jaime ha estado inspirado por su maestro en la vida y servicio pastoral, el P. José Kentenich, quien sentenciaba que tiempos sin padres son también tiempos sin Dios.
Por el contrario, el fundador de Schoenstatt, al hablar de los así llamados preámbulos vivenciales de la fe, sostenía, ya en la primera mitad del siglo veinte, que “el padre humano es el más maravilloso transparente del eterno Padre Dios, y el más directo”. O como está transmitido en Niños ante Dios, también de nuestra Editorial, verdadera obra magna kentenijiana sobre la espiritualidad de la infancia: “la relación filial con un padre terrenal o carnal es el camino normal para lograr una relación filial con el Padre Celestial”.
Un padre, reflejo del Padre profundiza y complementa la literatura publicada anteriormente por Editorial Nueva Patris (así por ejemplo los libros Ser Padre Hoy. Crisis y Propuesta; y Paternidad sacerdotal, entre otros) en relación a este tema crucial para la vida del mundo.
Agradecemos al P. Jaime sus reflexiones y aportes a este renacimiento del padre.
P. José Luis Correa Lira
DIRECTOR EDITORIAL NUEVA PATRIS
Prólogo
“La sociedad que se ha instaurado en
nuestros tiempos … presenta el aspecto
de una “sociedad carente de padres” .
J. P. II XV centenario de San Benito
Entre los temas más controvertidos de nuestro siglo se encuentran aquellos que giran en torno a la familia. Al hacer un balance cultural y religioso al iniciarse el siglo XXI, después de un siglo caracterizado por los admirables avances científico-tecnológicos, sentimos que, así como se progresó extraordinariamente en el ámbito científico y tecnológico, se perdió en la encarnación de los valores que hacen la vida más humana. Esta realidad repercute hondamente en los aspectos más decisivos de la vida social. No sólo se han resentido profundamente las relaciones personales en general, sino que la célula básica de la sociedad, al adolecer cada vez más de auténticas figuras paternales, se ha deteriorado. La orfandad universal, por la que pasa el mundo moderno, es una de las manifestaciones más dolorosas de esa auténtica crisis de lo humano que experimenta nuestra sociedad. Tal como decía Juan Pablo II “la sociedad que se ha instaurado en nuestros tiempos... presenta el aspecto de una ‘sociedad carente de padres’ ”.
En estas páginas se quiere ofrecer un aporte a la reconquista de la paternidad ayudando a curar una doble herida, la de hijos que no tuvieron la experiencia de un padre y la de muchos padres que no han sabido serlo y se sienten frustrados. Se trata de un material de reflexión que recopila y ordena diversos escritos que pueden impulsar a muchos varones a embarcarse en la gran aventura de ser auténticos padres, reflejando a través del ejercicio de su paternidad el rostro del Padre de la misericordia.
El autor
Santiago, noviembre de 2010
I
La crisis de la paternidad en el tiempo actual
1º Apreciación general del fenómeno
No cabe duda de que el papel que debe jugar el padre dentro de la familia ha sufrido, en el último siglo, serios embates. Con toda razón se ha hablado de una auténtica “rebelión contra el padre”, de una “deformación y capitulación de la imagen paterna”, e incluso, de la “muerte del padre”. Esas expresiones muestran hasta qué punto la paternidad ha pasado a ser uno de los temas más controvertidos de nuestro tiempo. Cuando se analiza este fenómeno desde las ópticas de la psicología y de la sociología, se puede constatar que se ha emigrado en poco tiempo de la imagen de un padre autoritario y seguro, pasando por una forma de padre tecnócrata-productor, para desembarcar, poco a poco, en la figura del padre cesante, pero no, porque no tenga trabajo, sino porque no sabe qué hacer en su familia. Ya no tiene una tarea clara y una misión propia como cabeza y puntal de su familia. Incluso se ha debilitado aquella que tenía, casi en forma exclusiva, como sostén económico de ella. La paternidad vive hoy una etapa de desconcierto muy peligrosa, porque repercute en la progresiva desarticulación de la familia y de la sociedad misma.
1. Es fruto de un proceso histórico devastador
Mirando hacia atrás, vemos como la revolución industrial, que ha sido como el símbolo del gran salto hacia el progreso “ilimitado”, creó un estilo de trabajo tremendamente absorbente. Para poder subsistir según las nuevas reglas de la economía, a la mayoría de los varones se le obligó a pasar la mayor parte de su tiempo hábil fuera del hogar. El trabajo, dentro de una economía de corte capitalista, que se caracteriza por un marcado afán de producir más y más y de competir duramente, terminó aniquilándolo psicológicamente e incapacitándolo para asumir un papel animador y orientador en el seno de su propio hogar. La jornada laboral lo devolvía agotado y sin energía para dialogar con su familia. Así, poco a poco, su figura se fue desdibujando y debilitando. En los países que pasaron por la experiencia colectivista, la situación del padre no fue más halagüeña. El Estado asumió la función paternalista de educar a los hijos y de velar por la familia. Era también el Estado quien decidía acerca del sistema de valores con que debía orientar a los niños en su proceso de formación. Un Estado impersonal organizaba y conducía sus vidas. Al padre correspondía solamente trabajar, obedecer y producir. Por último, en la actualidad, los avances científicos incluso lo han ido desplazando en la función de engendrar hijos; algo que parecía ser primario e ineludible. Ahora se anuncia como un gran logro de la humanidad que los hijos se puedan engendrar en una probeta. En pocas palabras, durante lo que va corrido del último siglo, todo va convergiendo hacia la anulación del rol de padre y hacia la descalificación de su función social.
2. Trajo repercusiones en la figura paterna
Como consecuencia del proceso descrito, en los países más desarrollados se observó una clara tendencia a ignorar o, incluso, a ridiculizar su imagen. A partir de la década de los años treinta se hizo un esfuerzo consciente por situarlo al nivel de un simple amigo y camarada sin una auténtica autoridad; pero se terminó ridiculizándolo. En muchos comics, especialmente en los Estados Unidos, apareció como un personaje digno de lástima. Cuando mucho, se le empezó a presentar como un viejo bonachón, algo torpe y “metedor de pata”. Gran parte de la juventud de países del primer mundo y de América del Norte comenzaron a percibir al padre como una amenaza; era símbolo de restricción, una fuente de humillación y dependencia y, por esa razón, había que liberarse de él lo antes posible. Es así como la imagen paterna se fue vinculando a lo anticuado, altanero, explotador, aguafiestas y amargado. Este cuadro negativo comenzó a repercutir también en el ámbito latino. El resultado de todo este proceso ha conducido, según el P. José Kentenich, no solamente a una decadencia de la figura del padre, sino también a la consiguiente orfandad de nuestro tiempo.
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