LA HISTORIA DEL PADRE KENTENICH
P. HERNÁN ALESSANDRI MORANDÉ
Recapitulación y traducción
de textos autobiográficos del P. Kentenich:
P. JUAN PABLO CATOGGIO
Poemas:
P. JOAQUÍN ALLIENDE LUCO
Nº INSCRIPCIÓN: 108.545
ISBN: 978-956-246-198-6
eISBN: 978-956-246-575-5
© EDITORIAL nueva PATRIS S.A.
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SANTIAGO, CHILE
primera edición: Mayo, 1999
segunda edición: junio, 2002
Tercera edición: Mayo, 2009
padre
J osé de María,
padre, tan alto
y tan azul de lago entre la nieve,
padre cargado de lluvia, nube,
padre, árbol, mástil de los nidos,
padre, mar siempre, profecía de mar,
fuego de uvas rojas,
música de fruto y fiesta del hijo,
padre, roca fiel,
agua de alegría,
viento, puño fuerte del Espíritu,
fruto del fruto de la Entraña,
muro de misericordia,
padre, montaña roja, padre.
P. Joaquín Alliende L.
INTRODUCCIÓN
HACIA EL ENCUENTRO CON LA PERSONA DEL PADRE KENTENICH
E L P. Kentenich es un hombre de importancia histórica, su mensaje es para siglos. Por eso lo comparamos con hombres que han tenido una importancia secular. Con san Agustín, san Bernardo, san Ignacio.
San Agustín y san Benito no sólo codecidieron esencialmente la historia de la Iglesia; también fueron los padres de la cultura medioeval; fueron los padres de diez siglos de la historia del mundo y de la Iglesia. San Ignacio también fue un hombre que impregnó la historia, mucho más allá de las fronteras de la Iglesia. Nosotros también creemos que el P. Kentenich es un hombre que se sitúa en esta dimensión, que repercutirá por siglos y no sólo en la historia de la Iglesia, sino también más allá de sus fronteras, porque la Iglesia realiza su pleno sentido al ser el alma del mundo.
Dios quiso escoger al P. Kentenich como fuente de gracias para todos aquellos que le regalaría como hijos. Guiados por este convencimiento, queremos encontrarnos con la persona de nuestro Padre fundador.
I. NUESTRO PUNTO DE PARTIDA: la PERSONALIDAD FILIAL-PATERNAL del p. kentenich
1. Tres frases reveladoras
P artiremos de tres frases según las cuales el P. Kentenich se definió a sí mismo. Son tres afirmaciones circunstanciales, en el recuerdo de distintas personas, que nos ayudarán a un posterior análisis.
Veamos la primera frase.
Estando el P. Kentenich en Milwaukee, alguien le preguntó con qué palabras podría definirse a sí mismo. El contestó:
“Con una sola: Padre. Es el sentido de mi vida, ser siempre padre y sólo padre”.
Por eso queremos encontrarnos con él siguiendo su historia como la historia del crecimiento de una extraordinaria paternidad, viendo cómo en su vida se fue desarrollando esta gracia de la paternidad que Dios le concedió y que él mismo sentía como núcleo de su personalidad y, también, de su misión.
Nosotros acostumbramos a decir que el P. Kentenich fue un gran profeta, pero para él la palabra que lo resumía todo era: padre. El veía la dimensión profética incluida en su tarea de padre. Se sentía un hombre llamado por Dios para transmitir vida a la Iglesia y al mundo de hoy. Y su función de profeta era un aspecto de esa tarea de transmisión de vida. Para que los hombres tuvieran vida, debía anunciarles los problemas que él veía y por qué caminos se llegaba a la vida. Pero lo central para él era dar vida, al igual que Cristo. Cristo vino a la tierra, como dice san Juan, para que los hombres “tengan vida en abundancia”. (Jn 16)
Hay también una segunda frase muy importante. El P. Bezler me contó una vez que llevó al Padre fundador en su automóvil. Este estaba lleno de paquetes y de bultos, pues se dirigía a un campamento. Cuando partieron, las cosas se vinieron encima del P. Kentenich y le aplastaron en el asiento contra la parte de adelante del auto. El P. Bezler, avergonzado por lo sucedido, se disculpó y empezó a arreglar las cosas. “No te preocupes”, le dijo el P. Kentenich. “Pero, Padre, usted va tan incómodo”, le contestó el P. Bezler. El P. Kentenich replicó:
“Estas cosas no me afectan. ¡Tú no sabes hasta qué punto yo soy niño, hasta qué punto yo me acomodo a todo!”.
Al P. Bezler, miembro importante del Movimiento de Schoenstatt en Alemania, se le quedó grabada la forma en que el P. Kentenich le dijo: “¡Tú no sabes hasta qué punto yo soy niño!”. Esto muestra otro rasgo de su corazón. El era padre frente a los hombres, pero frente a Dios se sintió siempre como el niño más pequeño.
Citaremos todavía una tercera frase suya. En noviembre de 1958, el P. Kentenich celebró su cumpleaños en Milwaukee y la Familia de Schoenstatt se había reunido en el Santuario. Allí dio una plática muy hermosa en la cual se refirió al sentido de su vida. Dijo:
En las semanas pasadas escuchamos algunas veces la palabra que Dios dirigió al profeta Isaías: “Antes de haber sido formado en el seno materno te elegí y te llamé por tu nombre: tú eres mío” (cfr. Jer 1, 5; Is 49, l; 43, l), Estas palabras se adecúan especialmente a este día, a esta celebración que hoy nos congrega aquí, en el Santuario. ¿Qué significa: “te llamé por tu nombre, tú eres mío”?
En primer lugar significa que Dios me llamó a la vida. Creemos que Dios, hoy hace 73 años, habló de esta manera. El dijo: “¡Yo te llamé de la nada a la vida!”. Hace 73 años me llamó por mi nombre, diciendo: “Tú eres mío! Mío eres tú, con tu originalidad y tu misión original…”
Si preguntáramos a San Pablo cuál era su misión, entonces nos diría: “Se me confió la misión de anunciar al mundo el misterio de Cristo, el Redentor, el Mediador, la Cabeza del Cuerpo Místico”. Espontáneamente nos preguntamos ahora: ¿Cuál fue la misión que se me confió hace 73 años? Teniendo presente el ejemplo de San Pablo puedo decir: ¡Mi misión fue y es anunciar al mundo el misterio de María! Mi tarea es proclamar a la Santísima Virgen, revelarla a nuestro tiempo como la Colaboradora permanente de Cristo en toda su obra de redención y como la Corredentora y Mediadora de las gracias. Revelar a la Santísima Virgen en su profunda unión con Cristo, en bi-unidad con él, y con la misión específica que ella tiene desde sus Santuarios de Schoenstatt para el tiempo actual. (P. Kentenich, Alocución en su cumpleaños, 16.11,1958 )
El Padre fundador veía el sentido de su vida y se veía a sí mismo como un heraldo de las glorias de María, como un trovador de las glorias de María.