M EGGAN WATTERSON es la autora de Reveal, The Sutras of Unspeakable Joy [Los Sutras de la alegría indescriptible] y El oráculo divino femenino , y es coautora de Cómo amarte a ti mismo (y a veces a los demás). Es teóloga y feminista. Tiene un máster de Estudios Teológicos otorgado por la Universidad de Harvard y otro por el Seminario Teológico Unido de la Universidad de Columbia. Meggan es facilitadora de REDLADIES, una comunidad de amor radical donde predica sobre mujeres santas, místicas, gurús y poetisas que nos inspiran y nos enseñan a vivir al servicio del amor. Ofrece retiros y talleres sobre lo divino femenino, María Magdalena y la meditación de la voz del alma. Su trabajo ha aparecido en The New York Times , Fortbes , The Huffington Post , y Marie C laire , entre otros. Vive con su hijo, un alma vieja, y con Bob , su exuberante pez de colores.
INTRODUCCIÓN
El ojo del corazón
(Faltan las páginas 1-6)
María 1: 1
E n el Evangelio de María Magdalena faltan las primeras páginas. Esas son las palabras que no podemos recuperar, esa es la sabiduría, la voz de Cristo expresada desde el corazón de una mujer, palabras que fueron arrancadas y probablemente destruidas antes de enterrar el resto de su evangelio. Había algo tan incendiario en esas primeras seis páginas que su evangelio comienza en la séptima.
Y hay algo poético en relación con todo esto, ya que de acuerdo con el Evangelio de María el siete es el número de las etapas que debemos atravesar, o de las potestades a las que tenemos que confrontarnos dentro de nosotros mismos, para alcanzar la claridad o singularidad del corazón que nos permite ver algo más real, duradero e infinito más allá del ego de nuestras pequeñas vidas, algo que ya existe aquí, en nuestro interior.
Se han recuperado tres copias del Evangelio de María, dos en griego y una en copto. En esas tres versiones de su evangelio también faltan las páginas iniciales, y cuatro más en la parte central del texto. Y esas cuatro páginas contendrían la respuesta a lo que creo que es una de las preguntas más significativas que se hayan planteado jamás. María le pregunta a Cristo:
«Entonces, Señor, aquel que tiene una visión ¿la ve con el alma o con el espíritu?».
Todo lo que tenemos de su respuesta es este inicio provocador y sin embargo enigmático:
«El Salvador respondió: ‘‘Una persona no ve con el alma ni con el espíritu. Es más bien el intelecto, que existe entre ambos, el que tiene la visión y es el que...’’».
«Intelecto» no es aquí el moderno concepto dualista que conocemos hoy en día. No es un intelecto vacío de cuerpo. Es una palabra que resulta difícil traducir del griego. Es mejor mantenerla en este idioma, aunque la primera vez que me topé con ella pensé que era un vocablo francés. La palabra es nous . Nous en francés significa ‘nosotros’. Nous en griego significa ‘el ojo del corazón’. Es la visión, o la percepción, del alma.
Nuestra forma de ver las cosas lo cambia todo. Y aquí hay mucho en juego, y por este motivo nos corresponde a nosotros responder la pregunta que ella le hace a Cristo. Y quizás también por eso la respuesta a su brillante pregunta fue arrancada de su evangelio, porque nos hubiera revelado que percibimos lo divino directamente, desde nuestro interior.
Lo que está en juego es la autoridad espiritual. Y al decir esto me refiero a la lucha para determinar quién tiene el poder para contar la historia de María Magdalena, y posteriormente la autoridad para decir la verdad sobre nuestra propia historia.
Si nosotros no vemos a través de la vista, si realmente vemos a través de una visión –una forma de percepción espiritual que nos permite conocer lo que es real, lo que es perdurable, lo que es realmente verdadero–, si todo esto procede de nuestro interior, entonces nadie tiene poder sobre nosotros.
Es simple, ¿verdad?
Sí, simple y sencillamente revolucionario.
Para mí, estas siete potestades del Evangelio de María sirven como un modelo de lo que significa ser humano. Es como si nos dieran un mapa de carreteras para recorrer el territorio interior. Aquí están las siete rutas que el ego puede seguir (y muy probablemente seguirá) mientras te encuentras en el cuerpo físico. Aquí están los lugares en los que los seres humanos nos quedamos bloqueados. Estos son los «climas», los estados mentales que pueden obligarnos a actuar de formas que no muestran quiénes somos en realidad. Estas son las potestades que pueden silenciarnos desde el interior de nosotros mismos.
Imagino que esta historia que estoy a punto de narrar es lo que los eruditos religiosos denominarían una «historia de conversión». El Evangelio de María me convirtió, o quizás sería mejor decir que su evangelio me ayudó a comprender por qué nunca me sentía como en casa en un cristianismo que lo excluía.
Desde una perspectiva teológica, el Evangelio de María Magdalena se considera una «narrativa ascendida», lo que significa que describe un camino que debemos recorrer para liberar el alma; no en el momento de morir sino aquí en la vida. Sin embargo, la palabra ascendida resulta confusa pues parece indicar que la imaginación se dirige inmediatamente hacia arriba. Sugiere trascendencia. De acuerdo con el Evangelio de María, la ascensión es más exactamente un descenso hacia el corazón; de manera que lo más lejano de allá arriba es en realidad lo más profundo que hay dentro de nosotros.
Para mí, encontrar la voz de María Magdalena significó recuperar mi propia voz. Por este motivo he pasado la mayor parte de mi vida estudiando su evangelio y siguiendo su leyenda a través de la historia. Tengo la esperanza de que al compartir su voz en este libro, tú serás capaz de escuchar la voz de tu propia alma. (Sé que esto puede parecer algo demasiado elevado y tal vez incluso intimidatorio, pero se trata simplemente de esa clara, serena y discreta voz llena de amor que hay en ti).