Maximiliano Tomas
¿Que leer?
Una guía de lecturas para los amantes de los libros
Reservoir Books
Tomas, Maximiliano
¿Que leer?. - 1a ed. - Buenos Aires : Reservoir Books, 2015
(Reservoir Narrativa)
EBook.
ISBN 978-987-3818-09-7
1. Ensayo Argentino. I. Título
CDD A864
Edición en formato digital: julio de 2015
© 2015, Penguin Random House Grupo Editorial
Humberto I 555, Buenos Aires.
Diseño de cubierta: Peter Tjebbes
Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni registrada en, o transmitida por, un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin permiso previo por escrito de la editorial.
ISBN 978-987-3818-09-7
Conversión a formato digital: Libresque
www.megustaleer.com.ar
Introducción
Este es un libro que habla sobre libros para los amantes de los libros. Mi idea es que se pueda leer de muchas maneras. Como una guía orientativa de lecturas contemporáneas. Como una compilación de críticas. O como una serie de intervenciones en el campo literario. También, por qué no, como el resultado o la síntesis de una década en la que tuve la oportunidad de escribir, una vez por semana y casi sin interrupciones, sobre las cosas que iba leyendo por razones personales y profesionales. Todo libro debería contener la posibilidad de ser otros, o de deparar, al menos, diversas experiencias de lectura. Espero que este sea uno de ellos.
Uno no lee siempre lo que quiere. Uno lee, si ha tenido que ocuparse de otras cosas en el medio, como ganarse la vida o criar hijos, lo que puede. Durante la última década mis trabajos han estado relacionados con los libros y la literatura. Como editor, como antólogo, como director de suplementos culturales y páginas web, como docente, como crítico. Muchas de las lecturas que hice surgieron de esas experiencias profesionales. Tal vez por eso, porque mi trabajo cotidiano tiene que ver con lo que para otros es una experiencia ociosa, espontánea o placentera, con el correr del tiempo, en reuniones familiares o de amigos, la gente empezó a hacerme muchas veces una misma pregunta: ¿qué puedo leer? Pero ¿cómo determinar qué debe leer otro? ¿Acaso poniéndose en su lugar? ¿Intentando descifrar sus gustos o preferencias? El requerimiento siempre tuvo algo de incómodo, y con los años, para evitar convertirme en un recomendador de libros (esa especie de vendedor de autos usados de la literatura), mi respuesta fue tratar de escribir de forma honesta y contundente sobre esas lecturas que iba haciendo, es decir, convertirme en un crítico literario. Este libro es, entre otras cosas, el resultado del intento de responder a esa demanda por escrito.
A la hora de releer cientos de columnas, y de descartar muchas de ellas, fue surgiendo la organización interna de este libro. No hay aquí, por razones obvias, textos sobre clásicos literarios. Nadie necesita que le hablen (o al menos que le hable yo) de las bondades de El Quijote, Ana Karenina, La metamorfosis, En busca del tiempo perdido, Ficciones. Todos los libros sobre los que escribí aparecieron en el transcurso de los últimos diez años en la Argentina, y casi todos pueden encontrarse sin dificultades en cualquier librería. El orden (Literatura argentina, Extranjera, Ensayos) tiene que ver con la que consideré que podía ser la manera más sencilla para un lector curioso e inquieto, pero no necesariamente especializado o profesional. Me pareció una suerte de obligación ética incluir algunos textos en los que se hable sobre libros que, por una u otra razón, no habían colmado mis expectativas (en el apartado “Qué no leer”). Y también agregué una serie de intervenciones sobre el estado actual del campo literario, la industria editorial y el periodismo cultural (“Ampliación del campo de batalla”).
Cualquier lector atento notará que muchos de los textos no tienen el formato típico de las reseñas periodísticas o de las críticas literarias de corte académico. Eso se debe, sencillamente, a que por un lado mi formación universitaria no estuvo vinculada a la carrera de Letras (estudié Periodismo e Historia) y, por el otro, a que creo que los límites de lo que suele llamarse periodismo cultural son todavía demasiado estrechos. Estos artículos hablan siempre sobre un libro en particular, pero están cruzados por vivencias personales, anécdotas, reflexiones y opiniones sobre el contexto en el que cada uno de ellos apareció. Como resultado, a veces se asemejan a reseñas, otras a comentarios, pero me gusta pensar que en la mayoría de los casos son algo así como breves ensayos narrativos un poco deformes, que expresan, de una manera oblicua pero discernible, un juicio valorativo sobre una lectura.
Trabajar en esta compilación me reveló, finalmente, una voluntad personal de sistematizar lecturas y opiniones (editar antologías, organizar festivales literarios, dirigir proyectos culturales, escribir crítica y columnas) cuyo sentido había permanecido velado para mí mismo todo este tiempo. Descubrí que pocas cosas me interesan más que trabajar sobre el cuerpo de la literatura desde el lugar del editor o del crítico. Desde hace un tiempo está de moda llamar a este proceso “curaduría”, y a su responsable “curador”. A mí me parece más exacto y menos pretencioso seguir hablando de “lector”. Ojalá el círculo se cierre, entonces, y este libro llegue a mano de otros tantos lectores.
M AXIMILIANO T OMAS
FICCIÓN
L ITERATURA ARGENTINA
NOVELAS
Mentira la mentira, mentira la verdad
Una vez escuché a un editor periodístico, que en ese momento dirigía una importante revista de actualidad, jactarse de que no leía novelas ni las iba a leer jamás. No tenía tiempo para perder, era su argumento, con libros cuyo contenido no fuera verdad. Aunque no lo crean, puedo dar fe de que el tipo iba en serio. En su descargo, digamos que en otra ocasión escuché palabras parecidas, repetidas por una chica joven, referidas a las películas de ciencia ficción: quería decir, imagino, que no le interesaba nada que no hubiera sido filmado según los códigos del más estricto realismo. Dejando de lado los prejuicios del primer caso, y cierta candidez del segundo, lo cierto es que el planteo de fondo tiene su historia, y no son pocos los teóricos que han reflexionado sobre el concepto de verdad en la ficción.
No es algo que pueda resolverse, por supuesto, en el espacio de una columna. Terry Eagleton, por ejemplo, le dedica al asunto un tercio de su último libro, El acontecimiento de la literatura, cuando habla de la “naturaleza de la ficción”: “Tolstói nos cuenta que Napoleón invadió Rusia y es verdad que lo hizo; pero en virtud de que se la llama novela, Guerra y paz también nos invita a imaginar el hecho, a incorporarlo a un universo de ficción”. Pero existe el célebre epigrama de Franz Kafka: “La literatura es siempre una expedición a la verdad”. Y también aquella frase de Alfonso Reyes: “La literatura, una mentira práctica, es una verdad psicológica. Hemos definido la literatura: la verdad sospechosa”.
Hay escritores, entonces, que narran el funcionamiento de una sociedad, de una mente, de una relación sentimental, y allí podrá haber o no cierta verdad. Hay escritores cuyas ficciones se anticipan a la realidad histórica y se hablará entonces de intuición intelectual, de imaginación prospectiva, de premoniciones, y también habrá verdad. Es lo que señalaba Ricardo Piglia cuando aseguraba que Roberto Arlt había captado el núcleo secreto de la sociedad argentina, y que por eso sus novelas parecían no perder actualidad. “La ficción trabaja con la verdad para construir un discurso que no es ni verdadero ni falso. Que no pretende ser ni verdadero ni falso”, señala en el libro de entrevistas