Lo que quiero es comprender.
del proceso de comprensión.
las mujeres de filosofía.
Hay una enseñanza ética en la obstinación de Norma Morandini en distinguir entre el dolor personal y la historia colectiva, la cólera y la venganza. Y una semilla de esperanza: el abrazo de un encuentro casual, los diálogos sinceros entre enemigos del pasado que ahora saben escucharse y respetarse. Lo que hace de este pequeño libro un gran aporte a la democracia de los argentinos.
Nació en Córdoba, Argentina. Estudió Medicina, Psicología y Periodismo en la convulsionada universidad de los setenta. En las vísperas del golpe militar de 1976 se mudó a Buenos Aires, ciudad en la que trabajó como periodista hasta que el secuestro de sus hermanos menores, Néstor y Cristina, la expulsó al exilio. Vivió en Portugal y España, donde trabajó en una de las revistas emblemáticas de la época, Cambio 16, de la que fue luego corresponsal sudamericana con asiento en Brasil. Testimonió como cronista el pasaje del autoritarismo a las democracias nacientes en la región. Cubrió el histórico Juicio a las Juntas para el diario O Globo de Brasil. Desde entonces se involucró en la defensa de los derechos humanos como integrante de Poder Ciudadano y Periodistas. Es autora de Catamarca, La gran pantalla, El harén, De la culpa al perdón, ¿Algún cordobés? y La mala bestia. Tras la debacle institucional de 2001, decidió cambiar la pluma de la escritura por la tribuna de legisladora. Fue diputada por Córdoba entre 2005 y 2009 y senadora hasta 2015. Dirigió el Observatorio de Derechos Humanos del Senado de la Nación, y colabora con la sección Opinión de los diarios Clarín, La Nación y El País de España. En 2010 recibió la Pluma de Honor concedida por la Academia Nacional del Periodista y el premio a la trayectoria de la mayor organización de diarios de Argentina, ADEPA. En 2021 fue integrada a la Academia Nacional de Periodismo de Argentina.
Otros títulos de la autora en penguinlibros.com
Morandini, Norma
Silencios / Norma Morandini. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Sudamericana, 2022.
(Biografías y Testimonios)
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-950-07-6700-2
1. Memoria Autobiográfica. I. Título.
CDD 920.72
Fotografías de cubierta e interior: Los hermanos Morandini. Álbum familiar.
Diseño: Penguin Random House Grupo Editorial / Raquel Cané
Edición en formato digital: abril de 2022
© 2022, Penguin Random House Grupo Editorial, S. A.
Humberto I 555, Buenos Aires
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ISBN 978-950-07-6700-2
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UN CAMINO INVERSO
Prefacio
Si, como escribió Jorge Luis Borges, el prólogo es el tránsito entre el silencio y la voz, hice el camino inverso: después de mucho hablar, necesité callar. Hacer silencio para volver al principio, luego de años de pluma y tribuna, de textos para ser leídos en la prensa, en el recinto, en los platós de la televisión o en los micrófonos del decir público, vedados a las mujeres hasta no hace mucho tiempo. Puedo entender al abate Dinouart, que en 1771 escribió: “El hombre nunca se posee más que en el silencio”. O más cercano en el tiempo al poeta brasileño Eucanaã Ferraz: “De la soledad nace el silencio”.
La ausencia de palabras fue la fuente en la que buscaron inspiración filósofos, escritores, místicos y eruditos para convertir en lenguaje la experiencia humana de la interioridad en su relación con Dios. En mi caso, inicialmente, no fue plegaria ni mantra. Necesité escuchar la mudez que se expresaba en el mundo. Lo que vivía acallado, lo que se escondía o simulaba de un tiempo en el que el silencio se nos impuso como terror y asesinó a la verdad. Entonces no sabía que ese lenguaje carente de sonidos llenaba de sentido a las palabras que nacían de esa mudez. Fue un intento personal, con ayuda de otros que indagaron en esa situación extrema de vivir aterrados.
Las dictaduras tratan de expropiar nuestro destino individual para convertirlo en destino de masas. El escritor húngaro Imre Kertész, Premio Nobel de Literatura y sobreviviente de Auschwitz, sabía que el único medio que tenemos para reapropiarnos de nuestra existencia es tomar conciencia de la experiencia vivida bajo el terror y asimilar como propia cada una de las situaciones que nos permitieron sobrevivir. Hacia afuera, el mundo que compartimos con los otros. Hacia adentro, habitarnos con los ojos abiertos.
Tomo prestada la idea del filósofo Santiago Kovadloff: nos tornamos seres libres en el instante en el que entendemos que las raíces de nuestra misteriosa singularidad humana se hunden en la conciencia que recoge ese silencio. Solo la subjetividad —ese yo personal tan desdeñado por los que repiten dogmas— nos abre a la intuición, donde late la verdad. En mí confluyen la cronista que debió relatar un tiempo dramático de la Argentina con la mujer cuya historia personal se diluía en la tragedia de los que habían vivido en las cavernas. Una madre de pañuelo blanco, mis dos hermanos menores —Néstor y Cristina, presos desaparecidos el 18 de septiembre de 1977—, mi vida en el exilio, mi memoria y mi obsesión democrática fueron y son mi justificativo personal, la razón de mis reflexiones.
El Juicio a las Juntas, iniciado en 1985, fue un hecho excepcional y extraordinario. Se realizó sin que hubieran transcurrido largos años. La distancia temporal con respecto a lo que se juzgaba era inexistente. La reconstrucción del pasado se hacía en un momento en el que la sociedad quería huir hacia adelante para despojarse de la mortaja del terror. Yo vivía con el paso cambiado. Había regresado del exilio, donde había ejercido el periodismo en libertad, y me interné en un tiempo del que pocos querían saber. Fui una espectadora de la gran tragedia que se escenificó en la solemne sala del tribunal. Mi actividad como cronista me obligaba a silenciar mi propia intimidad. Nunca puse el rostro de mis dos hermanos en los testimonios que escuché. Fue una protección personal y una exigencia profesional. Había sido contratada para cubrir el juicio en calidad de periodista, no por tener desaparecidos en la familia.