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Brasilia (DF) – Brasil
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ISBN edición impresa: 978-85-98161-50-1
ISBN edición digital: 978-85-7945-077-8 (ePub)
Título del original portugués:
E A VIDA CONTINUA...
(Brasil, 1968)
Traducción de Marta Haydee Gazzaniga
Proyecto gráfico: Rones Lima
Versión digital y portada: Luciano Carneiro Holanda
Foto de portada: www.sxc.hu/claudmey’s
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CONSEJO ESPÍRITA INTERNACIONAL
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Edición autorizada por la Federación Espírita Brasileña.
Datos internacionales para catalogación en la publicación (CIP)
L979 Luiz, André (Espíritu).
Y la Vida Continúa– / dictado por el Espíritu André Luiz ; [psicografiado por] Francisco Cândido Xavier ; traducción de Marta Haydee Gazzaniga. – Brasilia (DF), Brasil : Consejo Espírita Internacional, 2010.
264p. ; 21cm – (La Vida en el Mundo Espiritual ; 13)
Traducción de: E a Vida Continua...
ISBN 978-85-98161-50-1
1. Ficção espírita. 2. Obras psicografiadas. I. Xavier, Francisco Cândido, 1910-2002. II. Título.
CDD 133.93
CDU 133.7
Y la Vida Continúa...
Amigo lector:
Nada de lo que acá hemos escrito para ti, tiene la intención de presentar o recomendar a André Luiz, amigo que se hizo acreedor de nuestra simpatía y reconocimiento por las páginas consoladoras y edificantes dirigidas al Mundo Físico, que ha estado enunciando desde el Mundo Espiritual.
Sin embargo, es conveniente que te advierta que en materia de vida “post-mortem”, en este libro expone informaciones diferentes a las que él mismo recogió en “Nosso Lar”, establecimiento al que arribó después de su desencarnación.
Si bien los personajes que se mencionan en este relato –todos ellos personas auténticas, cuyos nombres fueron por lógica cambiados para no herir a corazones amigos que se encuentran en la Tierra – han tenido, como ya hemos dicho, experiencias muy diferentes a las que caracterizan la senda transitada por el propio André Luiz en sus primeras épocas en la Espiritualidad, es oportuno considerar que los grados de conocimiento y responsabilidad varían hasta el infinito.
Así es que, para los habitantes del Más Allá, los proyectos de existencia se individualizan de muy diferentes maneras, y la vida se especifica, invariablemente, según la posición mental en que cada uno se coloca.
Es razonable que ocurra de ese modo.
Cuanto más amplia sea la cultura de un Espíritu encarnado, más dolorosos serán para él los resultados del tiempo perdido. Cuanto más rebelde se manifieste la criatura humana para con la Verdad, más aflictivas se le revelarán las consecuencias de su propia obstinación.
Por otra parte, debemos tener en cuenta que la sociedad, cuando se traslada hacia el otro lado de la muerte, lleva consigo los reflejos de los hábitos a los que era afecta en el mundo.
Los desencarnados de una ciudad asiática no son compatibles en lo inmediato, con las costumbres y las realizaciones de una ciudad occidental y viceversa.
La edificación espiritual con cualidades de dignidad no puede prescindir de la cooperación del servicio y del tiempo, dado que no hay registros de apresuramientos ni de violencia en los Ámbitos Divinos que supervisan el Universo.
Para no extendernos en observaciones dispensables, ratificamos tan sólo que también hemos de encontrar aquí, después de la gran renovación, nuestro propio retrato espiritual en las situaciones que hayamos forjado, que habrán de premiarnos mediante el bien que produzcan o nos exigirán correcciones por el perjuicio que determinen.
Al leer este nuevo libro de André Luiz, hagámoslo con la certeza de que descubriremos en sus páginas numerosos fragmentos de nuestra propia historia, en el tiempo y en el espacio, que nos demandarán meditación y autoexamen, a fin de que aprendamos que la vida adaptada a las leyes de Dios, continúa plena de esperanza, trabajo, progreso y logros en todos los distritos de la Vida Cósmica.
Emmanuel
Uberaba, 18 de abril de 1968.
[] Nuestro Hogar, André Luiz. (Nota de Emmanuel.)
[] Gran renovación: Se refiere al trance de la desencarnación, cuando el alma abandona el cuerpo y reingresa temporariamente en el Mundo Espiritual. En general, por falta del adecuado conocimiento, erróneamente lo llamamos “muerte”. (N. de la T.)
Homenaje
Reverenciamos el Primer Centenario
de “La Génesis”, de Allan Kardec.
André Luiz
Uberaba, 18 de abril de 1968.
1
Encuentro inesperado
El viento jugaba con las hojas secas de los árboles cuando Evelina Serpa, la Señora Serpa, decidió sentarse en el banco que delante de ella parecía invitarla al descanso.
En la plaza adornada con jardines, transcurría silenciosa la tarde templada.
Eran escasos los turistas en ese sitio del estado minero, durante aquella segunda quincena de octubre. Y entre esos pocos se encontraba ella, acompañada por una gobernanta que se había quedado en el hotel.
Se había apartado del bullicio hogareño con ansias de soledad.
Quería pensar. Para eso precisamente se refugió bajo la cobertura verde del follaje, dedicada a la contemplación de las pequeñas filas de azaleas en flor, que presuntuosas anunciaban la estación primaveral.
Ubicada a corta distancia del espeso ramaje de los arbustos, dio alas sueltas a sus reflexiones...
El médico, protector, le había aconsejado que se fortaleciera y descansara, como paso previo a la intervención quirúrgica que la aguardaba. Y mientras hacía un balance de las ventajas y los riesgos de la operación prevista, permitía que los recuerdos de su breve existencia desfilaran por su cerebro.
Se había casado seis años antes.
Al principio todo parecía una excursión en una nave dorada sobre aguas azules. El esposo, la felicidad. En el segundo año posterior al enlace llegó el embarazo cariñosamente esperado, pero con el embarazo se hizo presente la enfermedad. Se descubrió que su cuerpo era deficiente. Los riñones revelaron no ser aptos para soportar sobrecargas de actividad y el corazón bien podía compararse a un motor que amenazaba con dejar de funcionar. Los ginecólogos consultados estuvieron a favor del aborto terapéutico y, si bien la pena de la pareja era inmensa, el hijo en gestación fue arrancado del seno materno igual que una tierna avecilla es expulsada del nido.
A partir de entonces el viaje de la vida se transformó para ella en un sendero de lágrimas. Caio, el esposo, cortés pero sin mayor interés afectivo, pasó a ser un simple amigo. Se había deslizado fácilmente hacia el influjo de otra mujer, una joven soltera cuya inteligencia y vivacidad Evelina podía apreciar por las esquelas que el marido dejaba olvidadas en los bolsillos, con frases ardientes y besos estampados en el papel con sus labios humedecidos de carmín.
La soledad y el desencanto que padecía en su casa tal vez fueran los factores desencadenantes de las terribles crisis de opresión, que sufría con cierta frecuencia en la zona cardíaca. En esas ocasiones sentía náuseas, dolores punzantes de cabeza con sensación de frío generalizado, acompañados de impresiones de quemazón en las extremidades y aumento considerable de la presión arterial. Cuando alcanzaba el paroxismo de la angustia consideraba que estaba al borde de la muerte. A continuación venía la mejoría, para caer días más tarde en la misma situación de crisis, bastando para ello que los contratiempos con el esposo se repitiesen.
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