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SINOPSIS
¿Por qué un empleo precario exige tanto currículum, pero hay dirigentes sin haber trabajado fuera de la política? ¿Por qué un político sin experiencia termina en el consejo de administración de una eléctrica? ¿Por qué hay clientelismo en la sociedad premiando más la servidumbre que la valía?
¿Cómo puede un magistrado relacionado con la corrupción llegar a miembro del Tribunal Constitucional? ¿Por qué hay inviolables, aforados, prescripciones, retrasos y dobles varas de medir en la Justicia? ¿Por qué una pandemia polariza tanto a la sociedad? ¿Gestionan los mejores nuestra Sanidad? ¿Por qué tantas promesas políticas incumplidas? ¿Vende más el relato que la gestión? ¿Por qué hay temas intocables o se pasa de puntillas en los grandes medios? ¿Qué hacemos para mejorar?
JESÚS CINTORA
NO QUIEREN QUE LO SEPAS
Para Rocío .
¡desperta!,
prontamente que xa a aurora ,
que xa aurora o monte aluma ...
ROSALÍA DE CASTRO
AIRE FRESCO
Los hay tan cegados por el poder que cometen viles actos por ello. Lo vemos en la política, en los medios de comunicación, en la empresa, en la sociedad, en la vida. Los hay obsesionados por seguir en el machito, por tener más, porque nadie les haga sombra. Hay muchas personas buenas en este mundo que viven sus vidas o lo intentan, pero basta la maldad de unos cuantos que estén rigiendo los designios de este mundo para intentar estropearlo y manchar lo bonito con injusticias. Son esos mismos seres despreciables, capaces de imponer, de traicionar y de eliminar obstáculos en su camino, los que quisieran que la verdad fuera solo la suya, pero nuestro deber como seres humanos es reivindicar nuestra libertad y no renunciar a ella. Y, como personas libres, somos testigos. Este libro es, simplemente, una mirada al mundo que vivimos. Digo una mirada porque en el mundo hay muchas. Esta es la mía, que mientras se mantenga despierta estará dispuesta a observar, honestamente, lo bueno, lo malo y lo regular que nos rodea. Eso no lo pueden evitar. Estar despierto es estar vivo y si, además, es con salud, ya es mucho.
Escribir las páginas de este libro es un acto feliz y saludable que comparto. La belleza está también en compartir y en tratar de mejorar cada día. Quizá la primera etapa para mejorar lo presente es siempre analizar la realidad con sinceridad y con propósito de enmienda. Yo deseo lo mejor para este mundo, hoy y mañana. Por eso lo comento con sentido crítico.
Solo los cínicos, los egoístas o los estómagos agradecidos suelen decir que todo está bien y que llueve cuando les mean. Que este libro sea lluvia fina para ellos. Y, para nosotros, que sea frescura contra la sequía, que falta hace.
SOLO POR UN DÍA
El mundo podría ser más tranquilo, pero va tan deprisa y puede ser tan convulso que, solo en un día, en apenas veinticuatro horas de un miércoles de marzo de 2022, teníamos un cóctel tan agitado que nos mostraba la atormentada realidad de un plumazo. Una pandemia de coronavirus superaba, tras algo más de dos años, los 100.000 muertos en España, según las cifras oficiales. Se hablaba de «tercera guerra mundial» mirando al conflicto de Rusia y Ucrania. El presidente español, Pedro Sánchez, rectificaba anunciando que enviaba «armas ofensivas» para los ucranianos.
En Unidas Podemos y sus confluencias mostraban sus desavenencias internas porque Yolanda Díaz, presumible candidata electoral, apoyaba este envío, mientras que Ione Belarra, líder de la formación morada, lo rechazaba. La Fiscalía General del Estado, quién sabe si aprovechando que muchos miraban hacia la guerra, daba carpetazo a las investigaciones de corrupción sobre el rey emérito, aun reconociendo que había irregularidades. En el PP, Feijóo anunciaba sus aspiraciones de liderazgo, después de que el breve Pablo Casado osara denunciar posible corrupción de Ayuso y ella, con la colaboración inestimable de no pocos medios, dejara para el arrastre a su líder y al secretario general, de nombre Teodoro. El Gobierno celebraba los datos el paro que salían ese día y reflejaban más contratación fija, después de que la ministra de Empleo asegurara semanas antes que la reforma laboral «pasaba página a la precariedad en España».
Demasiados españoles continuaban viviendo en precario y hacían cuentas para afrontar el encarecimiento de los costes de la vida. Seguía sin llover apenas, lo que iba constatando la preocupación de quienes alertan del cambio climático. El mundo se comunicaba, cada vez más, a través de las redes sociales, comentando estas y otras cosas. Quizá más polarizados, con más palmeros, con más faltones que destilan odio desde el anonimato, pero también con un amplio espacio para tomarte bastantes noticias preocupantes
con mucho sentido del humor. La sociedad seguía encontrando momentos para intentar echar unas risas. Unos ríen, otros lloran y otros hacen las dos cosas o ninguna. De todo hay, como en botica.
Un solo día puede mostrarnos que la humanidad no aprende y sigue emprendiendo guerras, encabezadas por tipos que arrastran a pueblos al conflicto y a la destrucción. Al mismo tiempo, florecen los expertos en todo, que comentan la jugada simplificando lo que ocurre con cuatro ideas, mientras los mandamases se afanan en eliminar, si puede ser cuanto antes, a determinados medios de comunicación, que cada uno considera de intoxicación. Muertos, heridos, refugiados, personas aterrorizadas, comercio de armas, recuento de víctimas y la evidencia de que el mundo puede ser maravilloso, pero también corre el peligro de adentrarse en una especie de infierno simplemente con que algunos hombres decidan dar la orden de la guerra nuclear. Los seres humanos han inventado cosas fantásticas y también terriblemente autodestructivas con las que, incluso, algunos se enriquecen. Toca hablar de ello en este libro.
La humanidad es vulnerable y la combinación de guerra y una pandemia lo demuestra. Por más que nos creyéremos partícipes de un plácido mundo, si estábamos en el lado bueno de la balanza entre ricos y pobres, el virus COVID-19 cambió nuestras vidas, al menos por un tiempo y quién sabe hasta cuándo. Probablemente no imaginábamos que nos meterían en nuestras casas, que seríamos confinados, que moriríamos por miles, que andaríamos por la calle con mascarilla y que una pandemia, en vez de unirnos, polarizaría a amplios sectores de la sociedad, deliberando si la culpa fue de un partido o de otro. Al poco tiempo, los trabajadores de la Sanidad seguían enfrentándose a demasiados contagios, muertos diarios y saturación en los centros de salud, pero los habíamos sacado del debate público porque ya no contaban como prioridad aquellos a los que aplaudimos por unas semanas. ¿Salimos mejores?, ¿quién ganó, quién perdía y qué es lo que seguía igual o parecido? Responderemos en este libro.
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