Bruno Grelon
CURSO DE PATINAJE
SOBRE RUEDAS
EDITORIAL DE VECCHI
Agradecimientos
En la realización de esta obra he contado con numerosas colaboraciones. Sirvan estas líneas para expresar mi agradecimento a todas las personas que han participado en su elaboración:
— Federación Francesa de Patinaje, en particular Alain Piarou, responsable del departamento de comunicación;
— Jean-Albert Poignet, director administrativo;
— Dominique Rousset, director técnico nacional;
— Christian Debacker, presidente del Comité nacional de patinaje acrobático;
— El señor y la señora Ropiquet, de US Fontenay;
— Club ISC;
— Delphine Guitton, entrenador diplomado de patinaje artístico.
También debo mostrar mi agradecimiento a Sam Nieswizski, un auténtico historiador del patín de ruedas qui en, gracias a sus informaciones y a sus fabulosas colecciones, me ha permitido escribir el capítulo dedicado a la historia del patín. Asimismo, ha tenido la amabilidad de facilitarme algunos documentos fotográficos y de mostrarme verdaderas antigüedades.
Igualmente, quiero dar las gracias por su desinteresada participación a Muriel Bertin, Delphine Albareil, Christophe Audoire, Arnaud Gicquel, Michel Lhuisset, al ayuntamiento de Saint-Brieuc (concretamente a A. Hervé, del servicio técnico), a Joseph Polidori (del servicio fotográfico) y a Yann Garet, por su documentación pedagógica.
Un saludo amistoso también para mis colegas de las revistas especializadas Roller-Mag, Crazy Roller y Roller Saga , que me han contagiado su entusiasmo a través de sus artículos y han completado muchas de las informaciones de las que disponía.
El servicio de prensa de Rollerblade (Benneton Sportsystem France) y su reponsable, Marie Claude Prévitail, se han mostrado especialmente eficaces facilitándome una documentación muy extensa.
En lo que se refiere a las ilustraciones de esta obra, he recurrido otra vez a la agencia FEP; de este modo, Jean-Claude Buguin se convierte en un fiel colaborador de mis obras. También hay otras personas y entidades que me han proporcionado documentación, como Christian Debacker (que ha aportado datos de su colección personal), la firma Rollerblade y la FFRS.
También quiero expresar mi gratitud al equipo humano de la editorial De Vecchi.
Finalmente, un agradecimento especial a Catherine Launay por su participación técnica y su soporte anímico.
Índice
Introducción
Retorno a los orígenes
Al igual que muchas personas de mi generación, mi primer contacto con el mundo del patinaje tuvo lugar cuando era niño. Los patines que había en aquella época tenían ruedas de metal y correas de cuero, y eran extensibles para que pudieran crecer con nosotros y pasar de hermano a hermano cuando perdíamos el interés. Hace cuarenta años, las calles no estaban tan invadidas por los automóviles como hoy en día, y en la pequeña ciudad de provincia donde vivíamos no se oía más que el ruido infernal de las ruedas sobre el asfalto engravillado. Aprender a patinar era algo casi obligatorio por aquel entonces, así como andar en bicicleta o en patinete; sin embargo no eran considerados como medios de transporte (no se utilizaban los patines para ir al colegio; como mucho, para ir a hacer algún recado en el colmado de la esquina).
Con el paso de los años, mi interés se desvió hacia aparatos más ruidosos y más contaminantes, y los patines quedaron olvidados en un rincón del desván.
Mi segundo gran encuentro con el mundo del patín fue a través del cine, concretamente de una película que causó un gran impacto en los años setenta: Rollerball , con James Caan; era una historia de gladiadores del futuro que, con patines en los pies, se jugaban la vida girando en una pista. Las acrobacias eran impresionantes y, pese a la violencia que reinaba en todas las secuencias, el espectador salía entre admirado e impresionado por la transformación de un juego en instrumento político.
El tiempo siguió su curso y, poco a poco, el patinaje sobre ruedas ha vuelto a conquistar a las nuevas generaciones. Muchas personas que, como yo, habían disfrutado paseando recibiendo el viento en la cara y experimentando aquella sorprendente sensación de libertad, años después regalaron a sus hijos, niños o adolescentes, estas maravillosas máquinas, más confortables que las de antes y también más rápidas y dotadas de freno. La famosa huelga de transportes de París en el invierno de 1995 oficializó el fenómeno entre los adultos, que se calzaron los patines para ir al trabajo, creando algún que otro problema a los responsables de la vía pública.
Actualmente el número de patines en línea vendidos se cuenta por millones. Gracias a una curiosa transformación, cuyo secreto posee solamente la historia, esta diversión burguesa de principios de siglo ha pasado a ser una actividad popular, un deporte de calle. Los modernos practicantes han ido incluso más allá: han recuperado el mobiliario urbano –bancos, rampas, escaleras– para crear una nueva disciplina deportiva: el patinaje acrobático, no reconocido aún por la Federación Española de Patinaje (FEP).
Aprovechando el auge de este deporte han surgido revistas especializadas y se ha generado una enorme actividad en muchas de las federaciones de patinaje de todo el mundo. En España, este auge popular convive con la tradición, especialmente en Cataluña y en Galicia, y con el alto nivel competitivo de los equipos locales y de la selección nacional de hockey sobre patines, así como con los numerosísimos practicantes de patinaje artístico y de velocidad.
Esta obra quiere aportar su contribución al desarrollo del patinaje. Quienes lo descubran hoy deberán saber que sus orígenes son antiguos. El patín de ruedas fue inventado en el siglo xviii , y a finales del siglo pasado patinaban millones de personas en Europa y en Estados Unidos. Las técnicas actuales no son más que la evolución de los conceptos del siglo xix y de principios del xx . Por otro lado, el patinaje es, además de una actividad lúdica, un deporte que desarrolla una serie de cualidades físicas y psicológicas. Tal como veremos más adelante, no hay que olvidar aspectos como el calentamiento, los estiramientos y la dieta. Es aconsejable que nos asociemos con otros practicantes para superarnos. Este es un deporte que tiene sus exigencias, pero que da muchas satisfacciones. De él obtendremos un equilibrio vital que nos resultará siempre positivo.
Bruno Grelon
Historia del patinaje
El hombre se ha interesado desde tiempos muy antiguos por las técnicas de patinaje, ya sea para trasladarse o para desplazar cargas pesadas o voluminosas. Se estima que los orígenes del patín se remontan a más de veinte mil años. Sam Nieswizski, que ha llevado a cabo un importante trabajo de investigación para explicar la historia del patín, cita el descubrimiento hecho por unos arqueólogos de unos patines de hueso que datan del paleolítico. El deseo de patinar siempre, incluso sin hielo, ha sido lo que ha impulsado a los más aventureros a inventar el patín de ruedas.
Constructores ingeniosos
Según el mencionado historiador, los primeros inventos vieron la luz en los Países Bajos en el siglo xviii . Por una parte cita a John Joseph Merlin, nacido en 1735, que fabricaba máquinas mecánicas e instrumentos musicales; por otra parte, también menciona a Maximiliaan Lodewijk van Lede, nacido en Brujas, de profesión grabador de medallas, que figura en el Almanach de Gotha (1790) por haber inventado unos «patines de tierra con los cuales se puede correr tan rápido como por el hielo con patines normales».
A partir de entonces, la lista de inventores empieza a crecer. El francés Petitbled patenta en 1819 los primeros patines de ruedas dotados de un «freno de taco». En la misma época, el escocés John Spence, de profesión zapatero y gran aficionado a la mecánica, adapta unas ruedas a unas cuchillas de patines de hielo. El vendedor de fruta inglés Robert John Tyers concibe en 1823 unos patines que bautiza con el nombre de Volito (floto), y el relojero austriaco August Löhner crea en 1825 unos «zapatos mecánicos con ruedas». El más famoso es, sin lugar a dudas, el francés Jean Garcin, patinador sobre hielo y autor de un ensayo sobre esta modalidad, que en 1828 inventó el Cingar , un patín dotado de soportes laterales altos para fijar el tobillo.
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