Desde su descubrimiento hacia el año 1400 a. de C., el hierro ha sido y es, sin duda, un material imprescindible para el hombre gracias a su resistencia y maleabilidad. Buen ejemplo de ello es la inmensa variedad de objetos de uso más o menos cotidiano —tales como herramientas de todo tipo, armas, joyas y aderezos, elementos arquitectónicos o enseres domésticos— que se ha ido elaborando a lo largo de la historia gracias al desarrollo de técnicas eficaces que han permitido obtener excelentes resultados con una inversión de energía relativamente mínima.
Con todo, la creación de muebles y otros enseres domésticos mediante las técnicas de herrería es un arte difícil que requiere muchas horas de estudio y una dedicación casi completa.
Sin embargo, no se trata de una actividad restringida sólo a un selecto grupo de profesionales. Basta con disponer de un taller equipado con las herramientas adecuadas y tener la paciencia y el tesón suficientes para practicar hasta que se consigan los resultados deseados. El hierro es un material mucho más agradecido y maleable de lo que pudiera pensarse.
Este libro va dirigido a todas aquellas personas que se sientan atraídas por este fascinante arte pero que no desean dedicarse a él de manera profesional. Si hasta ahora parecía prácticamente imposible realizar cualquier proyecto por desconocerse las técnicas principales, después de la lectura de este sencillo manual ya no lo será. Paso a paso y de una manera clara y amena se aprenderá todo cuanto necesita saber un experto.
La materia se ha organizado en dos partes: la primera, de carácter introductorio, trata de las herramientas y las técnicas imprescindibles sin las cuales no se puede trabajar; la segunda, mucho más extensa, muestra cómo realizar algunos proyectos en los que se podrán poner en práctica los conocimientos aprendidos. La selección se ha realizado en función de un criterio didáctico y a la vez ilustrativo: no sólo se trata de enseñar a forjar el hierro para lograr los objetos que se presentan, sino de mostrar unas cuantas de las muchas variantes que pueden realizarse para que cada lector se deje llevar por su imaginación a fin de obtener obras con una personalidad propia.
Sin embargo, y como puede imaginarse, hay que ser realistas y empezar por los proyectos más sencillos. La labor resultará tan apasionante que a buen seguro en poco tiempo podremos realizar incluso lo que nos parecía imposible.
Primera parte
NOCIONES PRELIMINARES
El taller y las herramientas
Dónde trabajar
Antes de empezar, es preciso consultar en el ayuntamiento de nuestra localidad cuáles son los permisos y las licencias fiscales que deben tramitarse para desarrollar este tipo de actividades.
Una vez se hayan obtenido, habrá que habilitar un local que respete todas las condiciones que impone la normativa legal en curso. El trabajo que se va a realizar en él no es ni sencillo ni mucho menos discreto, por lo que deberá estar bien insonorizado —sobre todo si se encuentra en un área urbana—, ser amplio y de fácil acceso —ya que los materiales que se emplean son pesados y de difícil manejo—, y estar bien ventilado para evitar la acumulación de gases producidos por el uso de productos tóxicos como ácidos, bombonas de propano o acetileno, etc. Además, tiene que estar muy bien resguardado de la humedad para no estropear el material ni dañar la instalación eléctrica, la cual ha de ser capaz de resistir el voltaje de la maquinaria que vaya a emplearse. La situación de las tomas de corriente es un factor muy importante para evitar accidentes laborales: deben estar siempre al lado de las máquinas para evitar que los cables de conexión queden tendidos en el suelo.
Por otra parte, hay que procurar mantener el local muy ordenado, distinguiendo claramente entre la zona de trabajo y el almacén de material. El mobiliario debe ser el imprescindible: bastarán unos cuantos armarios y taquillas donde guardar las herramientas, una mesa de proyección en donde esbozar las diferentes piezas y un banco de trabajo para realizarlas.
Las herramientas más usuales. De izquierda a derecha y de arriba abajo: caja de brocas, gafas, orejeras y máscara de protección, tiza, compás, carda, tijeras de corte, escuadra, martillos, destornilladores, pálmer, pie de rey, limas, alicates y sierra
Cómo construir un banco de trabajo
Si no se desea comprar un banco de trabajo, puede construirse por cuenta propia, si bien hay que procurar que sea resistente a los golpes y de una cierta envergadura. Para ello, habrá que montar con tubos cuadrados huecos una estructura de hierro de unos 90 cm de altura donde se atornillarán unos tablones de un grosor de 2 o 3 cm como mínimo.
El banco deberá estar equipado con los siguientes elementos:
— un cajón para guardar las herramientas manuales;
— un tornillo fijo con el que se sujetarán las piezas que se realicen;
— un frontal donde colocar las herramientas más utilizadas, como sierras, limas, destornilladores, gafas, alicates, etc.
Las herramientas
Después de tener listo el taller, habrá que reunir todas las herramientas necesarias. Al principio pueden adquirirse las más sencillas y acudir a los talleres especializados para realizar las labores más complicadas. A continuación presentamos las más importantes.
Banco de trabajo
Brocas y fresas
Las fresas suelen utilizarse para pulir y dar el acabado a la pieza. Son imprescindibles a la hora de realizar trabajos incómodos, en cavidades internas o en lugares de difícil acceso. La velocidad de rotación depende del motor eléctrico al que se conecta y, por lo general, en el caso de los metales suele ser muy baja. Tienen forma cilíndrica, cónica, esférica o de piña.
Las brocas son herramientas de soporte que permiten perforar cualquier tipo de material. Hay tres tipos: de acero rápido, usadas para el trabajo con metales; de hierro diamantado, para piedra, yeso, granito, etc.; y para madera. En nuestro caso, utilizaremos sólo las primeras.