Ana Müshell - Patti Smith: She has the power

Para poder comprender que el estado natural de Patti Smith es divagar de una realidad a otra entre sueños, libros, recuerdos y canciones, es necesario conocer la semilla de todo esto. Nuestra protagonista adora sus recuerdos de infancia, que pasó en gran parte enferma y completamente segura de que nunca, nunca, debía hacerse mayor.

Escarlatina, paperas, neumonía y otras enfermedades mantuvieron a Patti metida en la cama durante su niñez, algo a lo que parecía estar predestinada, ya que le dio por nacer un 30 de diciembre durante la mayor nevada que cayó en Chicago en 1946. Si hubiera nacido un solo día después, a su madre le hubieran regalado una nevera nueva cortesía del hospital. Pero Patti Smith no pudo esperar.

De modo que imagino a Beverly llegando a su casa sin nevera nueva, pero con pequeño milagro en sus brazos: un bebé llamado Patricia (ella la llamaría Tricia y nosotros, Patti). Una criatura de manos y pies largos y grandes.

Desde muy niña, Patti observaba a su madre leer y rezar con perseverancia, día tras día, rutinas que motivaron pronto a la pequeña y flaca Patti a querer entender los libros para asomarse a los universos que ofrecían.

Así que su madre le enseñó a leer y le inculcó una profunda tradición religiosa: desde entonces, cada noche Patti Smith dice sus oraciones, que al principio se dirigían a ese Dios católico de ahí arriba al que le pedía cosas y amargaba a preguntas, y que ahora dedica a sus difuntos.

Grant, el padre de Patti, sembró en ella otras maneras de ver la realidad: a través de la ciencia ficción, cuestionándose la propia existencia, llevándola con él en su búsqueda de ovnis y a visitar museos para descubrir a grandes pintores como Picasso y Modigliani, que impactarían mucho a la joven Patti.

Fue la mayor de cuatro hermanos. Le seguían Linda, Todd y Kimberley, y le tocó por tanto ser la inventora y capitana de las historias, juegos y cuentos con que sus hermanos y ella escapaban del aburrimiento de la zona rural del sur de Jersey, donde la familia Smith había tenido que mudarse.

Crecieron entre granjas y zonas pantanosas, mientras Patti alternaba dilatados períodos de enfermedad (también pasó la varicela y el sarampión) con largos paseos por el campo con su perro. Encontró su refugio perfecto en los libros, en Peter Pan y El principito, en Moby Dick y Las aventuras dePinocho, en sus primeros volúmenes de poesía. Inventaba historias y las escribía, escuchaba y bailaba los discos que sus padres le regalaban, casi siempre de artistas afroamericanos: John Coltrane, James Brown, The Shirelles, Billie Holiday...

Todo esto se mezcló con las alucinaciones provocadas por la fiebre: al cerrar los ojos, Patti veía lucecitas danzando. Esta visión fantástica influyó mucho en la imaginación de una niña fuertemente creativa que se negaba a dejar el mundo de los niños, la fantasía de los libros, los juegos y los viajes, a quien no le gustaba la aburrida y cotidiana realidad.