Agradecimientos
A Edurne, mi hermana, por sus necesarias correcciones e impías críticas que han conseguido que este trabajo se gane el nombre de ensayo histórico.
A todos los que me habéis animado a seguir por la senda de la historia y la investigación.
El Imperio
del Sol Naciente:
la aventura comercial
El Imperio
del Sol Naciente:
la aventura comercial
J AVIER Y USTE G ONZÁLEZ
Colección: Historia Incógnita
www.historiaincognita.com
Título: El Imperio del Sol Naciente: la aventura comercial
Autor: © Javier Yuste González
Copyright de la presente edición: © 2015 Ediciones Nowtilus, S.L.
Doña Juana I de Castilla 44, 3º C, 28027 Madrid
www.nowtilus.com
Elaboración de textos: Santos Rodríguez
Revisión y Adaptación literaria: Teresa Escarpenter
Responsable editorial: Isabel López-Ayllón Martínez
Conversión a e-book: Paula García Arizcun
Diseño y realización de cubierta: Reyes Muñoz de la Sierra
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).
ISBN edición impresa 978-84-9967-689-0
ISBN impresión bajo demanda 978-84-9967-690-6
ISBN edición digital 978-84-9967-691-3
Fecha de edición: Marzo 2015
Depósito legal: M-4966-2015
Dedico esta obra a Francisco Javier, mi padre, quien, al ser oriundo de tierra de conquistadores, siempre ha seguido los pasos de estos hombres a través de los mapas y sus memorias.
Y, como en todo lo que he hecho y haré de bien en mi vida, a Rosa, mi querida madre.
Hace unos cuantos años paseaba por la ribera del Guadalquivir, por un pueblo de casas blancas y sol andaluz con el curioso nombre de Coria del Río, un lugar que era y es huella de la historia y testimonio de nuestro pasado. Coria del Río fue amarradero de los barcos de Castilla allá por los años en los que España era un imperio allende los océanos.
Así que yo caminaba por la orilla imaginando bosques de mástiles, esperando cruzarme con algún estibador que bajase corachas de pimienta de uno de los galeones de Manila, o con rudos hombres de los Tercios, de esos con capas terciadas y la vizcaína afilada, que protegiesen la descarga de un cofre con plata de Potosí. Quizás con suerte, vería algún piloto que hubiera conocido al mismo Juan de la Cosa, incluso podía toparme con algún buscavidas malcarado que marchase a las Indias para hacer fortuna siguiendo los pasos de Ojeda o Cortés, aun pese a que la porquería de la última piara a su cuidado todavía le solase las botas.
Ese es el vicio de cualquier novelista, soñar despierto con los relatos que revolotean a su alrededor, esperando terminar atrapados en cárceles de tinta y papel.
Y entonces, y he de reconocer que casi me caigo, topé de bruces con la estatua de un samurái. ¡Sí, un samurái! Con su armadura, con sus sables, con toda la parafernalia de los hombres de los señoríos feudales que pueblan las películas de Kurosawa.
Tan extravagante como pueda parecer, pero tan real como la Giralda. A unos kilómetros al sur de Sevilla, en la ribera del Guadalquivir: una estatua de un samurái. Y fue tal la impresión que no pude evitar interesarme en la historia de aquel guerrero, porque ese es el pecado del novelista, robar historias a la historia.
Así fue como conocí la embajada Keichō y su apasionante viaje desde el mítico Cipango de Marco Polo hasta esa Sevilla imperial de Felipe III. Con lo cual tuve elementos para construir un relato; no solo tenía el escenario adecuado, samuráis en Sevilla, tenía también elementos fantásticos para aderezarlo: los Tercios, el comercio en las Indias, la vida en las Filipinas, la unificación del Japón, el recordado asedio de Fushimi.
Y el país del sol naciente me quedaba relativamente cerca (al menos espiritualmente) porque llevaba años cultivando bonsáis y dedicándole mucho tiempo al arte de las piedras para contemplar, así que el veneno se extendió rápido y pronto descubrí que tenía una novela en ciernes, sin embargo, ahí empezaron las dificultades.
En Occidente es muy poco lo que sabíamos y sabemos sobre esas relaciones de la Europa en ciernes con aquel lejano y convulso Oriente. El trabajo de documentación fue durísimo, apenas encontraba referencias fiables y las que acababan en mis manos no siempre eran fáciles de interpretar. Finalmente Rōnin; la leyenda del samurái azotado por el viento vio la luz, pero esa ha sido, sin duda, la novela que más me ha hecho sufrir.
Por eso mismo lamento profundamente que Javier Yuste haya escrito El Imperio del Sol Naciente con tanto retraso… Porque este es un ensayo completo, riguroso, de fácil lectura, y que cubre, de manera sobresaliente, esa parte de la Historia que tantos pesares me produjo. Javier Yuste ha conseguido elaborar un compendio ecuánime, alejado de la farisea política, justo con los datos históricos susceptibles de corroborarse y, lo que no es menos importante, bien escrito, incluso con detalles novelescos que resultan de lo más sorprendentes.
Me hubiera encantado disponer del trabajo de Javier Yuste hace unos años, cuando no encontraba asideros en mi labor de documentación. Así que, querido lector, usted que puede, no desaproveche la oportunidad que ahora se le brinda.
Francisco Narla
Escritor y comandante de línea aérea
Para un lector una cosa es lanzarse a lo desconocido y otra, bien distinta, perderse. Y, a la hora de publicar un libro en el que se narran aventuras y viajes, hay pocas faltas más graves que el no adjuntarle el correspondiente apéndice cartográfico.
Sin duda, le resultaría a usted costoso cargar con un atlas cada vez que se adentra en las profundidades de esta obra; así que consideramos que verá con buenos ojos que, con esmero y paciencia, hayamos confeccionado algunos planos o mapas, marcando en los mismos poblaciones de interés y de exótico nombre que se van referenciando; todo ello con el único fin de que siga sin titubeos el recorrido a lo largo de Japón de los personajes que pueblan los capítulos y no se despiste con la confusión que puede provocar la situación de lugares tales como, por ejemplo, Fucheo, Uraga y Hakodatē.
Sin mapas, muchas veces nos perdemos gran parte de la historia.
Mapa del Japón feudal antes de la batalla de Sekigahara, contenido en la obra A history of Japan, during the century of early foreign intercourse (1542-1651) .
Carta de Japón con las islas de Honshū, Sikoku y Kyūshū, con parte de la península de Corea (h. 617), según los trabajos ingleses más modernos (E. Pérez la grabó; P. Bacot grabó la letra), sobre la que hemos ido señalando diferentes puntos importantes en el devenir histórico de los contactos entre occidentales y nipones. Fuente: Biblioteca Nacional de España, Madrid
Mapa de la isla de Kyūshū, en el que se indican, además, los puntos capitales en el devenir histórico de los contactos entre occidentales y nipones (elaboración propia).