MAURICE STEWART COLLIS (10 de enero de 1889 en Dublín, Irlanda - 12 de enero de 1973, en Inglaterra). Escritor irlandés.
Autobiografías: The Journey Outward ends, 1917-18; Into Hidden Burma, 1919-34; The Journey Up (Reminiscences 1934-1968); Trials in Burma, 1930-31 . Biografías: Siamese White; Cortés and Montezuma; Raffles, 1966; Marco Polo; The Grand Peregrination - Being the Life and Adventures of Fernão Mendes Pinto, 1949; Nancy Astor - An Informal Biography; Somerville and Ross - A Biography, 1968; Stanley Spencer - A Biography; Wayfoong - The Hongkong and Shanghai Banking Corporation. Novelas: She Was a Queen The Mystery of Dead Lovers; Quest for Sita, Sanda Mala, The Dark Door.
I
CÓMO LES FUE POSIBLE A LOS HERMANOS POLO IR A CHINA
A grandes rasgos, la narración de Marco Polo reza como sigue: “En 1260, cuando contaba seis años de edad, mi padre Nicolo Polo y mi tío Maffeo me dejaron con mi madre en la casa familiar de Venecia y fueron a negociar a Constantinopla. De allí, hicieron una visita a Crimea. De lugar en lugar, continuaron su viaje hasta Sarai, en las márgenes del Volga, y, aventurándose por el Asia Central, llegaron hasta Bojara, situada en el camino de Samarkanda. En esa ciudad se encontraron con emisarios que viajaban hacia la corte del Emperador de China, que era también el Khan o Gran Señor de todos los estados mongoles, desde el Mar de la China hasta Crimea. Los enviados instaron a mi padre y a mi tío a que los acompañaran a China, diciéndoles que en ese país podrían hacer grandes ganancias. En consecuencia, se pusieron en marcha todos juntos por el antiguo Camino de la Seda y, después de atravesar los desiertos situados al norte del Tibet, alcanzaron por fin Pekín, ciudad en la que nunca antes habían sido vistos europeos. Corría el año de 1265. Permanecieron en Pekín alrededor de doce meses; al partir, el Khan les dio una carta en la que le pedía al Papa que enviara frailes que les enseñaran a los mongoles el cristianismo. En 1269 se encontraron de regreso en Venecia. Por aquel entonces, yo era un muchacho de quince años y mi madre había muerto. Mi padre y mi tío Maffeo trataron de que el Papa designara los frailes que los habían de acompañar, pero la muerte del Pontífice los demoró. Sin embargo, en 1271 estaba todo arreglado, y reanudaron el viaje a China con los frailes. En esta ocasión, me llevaron con ellos.
“El viaje duró tres años y medio, de modo que cuando llegué a Pekín tenía veintiún años. No me costaba trabajo aprender idiomas y no tardé en hablar mongol. Le agradé al Khan, y en 1277 me dieron un puesto en el gobierno civil. En el desempeño de mis funciones, hice varios viajes al interior y al exterior de China y, con el tiempo, me nombraron gobernador de una gran ciudad. Mi padre y mi tío Maffeo se hicieron muy ricos. Luego de haber permanecido en China durante quince años, aunque nos gustaba mucho el país, deseamos volver a nuestra patria. El Khan, sin embargo, no quería dejamos partir. En 1292, cerca de veinte años después de nuestra partida de Venecia, nos dio permiso de salir, provisto que nos hiciéramos cargo de una dama, a la que enviaba para que la desposara su sobrino nieto, el Il-Khan o gobernador de la parte de los dominios mongoles que incluía a Persia. Esta vez hicimos el viaje por mar, costeando hasta Sumatra, bordeando la India y de allí hasta el Golfo Pérsico. Nos tomó dos años. Una vez que entregamos a la dama, viajamos hasta Venecia, a la que llegamos a principios de 1295. Como habíamos estado fuera veintitrés años y nuestros amigos no habían sabido noticias de nosotros en todo ese tiempo, les causó gran sorpresa vernos”.
“Pensé que mis aventuras habían terminado, pero no fue así. Génova era la rival comercial de Venecia, y al año siguiente de mi regreso caí preso en un combate naval entre mercaderes de estas dos naciones y puesto en cautividad en Génova. En la cárcel conocí a un hombre llamado Rustichello, que también estaba preso. Era letrado y le dicté un relato de lo que había visto en Asia. Todo un libro escribimos durante los tres años que duró mi cautividad. No era tanto una narración de mis aventuras y viajes como una descripción del mundo oriental.”
Tal es, en efecto, la narración de Marco Polo. En lo que sigue la cuento con todo el detalle que me pareció necesario para hacerla interesante.
En el bosquejo anterior, se dice que los dominios mongoles se extendían desde el Mar de la China hasta Crimea. Este enorme imperio había comenzado a existir unos pocos años antes de que Nicolo y Maffeo Polo hicieran su primer viaje en 1260. Hasta el año de 1200, los mongoles fueron únicamente uno de los pueblos bárbaros que vivían en las vastas estepas que se extienden entre China y Siberia. En una de esas tribus nació un genio militar. Más tarde se le llamó Genghis Khan, o señor del Gran Océano. Hasta llegar a los cuarenta años de edad, empleó su vida en unir a todas las tribus mongoles y crear un ejército profesional. Este ejército era mejor que cualquier otro del mundo entero por cuatro razones diferentes: su disciplina, su movilidad, sus armas y su resistencia eran superiores. Lo componían arqueros a caballo que podían disparar más rápido, más lejos y con mayor puntería que otros arqueros. Sus caballos eran más sufridos y más veloces que los de los demás ejércitos y los que los montaban podían, en consecuencia, maniobrar más rápidamente que sus adversarios. Otra de las razones por las que los mongoles ganaron siempre sus batallas fue la sorpresa; atacaban antes de lo que se esperaba y desde diferentes direcciones de las previstas. Y otra razón más fue la de que sus flechas herían al enemigo antes de que los mongoles se pusieran a su alcance. Cuando el bando contrario se desmoralizaba de este modo, los mongoles iban a la carga, cabalgando desde todas las direcciones porque la velocidad de sus caballos se lo permitía hacer. Sus adversarios no tenían mayores posibilidades de vencerlos en campo abierto, que las que una moderna fuerza de infantería tiene de derrotar a un cuerpo de artillería mecanizada. Ni tampoco podían ser imitadas las tácticas de los mongoles, porque para cabalgar y disparar tan bien como ellos lo hacían se necesitaba una habilidad que sólo podía obtenerse mediante un adiestramiento desde la niñez.
Tal era la fuerza terrible que Genghis Khan, alrededor de 1206, lanzó sobre el mundo; a su enorme eficacia táctica añadió una estrategia de genio, que le permitía enviar, digamos, cuatro ejércitos distintos contra un objetivo situado a miles de kilómetros de distancia, y al que cada ejército se acercaba por caminos diferentes para llegar, sin embargo, al lugar en el mismo día. Su propósito era sencillo: deseó convertirse en el amo del mundo entero. Cierto es que no sabía cuán grande era el mundo, pero por más extenso que fuera no dudó de que podría conquistarlo. A su muerte, ocurrida en 1277, su imperio incluía la parte norte de China, los vastos territorios que se extienden hasta el Caspio, y, más allá de este mar, hasta Crimea, así como la parte norte de Persia.
Su hijo Ogatai decidió completar las conquistas que fueron la ambición de su padre y, al ser elegido Khan, se dispuso a apoderarse del resto del mundo. Envió contra Europa a su sobrino Batu, que atravesó el sur de Rusia, invadió Hungría, devastó a Polonia y derrotó a los alemanes de Silesia en Leignitz, situada alrededor de cien millas al sur de Berlín. Hubiera llegado hasta Francia e Inglaterra, pero la muerte sorprendió a Ogatai en 1241. De acuerdo con la ley dinástica mongol, todos los miembros de la familia de Genghis tenían que reunirse en la capital, Karakorum (Murallas Negras), a la muerte de un Khan, para elegir su sucesor. Batu, por tanto, regresó a Karakorum situado en medio de las estepas del Asia Central. Durante los siguientes diez años, mientras gobernó Kuyuk Khan, hijo de Ogatai, se hizo muy poco. Luego, en 1251, Mangu, sobrino de Ogatai, fue elegido Khan. Condujo a los mongoles contra los musulmanes, cuya ciudad sagrada era Bagdad, la sede de los Califas. El Califa fue envuelto en una alfombra y pisoteado hasta morir. Después, Mangu se apoderó de Siria y saqueó Damasco, pero no pudo conquistar Egipto, a donde se habían retirado los sucesores del Califa. En 1260, en el año en que el padre y el tío de Marco Polo partieron para Constantinopla, murió y fue sucedido por su hermano Kublai. Kublai hizo de Pekín su capital y además de ser Khan fue también Emperador de China. Como las distancias eran tan grandes, se vio obligado a designar tres Khan subordinados para que gobernaran en el Oeste, uno en Persia, otro en el sur de Rusia que está sobre el Volga, y un tercero en la región norte de Afghanistán.